Estamos acostumbrados a oír expresiones como “las bolsas rebotan” o “según el análisis técnico tal acción romperá una resistencia o un soporte”, pero hace falta que nos preguntemos por qué se producen esos comportamientos característicos de las bolsas y no siguen unos patrones más razonables.

En primer lugar, si soy un gran inversionista, puedo por mi volumen ejercer una influencia en la cotización de una acción. Comprando puedo, si consigo arrastrar al mercado, hacer que la acción suba, beneficiándome de ello, y, de la misma manera, si vendo masivamente puedo conseguir que la acción baje, habiendo vendido antes de que esto ocurra. Evidentemente esto conlleva ciertos riesgos que hacen que esta estrategia no siempre se cumpla.

El comportamiento de las bolsas suele seguir un patrón empírico, es decir, muchas veces se produce así porque anteriormente así lo ha hecho, no porque haya una razón para ello. De esta manera, si las bajadas han sido importantes, lo normal, como suele ocurrir, es que haya unas sesiones de rebote en las que los precios se recuperen hasta cierto punto.

Pero, ¿quién decide hasta qué punto rebotan las bolsas? o ¿cuándo rebotan las bolsas?, pues los “conocedores del mercado”, los que operan habitualmente en el mercado y conocen, por experiencia, cómo se comporta el mercado en distintas circunstancias y lo que es más probable que vaya a ocurrir.

Esto hace que un inversionista particular, ajeno al funcionamiento habitual del mercado bursátil, tenga menos probabilidades de ganar dinero que alguien que conozca el mercado. Y sobre todo, porque estos “conocedores del mercado” tienen convenciones propias, para coordinarse entre ellos y estar de acuerdo, solo para quienes conozcan estas reglas, de cuando hay que comprar o hay que vender. Esto se llama el análisis técnico.

Así es, el análisis técnico es un análisis que indica cuándo puede que suba o baje la cotización de una acción, no basado en información sobre la empresa en cuestión, sino basado en el gráfico del comportamiento de la acción, y el comportamiento habitual en el mercado de las acciones siguiendo las figuras de dicho gráfico. Así, los soportes indican cuándo una acción puede caer, y las resistencias, cuándo pueden subir. Pero no porque la empresa sea mejor o peor en ese momento, sino porque un gráfico así lo indica.

En  otras palabras, es un código de conducta, que siguen los operadores del mercado, y que les da ventajas sobre aquellos que no lo conocen.

Es cierto que los operadores del mercado bursátil ofrecen liquidez a cambio de especulación. Esto es más obvio en los mercados de divisas. Estos mercados también operan con análisis técnico. El operador que está comprando y vendiendo habitualmente, gracias al análisis técnico, sabe cuándo comprar o vender. El que acude al mercado puntualmente no lo sabe, pagará de más, pero podrá comprar o vender su divisa en muchos casos gracias al especulador.

Evidentemente, los operadores de bolsa también basan sus decisiones de compra o venta en análisis sobre las empresas cotizadas y sobre las expectativas económicas, pero no es la única fuente de información que siguen.

El análisis técnico y otras formas de comportamiento bursátiles no son sino compadreos entre los operadores de mercado. Es una manera de ponerse de acuerdo, sin que conste en ningún lugar y beneficiarse.

Esto perjudica sin duda al inversionista particular, que desconoce estos comportamientos “corporativistas”. Claro, este siempre tiene la opción de delegar la gestión de su dinero a un “experto”, pero esto siempre será a cambio de unas jugosas comisiones.

En definitiva, para hacer el mercado bursátil más transparente y atractivo a todos los inversionistas, este tipo de prácticas deberían ser reducidas a fin de que los pequeños ahorradores y las empresas que se financian a través de las bolsas se beneficien de un mercado más justo.


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