persecución política

Mientras más tiempo pase, más métodos de tortura serán revelados. No es que sean noticia a partir de la publicación del informe de la Misión de Determinación de Hechos de la ONU, porque desde hace mucho el país inocente le grita al mundo de lo que es víctima. Lo novedoso es que se les pone nombre, se describen las prácticas de terror, se vinculan con lo más horrendo de la historia: el nazismo.

Cualquier cosa que invente la gestión de Maduro para desviar la atención sobre el contenido de estos informes quedará anulada ante semejantes líneas: “Contó al Tribunal de Control que, tras negarse a hacer las declaraciones que le plantearon durante la sesión de interrogatorio, funcionarios de la DGCIM le señalaron que aplicarían el ‘Sippenhaft’ (una forma de castigo colectivo utilizada por los nazis que consistía en encarcelar a los familiares como forma de presión). Dijo al tribunal que algunos funcionarios de la DGCIM fueron posteriormente a su casa y arrestaron a sus dos hermanas y a su cuñado”.

Ni más ni menos. Y allí está el nombre de esa práctica tan usada. Muchos a veces se han preguntado por qué los órganos de seguridad de la gestión chavista se llevan a familiares y amigos de los perseguidos, y ahora, gracias a la ONU, se sabe que es un método que viene de la terrible Alemania nazi. No es exageración, no es invento, lo dice una víctima y lo reproduce una misión del organismo multilateral.

Pero la cúpula chavista lo que está es celebrando que se afirme que las sanciones van en detrimento de las condiciones de vida de los ciudadanos. No entienden que ellos mismos son los responsables de que esas sanciones hayan sido tomadas, de que Venezuela no pueda comerciar libremente petróleo y por lo tanto deje de entrar la lluvia de divisas a la que ellos están acostumbrados. Estas medidas se tomaron para castigarlos a ellos y es su culpa que de paso el venezolano sufra las consecuencias.

Aquí no hay más de qué hablar. Los organismos de seguridad del gobierno chavista se han dedicado a violar los derechos humanos de cientos de personas de las más viles formas. No es que a ellos les importe que esto salga publicado con lujo de detalles, pero deben saber que los expertos que están documentando los casos cada vez que actualicen los informes irán revelando peores cosas. Y aunque no les importe pasar a la historia por este motivo, como los horrendos nazis, deben saber que son delitos que no prescriben.

Esa es la pequeña luz de esperanza que deben guardar todas las víctimas. Aquí o en donde se encuentre, dentro de un año o de veinte, el que haya sido señalado como violador de los derechos humanos se tendrá que enfrentar a un juicio y a una pena acorde con su delito. Habrá justicia.


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