«Locura: hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes», así reza la popular frase que bien puede aplicarse a la absurda idea que tiene la oposición venezolana de medirse en unas elecciones con el tirano Maduro de nuevo. Más que locura yo tacharía como una estupidez humana volver a presentarse en unos comicios con un Consejo Nacional Electoral sobre el que pesan numerosos señalamientos y del que se sabe que no hay ninguna evidencia de transparencia.
Los líderes opositores saben que no hay garantías para realizar un proceso de votación objetivo y transparente, no es la primera vez que involucran al país en un circo en el que terminan por burlarse de los votantes dando como supuesto ganador a la misma bestia que ahora está sentada en Miraflores.
Los venezolanos estamos asqueados del descaro de quienes hemos creído que eran nuestros representantes en la oposición. Ellos están jugando bajo las reglas del opresor y peor aún le están dado oxígeno.
Algunos de los nombres más conocidos de la oposición se deslegitimaron prestándose a ser títeres de la dictadura de Maduro. Quisieron entre otras cosas, embaucar al pueblo fomentando diálogos con los representantes del genocida de Miraflores, y ahora descaradamente pretenden seguir dándole legitimidad al régimen en las elecciones que se prenden realizar en 2024.
Es inconcebible que el sistema represivo, delincuencial y perverso del chavismo perdure en el país más tiempo, por eso es inaceptable que los supuestos opositores le quieran trasladar al mundo el mensaje falso de que se pueden llevar a cabo unas elecciones transparentes en Venezuela.
Yo me pregunto: ¿por qué quieren ser parte de una farsa electoral? ¿Les mueve algún interés personal?
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