Además de los temas médicos, de salud pública etc., la pandemia nos deja una lección de economía del trabajo: es posible realizarlo en remoto y es una modalidad que llegó para quedarse.

La flexibilización en la forma de trabajo es una realidad.

Se puede trabajar desde casa, en la oficina, en la calle.

Lo remoto se impuso a lo presencial.

Esa realidad también afecta el desarrollo inmobiliario de oficinas.

El negocio/utilización de venta/renta de oficinas en América Latina -y el mundo- sufrió un retroceso en el lapso de duración de la pandemia, pero en pospandemia y con las vacunas y el desconfinamiento se construye un nuevo escenario para la modalidad de trabajo que incluye, naturalmente, a las oficinas físicas.

Nadie afirma que las oficinas físicas hayan “muerto”, la utilización/venta de inmuebles de oficinas continuará, pero lo que está ya consolidado en la sociedad es  una coexistencia entre el home office y la asistencia presencial.

Es innegable: la tecnología es el puente entre el trabajador y el trabajo.

La desocupación de oficinas -producto del confinamiento global- se sintió en todas las ciudades del globo; sin embargo, el efecto de recuperación también se empieza a sentir.

La oficina dejó de ser únicamente el espacio físico para convertirse, nuevamente, en el centro de encuentro -quizá esporádico, semanal o mensual- pero volverá a ser el referente del trabajo complementado por la distancia y la productividad que la tecnología nos brinda.

Las grandes salas de reuniones, vacías en la pandemia y confinamiento, se vieron en contraposición abarrotadas en pantallas en salas virtuales de todo tipo de plataformas.

La baja ocupación de oficinas físicas traerá una serie de reformas y mejoras: 1) se reacondicionarán las oficinas para ser mucho mejor equipadas con herramientas de tecnología; 2) serán ocupadas parcialmente, de manera que los costos de su mantenimiento no serán tan altos; 3) el trabajo remoto llegó para quedarse, ergo las personas acomodaron sus propias “oficinas” en sus hogares de manera que la oficina corporativa queda para alguna reunión que requiera la obligada presencia física; 4) las grandes oficinas seguro serán objeto de rediseño arquitectónico, haciéndolas más funcionales; 5) se volvió al viejo esquema en donde las casas tenían siempre reservado un lugar para una oficina.

Por supuesto, este modelo aplica a trabajos que no tengan que ver con líneas de producción, construcción, centros mineros, petroleros, de explotación de recursos y otros.

En el caso peruano, solo por citar ejemplo, la mayoría de las compañías peruanas ya estarían listas para asumir este tipo de trabajo 50% presencial y 50% virtual, modelo que permite la reducción de costos en las oficinas.

La productividad desde el home office está comprobada, a ello debe complementarse con rutinas que eviten que el trabajador/desde/la/casa se anquilose diariamente en su propio ambiente, por ello allí entra el modelo semipresencial: estar en la oficina física al menos 1 vez semana. Es grato y reconfortante volver a ver a los colegas fuera de la pantalla!

Empresas como Google y Facebook decidieron trabajar en remoto hasta 2022. Lo que no significa que sus empleados no asistan a la oficina física de vez en cuando.

Para los empleados los ahorros en transporte, en tiempo de traslados y demás son para poner especial énfasis y la posibilidad de tener a muchas personas de diversas partes del país y del mundo en una misma reunión -antes había que viajar- es otro plus. La infinidad de eventos, seminarios, congresos virtuales vuelven a mostrar la eficiencia del home office y del modelo de trabajo pospandemia.

@BorisSGomezU


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!