Ante las elecciones presidenciales previstas para el año 2024, los partidos de la oposición democrática decidieron escoger un candidato único y común para enfrentar a los otros aspirantes, y, a tal efecto, designaron la Comisión Nacional de Primaria (CNP), que tendrá el encargo de organizar el proceso en el que se hará la escogencia. La inscripción de candidaturas se hará del 24 de mayo al 23 de junio de 2023. Los aspirantes a ser candidatos en las primarias tienen que haber demostrado “un compromiso inequívoco con la lucha por la libertad, el rescate de la democracia, el respeto de los derechos humanos, la libertad de los presos políticos y el regreso de los exiliados”. A fin de evitar irregularidades en el manejo de los recursos financieros que se perciban, se “podrá exigir a los candidatos presentar, bajo juramento y por escrito, un reporte periódico” de esos recursos. Se fijó la fecha del 22 de octubre para la selección candidatural y ya la CNP publicó las disposiciones reglamentarias para las postulaciones, propaganda, actividades de los testigos, el voto en el exterior y la votación.

Una cuestión fundamental, que coloco como elemento central de este artículo, es que el Consejo Nacional Electoral (CNE) consideró “inviable” la petición de la oposición de eliminar el sistema de captación de huellas del proceso, puesto que esto “generaría una vulnerabilidad, abriendo una brecha para que se viole el principio de un elector un voto”. A este respecto, y para contrariar la opinión del CNE, voy a hacer una larga cita de un artículo aparecido en El Nacional del pasado 9 de mayo, de Julio Castillo Sagarzazu, con quien, en la era democrática, compartí representación en la Cámara de Diputados del Congreso Nacional y disfruté de sus sensatas intervenciones. Dice Castillo:

“¿Qué captan las cuestahuellas? Las captahuellas son la médula espinal de un sistema electoral vendido como el mejor del mundo por la propaganda oficial, pero que es en la realidad muy poco transparente y que está diseñado para consagrar el ventajsmo y la coacción de los electores. Esta es una verdad en las elecciones generales y podrían, por la manera como se ha planteado su uso, constituir también un dolor de cabeza en el proceso de primarias de la oposición.

En realidad, esta nota no tiene como objeto denostar de nuestro desvencijado sistema electoral, para llevar agua al molino del abstencionismo. Quien esto escribe es, de hecho, partidario  de ir a votar, aun en medio de estas condiciones adversas.

El objeto de esta nota es, no obstante, tratar de explicar por qué las captahuellas son un elemento disruptivo y polémico en el proceso de las primarias y la razón es de Perogullo: estaríamos entregando al gobierno la lista de quienes votaron en él. Es obvio que ello inhibiría de participar a cientos de miles de compatriotas que son susceptibles de ser presionados bien porque son empleados públicos, bien porque son beneficiarios de algún programa”. Y seguidamente Castillo Sagarzazu agrega: “En unas elecciones primarias este tema de la participación es clave. Se trata de un proceso que tiene como objetivo, entre otros, la legitimación de una candidatura para competir luego en las presidenciales. Si por causa del temor a integrar una nueva lista Tascón, le damos razones a una importante cantidad de nuestros compatriotas para no participar, estaríamos conspirando contra una importante misión de estas primarias. Se trata entonces de un problema político y no técnico, al cual hay que dar una salida política”. Y recomienda “no utilizarlas”.


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