I

A inicios de 2021, fue publicado un informe de la Fundación de Investigación del Instituto CFA, informe que, entre otras materias, analizó el impacto de la bitcoin en una cartera diversificada entre enero de 2014 y septiembre de 2020. Durante ese período, una asignación trimestral rebalanceada del 2,5% a Bitcoin mejoró los rendimientos de una cartera tradicional en casi un 24%.

El anterior hallazgo, ciertamente, constituye un tremendo impacto tan solo para una pequeña cantidad de 2,5% de bitcoin. Ahora bien, hay que tener mucho cuidado en cómo se interpretan hallazgos como este, que pueden hacernos creer que cuanto más criptomonedas se compren para incluirlas en el portafolio, mejor”.

Tal informe, para inicios de 2021, no era ninguna novedad en el mundo académico venezolano. A modo de ejemplo, una tesis de pregrado de la Universidad Metropolitana (Unimet) finalizada en junio de 2018 y dirigida por mi alumno y amigo Andrés Trujillo, llegó a la misma conclusión.

En efecto, el trabajo de Orlando Contreras y Juan García, titulado «Análisis del desempeño de un portafolio con monedas virtuales para mercados emergentes usando la teoría clásica de Markowitz», concluyó, entre otras cosas, lo siguiente y lo transcribo: Al momento de la elaboración de portafolios con el uso de activos digitales, el inversionista debe tener en cuenta que son instrumentos de alto riesgo y en consideración a esto, la inclusión de los mismos en los portafolios deben estar cercanos a una porción o peso de 0%. Ahora bien, asumiendo mayores niveles de riesgo, se pueden incorporar en la cartera hasta un 31% en activos digitales.

II

Pensar fuera de la caja es una metáfora que significa pensar diferente, de manera no-convencional o desde una nueva perspectiva. Esta expresión se refiere al pensamiento novedoso o creativo.

Pensar fuera de la caja fue lo que hicieron Adriana Hurtado y Eleana Pouey en su trabajo especial de grado (TEG) titulado «Aplicación de la metodología del proceso de análisis jerárquico para la construcción de un portafolio de criptomonedas», en noviembre de 2019. Tuve el placer de dirigir dicho TEG con el cual Hurtado-Pouey culminaron su maestría en Administración (MBA) en el IESA.

El trabajo de Hurtado-Pouey consistió en listar en orden de preferencia, un conjunto de n criptomonedas con base en k criterios de selección, con el propósito de conformar una cartera (portafolio) de criptomonedas. Para tomar la decisión sobre la jerarquía de preferencias, utilizaron el Proceso Jerárquico Analítico (PJA), una técnica de toma de decisiones multicriterio ideada por Thomas Saaty (1926-2017). El PJA ofrece un marco lógico, comprensivo y estructurado para enfrentar decisiones complejas y no estructuradas cuya finalidad no es prescribir ni la decisión «correcta» ni la «optimizada» (como en el caso de la Teoría Moderna del Portafolio del premio Nobel 1990 Harry Markowitz), sino ayudar a los decisores a encontrar la solución que mejor se adapta a sus necesidades y a su idiosincrasia, a partir de sus objetivos, imaginación, conocimiento y experiencia.

Así, Hurtado-Pouey y con ayuda del PJA, conformaron dos portafolios: el primero con 7 criptomonedas y el segundo, y aquí su genialidad y su creatividad, con las 7 criptomonedas del primer portafolio más una pequeña porción del mercado de acciones norteamericano, visto tal mercado en un ETF o Exchange Traded Fund.

Hurtado-Pouey utilizaron el ETF del S&P 500 denominado SPDR S&P 500 ETF Trust (donde SPDR significa Standard & Poor’s Depositary Receipts). En palabras más llanas y con relación al segundo portafolio: en lugar de conformarlo con instrumentos tradicionales (acciones, por ejemplo) y una pequeña porción con una criptomoneda, tal como lo hizo la Fundación de Investigación del Instituto CFA o como lo hicieron con anterioridad Contreras-García en la tesis de pregrado Unimet mencionada, Hurtado-Pouey hicieron lo contrario, esto es, utilizaron instrumentos no-convencionales (criptomonedas) y añadieron una porción de un instrumento convencional: el mencionado ETF.

La data diaria para estructurar el portafolio la obtuvieron en una ventana de tiempo entre agosto de 2018 y julio de 2019, un total de 261 observaciones, en una ventana en la que los precios de la bitcoin, a modo de referencia, estuvieron entre los 8.200 y los 10.800 dólares. El trabajo de Hurtado-Pouey no llegó a estimar la relación riesgo-rendimiento de ambos portafolios pues se limitó, en virtud de los objetivos expresamente establecidos en su TEG, al tema de Asset Allocation. Sin embargo y para ustedes, amigos lectores, traigo dichas relaciones.

Para el primer portafolio de 7 criptomonedas, los pesos o proporciones de las mismas halladas mediante el PJA, condujeron a un retorno anual esperado de 18,9% (en dólares) con una desviación estándar de 59,33%. Para el segundo portafolio de 7 criptomonedas más el SPDR S&P 500 ETF Trust (8 instrumentos), el mismo procedimiento con el PJA condujo a un retorno anual esperado de 15,9% (en dólares) con una desviación estándar de 46,60%. Es decir, la incorporación del ETF condujo a una reducción de 16% en el rendimiento y, correspondientemente, a una reducción de 22% en el riesgo del portafolio.

El portafolio diversificado, en general y sin optimizaciones, persigue el objetivo de materializar un rendimiento con un riesgo atenuado. Los resultados de Hurtado-Pouey fueron consistentes con dicho objetivo general. Sin embargo, la genialidad, como dije, consistió en salirse de la caja y pensar de manera distinta a todo lo que se ha hecho en materia de portafolios con activos digitales hasta ese -y este- momento.


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