El título del presente artículo es el de un libro de Martha Nussbaum que se llama Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. En él, la autora nos alerta sobre una “crisis silenciosa” que viene creciendo desde hace muchos años en el mundo entero. Se trata del hecho de desechar a las humanidades de los estudios de bachillerato y de la universidad. Se ha reducido el presupuesto para ello en ese afán de las naciones por crecer en “ingresos”.

Para esta autora, las artes y las humanidades son cruciales en la formación de un individuo completo y sobre todo, de uno que se llame democrático. La razón estriba en que las humanidades fomentan un crecimiento interior, en reflexión, capacidad crítica y solidaridad con el prójimo, que la técnica, con todas sus bondades, no puede ofrecer. Al plantearse que la democracia necesita de las humanidades se decide por analizar antes qué cosa sea la democracia. Y esta es un modo de vida en el que todos los individuos aspiramos vivir en libertad y que se nos respeten nuestros derechos, teniendo también deberes. Pero es un modo de vida en el que estamos llamados a solidarizarnos con los demás, imaginando su situación y poniéndonos en sus zapatos.

¿Qué significa el progreso de una nación?, se pregunta. Implica un crecimiento en democracia, en libertades individuales y en solidaridad con los más necesitados, para que nadie quede excluido. Cita la Declaración Universal de los Derechos Humanos para entender lo que es una educación para la ciudadanía: “la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos.”

Esta educación, según Nussbaum, precisa del estudio de las artes y las humanidades, pues estas sensibilizan al hombre tocándolo en sus fibras más íntimas y le ayudan a adentrarse en el conocimiento propio y en el de los demás. ¿Cómo ser solidario con el otro, cómo ser abierto a sus sueños y esperanzas sin un poco de imaginación para ponerme en su lugar?

Nussbaum señala varias “aptitudes” que inculcan las humanidades por estar centradas en el hombre: la de reflexionar sobre cuestiones políticas que nos afectan a todos; la de respetar a los otros ciudadanos que tienen los mismos derechos que nosotros; la de interesarse por la vida de los otros; la de imaginar cuestiones complejas que afectan la vida humana en su desarrollo, como la infancia, la adolescencia, la adultez, la enfermedad y la muerte; la de ser capaz de emitir un juicio crítico realista sobre los dirigentes políticos; la de pensar en el bien común de la nación y la de ver a la propia nación como parte de un orden mundial complejo que trasciende los intereses personales.

Estas “aptitudes”, como las llama, están siendo suplantadas por la ciencia y la tecnología y las consecuencias se harán sentir tarde o temprano. Indica que son los mismos padres quienes exigen en las escuelas y en las universidades brindar más conocimiento científico a los hijos en detrimento de las artes y las humanidades, sin saber el daño que hacen.

Las emociones, las virtudes, la sensibilidad, la vida, la muerte, la intimidad, son todos aspectos del hombre que tratan las humanidades y no pueden ser suplidas por la técnica. ¿Qué es el hombre? ¿Cuá es su sentido en la vida? son preguntas que se responden desde las humanidades para la vida. El hombre es un ser complejo y la sola técnica lo reduciría en sus posibilidades si omite este otro ámbito de estudio que lo conforma como persona.

Los humanistas aceptan mucho más a la ciencia y a la tecnología que los científicos a las humanidades. Creo que se debe a que los humanistas son conscientes de que todas las ciencias tienen su origen en la filosofía y ellos, también, por su carácter más abierto, usan la tecnología. Reconocen su valor. Pero a veces no sucede al revés. Las humanidades son dejadas a un lado como pérdida de tiempo y saberes ociosos y no se ve lo necesarias que son para formar individuos completos, verdaderamente humanos y ciudadanos democráticos cabales.

El libro de Nussbaum es muy interesante porque habla no solo de lo que está sucediendo en los bachilleratos y universidades americanas sino en las hindúes. Analiza cómo el ideal de Tagore está mermando en la educación en la India, precisamente por el afán de educar en cómo “ganar más”.  Dice que las humanidades no vienen a obstaculizar esa necesidad de fomentar ingresos que todos tenemos, sino que viene a sensibilizar al hombre y a hacerlo un ser solidario con el más necesitado.

Ojalá que esta batalla por lograr que las humanidades renazcan sea efectiva, porque así tendríamos un mundo más humano e individuos más sensibles y profundos, además de verdaderamente democráticos, abiertos y reflexivos.


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