Por  Dr. Pablo Kaplún Hirsz

Hace unos días, por redes sociales que se manejan mediante canales habituales de esta columna, difundimos una invitación a cooperar con una campaña, que aquí abajo se explica detalladamente, lanzada por la Cooperativa Caribana. La colecta en sí es un rostro más de la gigantesca crisis que vive Venezuela, pero quizás porque la gente necesite tanto de noticias buenas o tal vez por la ternura que inspira la idea de una mula cuya alforja va cargada de libros de cuentos para niños, las reacciones, en su mayoría eran de manitos con deditos pulgar para arriba en señal de aprobación o corazoncitos expresión de amor y ternura. La verdad es que la campaña necesita mucho más que eso. Hoy quiero hacer un llamado a colaborar de manera concreta; esperemos que así se traduzca en la realidad material que se describe claramente líneas abajo. Bibliomula es una forma de hacer “Geografía Viva”, probablemente una de las más apegadas a la idea original de Raoul Faure cuando acuñó el último concepto entrecomillado, pues dicho pensador buscaba que niños y niñas lograran acercarse a la la ciencia de los geógrafos, a partir de vivenciar su medio local, uno que se conoce detalladamente si se recorre con el andar lento, pero firme y continuado de una mula. Creo que también es por esa razón que Caribana y la organización de nombre geográfico y vivencial a la cual pertenezco, utiliza el nombre ideado por el educador francés antes citado, seamos aliados naturales en proyectos que, contra viento y marea, logramos plasmar en los andes merideños. Recuperar el medio rural es hoy, más que nunca, imprescindible para Venezuela.

Expresa la Cooperativa Caribana: “Tal vez encontrar una sola razón a la profunda crisis educativa que vive Venezuela sea imposible. En el escenario de una crisis humanitaria compleja como la que vivimos, el cúmulo de circunstancias hace un todo muchas veces insoportable y el estallido es inevitable: violencia en el camino a la escuela, migración de profesores y familias, escasez de todo tipo, fallas eléctricas y muchas otras razones han convertido el hecho de aprender en un reto difícil de vivir y de entender que tiene especial incidencia en las comunidades pobres, rurales y de difícil ubicación geográfica.

Es una terrible desgracia pensar siquiera que Venezuela esté regresando a índices de analfabetismo superados hace más de 30 años; sin embargo, cada día es más posible encontrar niños en edad escolar que no saben leer ni escribir,  porque no han tenido acceso a la escuela.

No hay duda de que, de todas, las secuelas que esta profunda crisis educativa dejará para el crecimiento del país y el fortalecimiento de su sociedad serán las más graves; por eso, es deber de la sociedad civil volcar su mirada a formas novedosas de llevar el aula a los rincones más apartados del país y darle a los niños la oportunidad de descubrir el mundo maravilloso de la educación.

 

La idea de Caribana

La organización de turismo responsable Caribana,  radicada en Mérida desde el año 2003,  en sus continuos desplazamientos por los páramos y pueblos más recónditos de la geografía andina venezolana detectó el germen de un problema que con el paso del tiempo se haría cada vez mayor,  hasta devenir en grave crisis; por eso, empezó a idear planes que le permitieran el desarrollo de un proyecto educativo,  que tuviera al mismo tiempo arraigo social y garantía de permanencia. Fue entonces cuando entró en contacto con la Universidad del Valle de Momboy, en el estado venezolano de Trujillo para darle forma a una versión “paramera” del proyecto Bibliomula,  ideado por ellos.

Es muy sencillo: se trata de equipar una mula con alforjas de libros, interesar a familias, maestros, niños y promotores de lectura y hacer que la mula recorra esos caminos escarpados a los que muchas veces no llega ningún otro sistema de enseñanza.

El año 2010 vio como una mula cargada de libros se convertía en mensajera de mundos interminables: los que se encuentran entre las páginas de un libro. Caribana hizo que la educación llegara a las más encumbradas montañas andinas, gracias a que las mulas solo necesitan un camino para recorrer, y los niños una mano amiga que les enseñe a descubrir el mundo.

Piedras en el camino

Tras once años de permanente trabajo en el que se han beneficiado comunidades de todos los pueblos cercanos a Mucuchíes en el páramo merideño, zonas altas del este de la ciudad de Mérida y los pueblos de la parroquia Jají al norte del estado en la Sierra de la Culata;  el proyecto Bibliomulas ha sufrido un grave percance que amenaza su permanencia: fue despojado de su mula.

Para quienes no conocen la realidad actual de Venezuela, debe parecer imposible pensar que puedan robarse una mula; pero, sucede y tiene explicación: Es un apetecido animal de trabajo cuyos precios en el mercado negro de animales es bastante alto. Es probable que esta sea la razón por la que el pasado 17 de febrero, Morichala, la mula de Bibliomulas, desapareció de su establo sin dejar ningún rastro.

Tras una intensa campaña en la que se involucró un gran número de merideños amigos del proyecto, tuvimos que darla por desaparecida y quedarnos sin  la mitad de lo que somos.

Hay que seguir adelante

Ha transcurrido un par de meses y cada vez es más obvio que necesitamos una nueva mula. Las comunidades beneficiarias, los niños de las escuelas rurales y los maestros radicados en remotos caseríos a  los que no llega electricidad y mucho menos señal de telefonía o Internet, solo tienen nuestra mula cargada de libros para continuar con su labor de enseñanza y aprendizaje,  y nosotros solo tenemos las alforjas cargadas de conocimiento para hacerlas llegar hasta donde ellos se encuentran.

Para solucionar el inconveniente de poner estas cosas juntas, estamos acudiendo a ti: necesitamos tu aporte para que,  entre todos, dotemos a Bibliomula nuevamente de su mula. Tenemos que recaudar 2.000 dólares para comprar una mula nueva y costear los gastos de establo y cuidados.

Es el momento en que te sumes a una causa llena de significados: en estos tiempos de velocidad de la información, viajes a Marte, comunicación satelital y exquisiteces tecnológicas, hay niños en las montañas andinas que aguardan por la mula cargada de libros,  para continuar alimentando sueños que los convertirán mañana en doctores, artistas o astronautas.

Eso lo es todo en la vida de muchos.

Contamos contigo[1]”.

 

 

[1] http://bibliomulamerida.blogspot.com/2021/04/una-nueva-mula-para-bibliomulas.html


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