La pandemia del covid-19 está transformando las dinámicas políticas, sociales y económicas del mundo globalizado. Muchos hablan de que todo será diferente una vez de vuelta a la normalidad, yo la verdad no creo mucho en esta idea, en la historia hemos tenido muchas epidemias y catástrofes y el mundo sigue igual, pues así es la humanidad. En todo caso, se percibe que ese discurso de la “nueva normalidad” está permeado por un tufillo de marxismo cultural, y en general lo que se pretende es acabar con el régimen democrático-liberal e imponer un régimen marxista global. Los líderes democráticos no deben seguir cediendo a la presión “progresista” y defender con energía el régimen de libertades. Esto no quiere decir que no haya una crisis sociopolítica y económica, pero se debe hacer correcciones dentro del sistema liberal, y por ello, el liderazgo debe dejar la actitud displicente de negar errores, más bien es menester aprovechar la crisis de la pandemia para reestructurar el modelo liberal.  Pienso que la gran solución está en, siguiendo dentro de la esfera del sistema liberal, abandonar la versión neoliberal de la misma, asociada al capitalismo anglosajón, y preferir la versión ordoliberal, o alemana de la economía de mercado. En este y siguientes artículos, me dedicaré a presentar este modelo de economía capitalista, pero con acento social, que se me ocurre es la gran alternativa para corregir la actual crisis del modelo capitalista, sin dejar que se opte por la alternativa antagónica del socialismo.

El ordoliberalismo (ordoliberalismus) nació en la década de los treinta en la universidad  alemana de Fribourg, es una vertiente del liberalismo que tiene como padre intelectual a Walter Eucken y conformaron parte de ese grupo originario destacados intelectuales como Franz Böhm, Hans Grossman-Doeth y Leonard Micksh. A este grupo se le unieron destacados economistas, entre otros Wilhem Röpke, Alexander Rüstow, Alfred Muller-Armack y Ludwig Erhard para conformar la economía social de mercado (soziale marktwirtschaft).

El ordoliberalismo es una respuesta de la derecha política a la crisis económica de la entre guerra y la institucional producida en Alemania por el nazismo. Esta respuesta se basó en el rescate de los valores sociales tradicionales, coincide con el neoliberalismo de Von Mises y Hayek (ambas tendencias formaron la Sociedad de Saint Pelerin) en los principios fundamentales de la economía de mercado, pero difiere en su crítica del “laissez faire” al señalar que daba lugar al surgimiento de monopolios y cárteles que se convertían en bloques privados de poder y enemigos de la libertad individual; para evitar esto se debe entonces crear una economía de mercado pero creada con una política de ordenamiento desde el Estado (de allí el prefijo ordo, que significa orden).

Inmediatamente después de la II Guerra, un grupo de economistas y políticos que habían constituido una frontal oposición a Hitler, bajo el liderazgo de Konrad Adenauer retoman la visión económica de la escuela de Fribourg y le agrega el contenido moral del Estado social, para evitar la resurgencia del despotismo. Esta visión ideológica se concreta en una propuesta programática, que se implementó en el gobierno democratacristiano de la UDC, conocido como Economía Social de Mercado, artífice del “milagro alemán”.

La clave fundamental del ordoliberalismo es la necesidad de un “orden” creado por el Estado a través de un adecuado ambiente legal que asegure la libre competencia, manteniendo un nivel adecuado de competitividad. Pero el ordoliberalismo no es simplemente un marco institucional para la economía, inspirado en Weber le da mucha importancia a los valores y a las políticas en la definición de un orden económico y social. Para Müller-Armack, quien en su libro Conducción económica y economía de mercado de 1946,  desarrolla la idea de una economía de mercado con responsabilidad social, afirma que la “economía debe guiarse por un principio básico que consiste en relacionar la libertad en el mercado con la equidad”. Müller-Armack “no acepta que su propuesta de economía social de mercado  constituya una tercera vía entre el capitalismo y la economía de centralización planificada y más bien considera que se trata de una variante de la economía de mercado. Afirma que dicha economía representa el mejor camino para promover y alcanzar la paz la paz social en democracia”. Para él su propuesta de economía social de mercado es un híbrido entre liberalismo y doctrina social cristiana. (volveremos luego sobre este tema).

“Los orígenes de la economía social de mercado se remontan entonces a una amplia gama de influencias que van desde las ideas de libertad, democracia y derechos humanos presentes en los antiguos griegos hasta los conceptos de justicia, libertad y solidaridad  propios de la tradición judía y cristiana , el liberalismo clásico de John Locke y Adam Smith, la obra de Max Weber, y las doctrinas sociales de las iglesias cristianas, tanto la católica como la protestante” (Araya, Oscar, WSJ Magazine, 20/12/2019) .

El ordoliberalismo es en realidad más que una teoría económica, es una auténtica visión de mundo, una “weltanschauung” que articula elementos liberales, románticos y conservadores sin reducirse completamente a ninguno de esas matrices. “Röpcke, Rüstow y Müller-Armack abordaron las amenazas que las sociedades industriales de masas planteaban desde una perspectiva eminentemente ética, entendiéndolas como el síntoma de los “límites humanos”  con los que el capitalismo se había confrontado en su trayectoria histórica” (Haidar, V, La problematización ordoliberal de lo social, Tabula Rasa, # 28, 2018).

Para los ordoliberales las estrategias de política social ensayadas por el Estado de bienestar eran equiparadas al colectivismo, la base de la política social ordoliberal se fundamenta en el énfasis en un “Estado fuerte”, que actuando por encima de los intereses de los grupos, se ocupara de preservar los mecanismos de la competencia. La preocupación por lo “social” se basaba, según Eucken,  en la interdependencia de los órdenes económico, social, político y jurídico. Cabe destacar que Rüstow presentaba sus propuestas en materia de política social en términos de “un contra golpe” decisivo, para enfrentar en contexto de la guerra fría, al “bolcheviquismo”. Para Müller-Armack (Las ordenaciones económicas desde el punto de vista social, 1963) solo la ordenación de la economía de mercado había permitido por sus éxitos de productividad, el crecimiento de la población y la elevación simultánea del nivel de vida. Por ello era “absolutamente imposible” sustituir esa ordenación por otra menos productiva, so pena del empobrecimiento de millones de hombres. La construcción ordoliberal de “lo social” se focalizó sobre la solución de los problemas de la falta de satisfacción de las necesidades emocionales y espirituales de las clases desposeídas.

Para Röpcke el Estado de bienestar desincentivaba la formación de capital, promovía la tributación excesiva y el aumento del gasto fiscal, afectando de ese modo la estabilidad monetaria. Por otra parte, al intentar colmar la inseguridad a través de transferencias de ingresos y sujetar los hombres a la maquinaria burocrática, las instituciones de ese tipo de régimen acarrean una pérdida de libertad y del sentido de responsabilidad personal (Civitas Humana, 1944).

“Sin dejar de preocuparse, totalmente, por la seguridad y la estabilidad de las clases desposeídas Röpke,  Rüstow y Muller-Armack insistieron en el problema, más general, de la satisfacción humana, Rüstow acuñó el término de “política vital”, en contraste con la política social, con la finalidad de designar un enfoque que tenía en cuenta la entera situación vital del hombre en todos sus componentes existenciales… La “política vital”  se pensaba, en sí misma, como una política de mejoramiento de la calidad de vida” (Haidar, op. cit.).

En conclusión, vemos que el ordoliberalismo es una vertiente del liberalismo, que hace énfasis en lo social, que creó la “economía social de mercado” base del “milagro alemán” y por lo tanto merece una reflexión profunda sobre su aplicación como solución a la crisis pospandemia que se avecina, por la insistencia del comunismo en acabar con el régimen de libertades civiles y económicas del liberalismo, y la falta de firmeza del liderazgo democrático en defender la democracia.  En el próximo artículo ahondaremos sobre el ordoliberalismo, analizando más profundamente el aspecto social que este aborda.


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