Modelo de casa prefabricada

Seguramente Venezuela será un pais long covid, es decir, que sufriremos las consecuencias de la pandemia por más tiempo que el resto de nuestros hermanos latinoamericanos, por decir lo menos.

La despiadada politización del manejo de la pandemia ha incidido negativamente en la salud y la vida de los venezolanos, socialmente ha evidenciado las limitaciones de nuestro sistema de salud y nuestra precariedad en materia sanitaria.

En un país políticamente convulso como el nuestro, cuesta dejar de lado dicho tema, para hablar en tono constructivo de otros problemas que también requieren atención urgente como la cuestión urbana y el tema de la vivienda.

La vivienda como la pandemia también ha devenido en objeto de manejo político por las dos tendencias que pugnan por el control de los menguados recursos en nuestro asolado país.

Las cifras oficiales del número de viviendas construidas, aproximadamente 3.500.000 unidades, dejan un amargo regusto estadístico para quienes estamos familiarizados con los índices utilizados para establecer las necesidades de viviendas, que por cierto sigue siendo deficitario en Venezuela pese a los efectos poblacionales de la diáspora.

Lo cierto es que independientemente de la visión política de cualquier observador, resulta impostergable su atención.

La situación generada por la caída de las operaciones  de Pdvsa, que venía siendo la fuente principal de financiamiento de la Gran Misión Vivienda, organismo líder en la construcción de unidades habitacionales, cayeron tanto que el sector luce paralizado.

Esta situación obliga a afrontar la producción de viviendas a la luz de nuevos paradigmas y a retomar otros que la abundancia de  recursos y las limitaciones a los inversionistas privados dejaron de lado para enfrentar tan difícil problema.

Es hora de retomar la producción de viviendas en el marco de la nueva y pauperizada situación económica, es el momento para retomar la prefabricación, la autoconstrucción, la recuperación, la promoción de la vivienda popular de manera masiva y organizada, con la participación activa del sector privado, la creación de empresas mixtas, promover los nuevos emprendimientos, las pequeñas empresas de construcción tanto privadas como mixtas, las pequeñas empresas de mantenimiento residencial y urbano.

Es el momento para crear las cadenas productivas asociadas a la construcción y el mantenimiento, la asistencia técnica y la formación en las áreas relacionadas con la vivienda, como albañilería, electricidad, instalaciones mecánicas, herrería, carpintería y otras.

Resulta oportuno, brindar a los bachilleres que están quedando excluidos del sistema universitario la posibilidad de  formarse como buenos inspectores de obras que además de las labores de inspección y contraloría, puedan brindar orientación y asistencia en materia de construcción, igualmente deberían crearse las oficinas municipales de asistencia en materia de proyectos residenciales y de viviendas a las comunidades y reactivar las viejas oficinas municipales de planeamiento urbano.

En cuanto a  la prefabricación y la autoconstrucción debería crearse el sistema nacional de prefabricación y autoconstrucción, que permita la integración de la producción industrial o semiindustrial de viviendas y la autoconstrucción en un efectivo sistema de autoconstrucción asistida, donde la asistencia técnica brinde apoyo en todas las fases del proceso constructivo.

La prefabricación permite la producción de los componentes de la vivienda en condiciones controladas de calidad y seguridad industrial, lo que garantiza mantener los estándares tanto nacionales como internacionales en materia de vivienda.

La producción industrial garantiza viviendas confortables, adaptadas a las condiciones climáticas de cada región y  permite además la rapidez, disminuye el impacto ambiental, abarata considerablemente los costos, ayuda a la optimización de los recursos y aumenta el volumen de viviendas producidas.

Un sistema como el aquí propuesto, sería realmente una fábrica de viviendas modulares, que brindaría a los usuarios  la posibilidad de recibir o adquirir desde una parte de la vivienda (unidad mínima) hasta la vivienda completa, tal como se propone, el sistema, produciría los componentes en fábrica, el montaje lo harían los usuarios bajo la supervisión y asistencia permanente, cuando se trate de desarrollos promocionados privada o públicamente.

En los casos de iniciativas particulares los fabricantes estarán en capacidad de entregar la vivienda llave en mano.

Integrar la prefabricación y la autoconstrucción, en un esquema de asistencia técnica permanente, le daría un gran impulso a la producción de viviendas.

La asistencia técnica debe darse desde el momento en que el usuario es seleccionado o decide particularmente, la adquisición de la vivienda, el apoyo técnico abarcaría, el diseño de la vivienda, el plan y el cronograma de ejecución, el replanteo, el montaje, la supervisión de las instalaciones, los acabados, la puesta a punto de la vivienda, el apoyo en materia de paisajismos  y áreas verdes y las normas y orientaciones en materia de mantenimiento.

La herrería, carpintería, instalaciones eléctricas, sanitarias y mecánicas de la vivienda serian producidas por microempresas creadas para ese fin y en el caso de desarrollos residenciales, la administración y el mantenimiento de las áreas privadas y comunes lo llevarían empresas especializadas dirigidas por las asociaciones de usuarios.

Visto de esta manera la producción de viviendas generaría empleos, durante y después de la fabricación  y montaje de las viviendas.

El Sistema Nacional de Prefabricación y Autoconstrucción, para mayor efectividad, debe incorporar al sector privado, brindándole la posibilidad de montar las fábricas locales de vivienda, las dimensiones de las mismas estarán dadas por las posibilidades financieras de los inversionistas, las alcaldías tendrían la función planificadora, supervisora y de apoyo técnico a las comunidades.

En un plan ambicioso de prefabricación de viviendas la meta mínima seria montar una fábrica por cada municipio.

Las unidades de prefabricación podrían extender sus actividades más allá de la producción de los elementos de las viviendas. Podrían, por ejemplo, producir los adoquines para las calles y bulevares, estarían en capacidad de producir parte del mobiliario urbano y gracias a su carácter modular podrían  ofrecer elementos para la construcción de pequeños centros comerciales de nivel local, las ferias populares, posadas, pequeños hoteles y paradores turísticos.

El impulso a la prefabricación, además de producir viviendas sería sin lugar a dudas una fuente generadora de empleos de calidad, bien remunerados y permanentes.

El sistema propuesto debe ser en lo posible un sistema experto, capaz de autoevaluarse, corregirse y realizar los ajustes necesarios, debe permitir la recopilación y replicación de las experiencias exitosas.

En aras de la transparencia que exige el país debería realizarse con metodología BIM (Building Information Modeling), la cual garantiza la información abierta en  las etapas  de planeación, proyecto, licitación, contratación, procura, ejecución, inspección  y  control de obras.

La prefabricación, la autoconstrucción, la asistencia técnica y la formación rápida y suficiente, en áreas puntuales del proceso constructivo deberían garantizar el éxito de un sistema como el esbozado en este artículo.

¿Quién toma la palabra?

@wilvelasquez

 


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