Una democracia es estable en la medida que predomine una cultura política más participativa,.. y más abierta en la sociedad

Dictadura es un término de uso común en el lenguaje político de la oposición, para referirse a la ausencia de democracia, que hoy en día aún permanece en  escenarios de nuestro continente.

Según el Diccionario Político de Bobbio, la Dictadura en la República Romana, era un modo de suspender temporalmente el orden constitucional, creando un sistema de gobierno o régimen gubernamental donde todos los poderes del Estado, se concentran ilimitadamente en un individuo, grupo o un partido con una precariedad de reglas de sucesión del poder.

¿Qué debe ocurrir para que un dictador caiga? Todo dictador se sostiene sobre unos pilares, y si uno o más de estos se quiebran, la estructura colapsa. Dichos pilares están constituidos por grupos de poder, internos o externos, que se benefician del sistema y que los abandonan siempre y cuando les convenga a sus intereses, o si son derribados por sus opositores.

Estos últimos pueden ser el pueblo entendiéndose como una mayoría de la población, la comunidad internacional o fracturas internas. La presión de la calle por sí sola no tumba a un gobierno, pero puede impulsar a uno de los pilares a retirar su apoyo al dictador, como ha sucedido en innumerables ocasiones donde estos caen tras movilizaciones populares.

Y así ocurrió con Rojas Pinilla en Colombia, Somoza -padre e hijo- (Nicaragua), Strossner (Paraguay), Pinochet (Chile), Stalin (Unión Soviética), Idi Amin (Uganda), Hussein (Irak), Pol Pot (Camboya), Mussolini (Italia) Videla (Argentina), Pérez Jiménez (Venezuela) y otros tantos dictadores en Latinoamérica, Europa, África y otras latitudes en las que hicieron sentir las garras de las más oprobiosas dictaduras.

Los regímenes de Anastasio Somoza y Fulgencio Batista fueron derrocados por insurgencias armadas en el campo de batalla. Sin embargo, en términos de libertades y democracia, algunos de los casos anteriores terminaron igual o peor, como Nicaragua y Cuba, respectivamente.

No obstante, a pesar del progreso en América Latina en las décadas recientes, muchos países en la región tienen democracias frágiles. Esta fragilidad reside principalmente en los bajos niveles de participación, culturas democráticas, deterioros en áreas como la libertad de prensa e independencias de las instituciones.

Según Gabriel Almond, es importante que una democracia sea estable, en la medida que predomine una cultura política más participativa, y más abierta en una sociedad. Aunque se cuente con las instituciones y las leyes adecuadas, si la cultura política tiene rasgos autoritarios o de algún otro tipo, dicha democracia será frágil y tendrá pocas probabilidades de consolidarse. Dicho de otro modo, nuestro sistema político es un reflejo de la cultura que subyace en él. De ahí nace la importancia de promover actitudes democráticas entre los diferentes grupos de nuestra sociedad venezolana, para  constituir un gobierno sólido y democrático.

La mayoría de países iberoamericanos se incorporaron al sistema democrático a finales del siglo XX. La presencia de las dictaduras durante este siglo permitió que los países de la región sufriesen un gran estancamiento sociopolítico, en comparación con otros países del mundo, y el caso más palpable lo tenemos en nuestras propias narices, en la tierra que parió al hombre que nos dejó como legado la tan ansiada libertad y democracia: Simón Bolívar.

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