Como ocurriera en los años treinta del siglo pasado, después de la crisis económica de 2008 y, sobre todo, del sufrimiento que esta generó, surgen los líderes políticos populistas. Ya he mencionado en otros artículos el nacimiento del nazismo, el fascismo y el comunismo a los que habría que añadir otros como el peronismo o franquismo. En los últimos años y ya en el siglo XXI han sido muchos y variados como Marine Le Pen en Francia, Nigel Farage en el Reino Unido inspirador del Brexit, Viktor Orbán en Hungría, el polaco Jaroslaw Kaczynski, Putin en Rusia, Bolsonaro en Brasil, Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, López Obrador en México o partidos políticos como Podemos en España, Syriza en Grecia y los partidos nacionalistas independentistas españoles, sobre todo los vascos y catalanes. La Iglesia Católica cuya escala de valores ha impregnado gran parte del mundo, en especial Europa y América, decía que los enemigos del alma eran mundo, demonio y carne, pero la realidad es que los verdaderos enemigos del ser humano son el racismo, el nacionalismo y el extremismo ideológico, político y religioso. En estos tres ejes y la exaltación más primaria de las emociones, fundamentan los populistas sus principios, la ideología, la práctica política y los discursos.

En general, los seres humanos reaccionamos mal ante las adversidades, y ante situaciones que no nos gustan o de sufrimiento, tendemos a sobrerreaccionar y aportar soluciones excepcionales, atajos, e incluso opciones mágicas. También es cierto, y más en este tiempo, que nos hemos vuelto muy materialistas, adoramos demasiado al becerro de oro. A veces, parece que lo más importante es el dinero y todo lo que tenga un valor tangible material como una buena casa, un auto y el acceso continuo a los bienes de consumo como ropa, comida, aparatos tecnológicos y ocio. Estamos acostumbrados a que cada vez tengamos más dinero, más confort y más cosas, pero  si por cualquier causa en vez de más, tenemos menos, o nuestros ingresos económicos disminuyen, nos indignamos mucho y reaccionamos mal, ahí se genera el caldo de cultivo de los líderes políticos y los partidos oportunistas. En el oportunismo político que se aprovecha de las emociones primarias de las personas es donde crecen los líderes y partidos populistas. A veces hay una realidad que se puede explotar y manejar de forma interesada, para pescar en río revuelto, manipulando emociones, insatisfacciones y la indignación de la sociedad o de algunos colectivos por determinados sufrimientos. Al comienzo de los años veinte del siglo XX, Alemania estaba económicamente asfixiada por las obligaciones económicas del Tratado de Versalles como consecuencia de sus responsabilidades en la Primera Guerra Mundial, mientras intentaba la reconstrucción democrática de la República de Weimar, estructura o régimen político entre los años 1918 y 1933 de Alemania tras su derrota en la Primera Guerra Mundial. El desánimo, la humillación, la inseguridad y la crisis económica deprimía e indignaba a la población. En este marco inigualable para exacerbar las emociones y para utilizarlas políticamente nació el líder político Hitler, después de afiliarse al Partido de los Trabajadores Alemanes se transformó en un magnífico orador y su principal líder. El 16 de octubre de 1919, al poco tiempo de ser miembro del partido, dirigió su primer gran discurso en el sótano de la cervecería Hofbranhaus del centro de Bonn. Pronto cambió el nombre del partido que pasó a llamarse Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP).

Hitler, a partir de las emociones populares de un pueblo deprimido, asustado, indignado, y partiendo de un partido obrero, estructura un partido popular de corte fascista, nacionalista, xenófobo, racista, antisemita, anticomunista y de repudio total a la democracia liberal, aunando todos los elementos más oportunistas para tener éxito, liderazgo y apoyo popular. Los alemanes se sentían humillados y empobrecidos por la derrota de la Primera Guerra Mundial y Hitler los capta con una excelente oratoria, los alemanes demandaban nacionalismo y venganza contra los ganadores. De esta manera utilizaba al máximo nivel los tres elementos que hemos definido como enemigos del hombre, el racismo, el nacionalismo y el fundamentalismo ideológico.

Una vez que el líder populista o el partido consigue el poder sea mediante golpe de estado, revolución o democráticamente, transforma el sistema hacia el autoritarismo y en muchos casos hacia la dictadura. Al populista en el fondo le da igual ser nacionalista o no, le da igual una raza o una cultura que otra, o una ideología determinada, otra parecida o una completamente diferente, en general les da igual dar rienda suelta a su odio, porque solo piensan en ellos en su megalomanía, si algo les facilita el acceso al poder bienvenido sea. Es posible que en el origen, muchos de ellos tengan un conjunto de principios o valores morales que a su vez a partir de ellos se sientan más cercanos a una ideología que a otra pero siempre y cuando esa ideología les acerque al liderazgo y al poder. El poder ante todo y a cualquier precio. El poder lo tiene todo y más si es totalitario y populista.

Hitler empezó su liderazgo político en el ambiente obrero y supuestamente de izquierdas, lo que rápidamente canjeó por el nacionalismo y el racismo hacia una supuesta derecha pero que odia la democracia liberal y el mercado libre capitalista. Antes que era más fácil definir lo que claramente es izquierda y es derecha, realmente no era ni lo uno ni lo otro, era un dictador populista supremacista en casi todos los órdenes, despiadado y asesino. El líder populista no tiene alma y aunque tenga o haya tenido creencia religiosa él se quiere convertir en un dios que maneja, controla, domina y somete a sus ciudadanos y si puede al mundo entero.

El dictador y el populista son supremacistas ideológicos, pero lo son no porque tengan esa ideología sino porque lo necesitan para ejercer con autoridad y fuerza con base en unas ideas supuestamente potentes y superiores que justifiquen su poder autoritario, intolerante y ausente de transparencia.

El populista es una evolución hacia la dictadura o la tiranía. Si puede o lo necesita se transforma rápidamente. El populista se transforma en un semidiós, tiene derecho a pensar y actuar por nosotros ya que él sabe mejor que nosotros lo que tiene que hacer, debemos ser regañados y castigados. Nuestra forma de pensar se debe adecuar a la suya por eso en muchos casos, a partir de los medios de comunicación se vuelve omnipresente. En general, se debe entender que las estructuras de poder deben estar al servicio del pueblo, de los ciudadanos. Ellos y sobre todo el máximo dirigente trabaja para nosotros, toma decisiones en nuestro nombre, y a nuestro beneficio, si lo hacen bien tienen el apoyo y el aplauso de los ciudadanos, y en caso contrario, la desaprobación y la crítica. El líder político gestiona nos impone leyes y normas a través del órgano legislativo, pero debe ser objeto de nuestro control y crítica. Cuando un dirigente político, un presidente de gobierno o Estado critica, regaña a la población está asumiendo un papel que no le corresponde. Cuando presiona, regaña y hablan a gritos abusan del poder que les hemos dado para usarlo en tal sentido, contrario al debido.

Cuando un jefe de gobierno o presidente de Estado aprovecha el poder que le hemos dado para atacar a determinados colectivos, grupos sociales o individuos concretos, su abuso de poder es mayor, puesto que se apropia de lo que el pueblo le ha otorgado, en beneficio del político y en contra del pueblo, de colectivos o grupos sociales determinados o personas en concreto. En ocasiones los populistas suelen apoyarse en una parte de la sociedad en contra de otros, avivan las diferencias entre unos y otros, generan y crean bandos entre buenos y malos, protegen a los supuestos buenos contra los supuestos malos. Utilizan el aparato del Estado y sus recursos a favor de una parte de la ciudadanía. Por supuesto, como ellos son de los buenos y se merecen todo, gozan de un sinfín de privilegios y lujos aparte de apoderarse del uso y disfrute de los bienes del país.

Con el tiempo ostentan sus riquezas, las cuales están en todo caso justificadas dado el importante papel que como gran líder tienen. En muchos casos roban todo lo que pueden del Estado en beneficio suyo, de su familia y amigos. No todos los que roban y se apropian de bienes y dinero del Estado o de sus empresas públicas son populistas pero casi todos los populistas lo hacen a veces en cantidades groseras y desproporcionadas.

Sirva como ejemplo el caso de Daniel Ortega, presidente populista de Nicaragua, autoritario, más dictador que demócrata, se le calcula una fortuna personal superior a los 2.500 millones de dólares. A la hija del fallecido presidente de Venezuela Hugo Chávez, María Gabriela Chávez, solo en sus cuentas bancarias de Estados Unidos y Andorra tiene más de 4.000 millones de dólares.

Como el de la cantidad ingente de personas y dinero que han robado demasiados chavistas y sus entornos familiares y personales en Venezuela, un país donde hay hambre, escasez y todo tipo de necesidades. En el robo y el saqueo del Estado participan también en algunos casos dirigentes y diputados de la oposición que se han dejado comprar por el chavismo.

Lo mismo pasa con la familia Kirchner y su entorno en Argentina, representado por la ex presidenta Cristina Kirchner, actual vicepresidenta. Cuánto habrá robado Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Fujimori en Perú, Salvador Sánchez Cerén en El Salvador. A algunos de estos ex presidentes populistas no se les han detectado grandes fortunas pero viven muy por encima de sus supuestos ingresos, tienen casas, propiedades y lujos, al igual que su entorno familiar, que no pueden justificar cómo lo han podido pagar, en general utilizan testaferros y sociedades opacas en paraísos fiscales.

En una dictadura, los medios de comunicación son vigilados y controlados por el poder político, en una democracia están al servicio del ciudadano y la sociedad, rige la libertad de prensa y desde la objetividad deben estar al servicio de la información y de la verdad, sujeta a la competencia del mercado en los que el uso de los distintos medios por la ciudadanía se cuantifica por sus compradores y seguidores, es decir, su audiencia y digamos que el enfrentamiento de un medio de comunicación con el mercado es el que marca su valor y su precio. Es cierto que un periódico se somete todos los días a una especie de referéndum de aceptación con su venta diaria a través del kiosco o la suscripción.

Ahora con la casi desaparición del papel, la venta en el kiosco prácticamente ha desaparecido, pero queda la suscripción digital y su cálculo de lectores que ahora es casi preciso ya que el sistema digital controla con todo lujo de detalles el número de lectores y características de los mismos. Hoy día el verdadero sustento de los medios de comunicación es su audiencia o lo que es lo mismo el número, frecuencia y tiempo de uso de sus seguidores. A partir de la audiencia entran los anunciantes a través normalmente de agencias de publicidad que son los que pagan por utilizar los medios de comunicación como sistema de publicidad y marketing para dar a conocer sus productos, sus precios y calidad de los mismos para competir adecuadamente en el mercado. En la prensa tradicional los anuncios ocupaban un espacio físico en el diario o revista impreso, en función del tamaño, ubicación y audiencia, paga más o menos precio el anunciante. La audiencia, si hay democracia y libertad la marca la sociedad, es decir, el mercado, en este caso de las ideas y el económico.

La radio y la televisión solo se enfrentarán al mercado económico mediante la audiencia y la publicidad, no hay compradores que a diario vayan al kiosco a comprar un ejemplar y que de esa manera, como algún director del periódico llegó a definir como la democracia del periodismo ya que un lector que compraba cada día su ejemplar era como si le votara, no le faltaba razón.

La audiencia es parecida pero no es lo mismo porque tiene sus trampas. La primera y más importante refiriéndonos a la radio y la televisión es que estas dependen de las concesiones, las concesiones en general las otorgan y dependen de los gobiernos, estas son escasas y contingentadas, lo que dependen en muchos casos de la arbitrariedad del poder. La experiencia de las últimas décadas es que las concesiones sean otorgadas sin apenas costo, sin verdadera competencia a los sectores afines al gobierno y dentro de estos a sus allegados y amigos.

El problema adicional de las concesiones o permisos, como sus palabras dicen, depende de la autoridad que los otorgan y por lo tanto en muchos casos son susceptibles de ser retiradas, no prorrogarse o ser presionados en todo caso. En las dictaduras son reservados al propio Estado o a los totalmente afines y si hay negocio para los amigos afines. En los gobiernos populistas, como siempre, es una línea intermedia pero cada vez más cerca de la forma de actuar de los estados totalitarios. En una dictadura es esencial el control de los medios por y para los dictadores, en los gobiernos populistas poco a poco también.

Hugo Chávez en 1999, a los tres meses de asumir su investidura como presidente de la República de Venezuela, instauró un programa de televisión que empezaba todos los domingos a las 11:00 de la mañana y solía terminar a las 6:00 de la tarde. Desde allí y utilizando todo el espectro nacional de medios públicos de Venezuela, como Venezuela de Televisión, Vive Venezuela, Radio Nacional de Venezuela, Venezolana de Televisión, YVKE Mundial y otros medios regionales y locales.

Hugo Chávez era el moderador y desde allí anunciaba medidas políticas, gestionaba el país, hablaba con otras personas, hacía comparecer a funcionarios públicos y ministros e invitaba a participar a dirigentes y presidentes afines de otros países como Evo Morales, Luis Ignacio Lula Da Silva, Cristina Fernández Kirchner y Fidel Castro. Todos de corte populista, ninguno que no lo fuera. Este tipo de programa desde el que Chávez llegaba a amenazar a personas concretas de Venezuela y por supuesto a dirigentes de otros países, fue de alguna manera imitado por compañeros presidentes como Correa en Ecuador y Putin en Rusia. Además de los programas de Aló, presidente, o parecidos, en algunos países como también Venezuela con Chávez y Maduro, en Argentina sobre todo con Cristina Kirchner, Chile durante el gobierno de unidad popular, Honduras con Celaya utilizaron el sistema llamado “emitir en cadena” que consistía en que a los presidentes de determinados países como los que hemos nombrado la ley les permitía para asuntos de gran importancia por necesidad pública poder emitir programas conjuntos en todas las cadenas de televisión públicas y privadas, en general de forma obligatoria. En el caso de Chávez lo hacía cuando y como quería, en ese momento todas las cadenas de radio y televisión tenían que emitir lo que su gobierno y presidente querían, interrumpiendo sus emisiones de otro tipo. En enero de 2010 la señal de radio Caracas Televisión Internacional (RCTVI) fue cortada por orden del gobierno por no emitir el programa en cadena, en ese momento ya ésta televisión solo tenía emisión por suscripción ya que la de canal abierto había sido revocada en 2007.

Ni qué decir tiene que el motivo de los programas en cadena nacional, que además de ser totalmente antidemocráticos, obedecen en la mayoría de las veces a cuestiones espúreas, personales, partidistas, ególatras o idólatras. Es un uso interesado y partidista de los medios de comunicación tanto públicos como privados, no necesario y más en los tiempos de la revolución de la comunicación y de la era digital. Y aparte, no es en absoluto el uso discrecional y fuera de lo corriente, discreto y proporcionado de los medios de comunicación por parte de los dirigentes gubernamentales mínimamente democrático, en ningún orden ni con ningún pretexto. Por eso es un uso extendido por dictadores o por aprendices de dictadores que son los populistas.

En México el actual presidente populista realiza a la 7:00 de la mañana todos los días ruedas de prensa que suelen durar más de dos horas con un guion parecido al de los dirigentes chavistas. Es otro ejemplo de abuso permanente y continuo de los medios de comunicación. Fidel Castro, dictador con todos los certificados posibles, al menos cuando hacía discursos de muchas horas del tirón se los preparaba y tenía un guion. Los seudoaprendices de dictadores lo que hacen es acaparar la cámara y hacer en público, con algo de teatro, lo que deberían hacer eficientemente en su trabajo cotidiano, es una especie de gran hermano o superviviente, pero a mejor gloria de una sola persona, él mismo.

Hay otros sistemas para manipular o utilizar los medios de comunicación a favor del poder como la existencia de medios de comunicación del Estado manejados esencialmente como sistemas de propaganda a favor del gobierno, una estructura partidaria, el partido político, sus dirigentes y de las acciones concretas que el gobierno o el partido quieran. Como he comentado en otras ocasiones, la compra o soborno de periodistas o directores y propietarios de medios de comunicación, la coacción o presión de los mismos y las subvenciones selectivas o como premio al comportamiento con respecto al gobierno y el partido. Y la inversión publicitaria en función o no de ese supuesto buen comportamiento de los medios o la ideología de la línea editorial.

En general en los tiempos actuales no debería haber medios de comunicación públicos, si existen deberían ocupar una mínima parte del espacio de la comunicación y siempre deben ser independientes del poder político. Con el control de los medios de comunicación públicos se controla la opinión pública y si se controla la opinión pública se controla el pensamiento y la opinión de la mayoría de los ciudadanos, y a través de ese control es fácil ganar elecciones.

Las dictaduras, en menor medida los populistas, no tienen el apoyo real que ellos manifiestan e intentan demostrar, lo que tienen es un apoyo condicionado por el poder absoluto o casi absoluto y manipulado por su control de los medios de comunicación y su aparato propagandístico.

Disculpadme que en muchas ocasiones utilice una forma de análisis paradigmático ya que es a mi juicio la mejor forma de demostrar los casos de forma sencilla, concreta y didáctica. De hecho, este sistema se basa en el método científico de investigación ya que consiste en la observación sistemática de los hechos, levantamiento de hipótesis, medición y experimentación para formular un análisis y en su caso, rectificar o modificar la hipótesis inicial.

Realmente utilizo paradigmas, métodos científicos y métodos empíricos. Este último se basa en la experiencia, el estudio y en la observación de los hechos. También utilizo razonamientos inductivos y deductivos, inductivos son los que el resultado o conclusión del análisis es general y el deductivo cuando la conclusión es segura. Creo que en el caso de la existencia de la mano invisible y del mundo de las ideas es una conclusión a partir de un método científico y deductivo, lo cual creo que es sociología o politología científica, cuestión distinta a la sociología del conocimiento científico que no es otra cosa que el estudio de la ciencia como una actividad que está en línea con el anterior artículo dedicado a la era digital en la que se repasan los grandes avances tecnológicos y científicos que han y están cambiando al ser humano y su forma de vida.

Los populistas son alternativas políticas en camino a la dictadura, pero que en los tiempos actuales por la globalización de la economía, de la sociedad incluso de la cultura, no pueden llegar a determinados niveles de opresión y represión.

No todos los populistas tienen el mismo grado; los hay que han llegado a transformarse en una total dictadura, como Venezuela. Están los que casi lo son o lo son en gran parte de las cuestiones, pero todavía mantienen ciertos trucos tramposos para aparentar un mínimo grado de democracia como es el caso de Nicaragua; y otros incipientes como México, la hasta hace poco Bolivia de Evo Morales o la Argentina de los peronistas y otros que apuntan maneras.

También, cómo no, hay dictaduras como hemos dicho antes con todos los certificados. En ese aparentar determinados falsos tics democráticos están los que falsean elecciones en algunos casos totalmente y en otros parcialmente, lo suficiente para convertir derrotas en victorias. Lo triste del caso como ya hemos comentado, es que esos dictadores encubiertos logran amigos en otros países, en muchos casos en las dictaduras árabes, China y Cuba o pseudo democracias como Rusia, o peor, de alguna democracia como es el caso de la connivencia del actual gobierno de Pedro Sánchez en España con Cuba, Venezuela o los populistas latinoamericanos. A título personal, pero no denostado por el gobierno de España ni por el PSOE, el caso expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero.

En ningún caso hay que confundir populista con popular. Populista según la RAE es la “tendencia política que pretende atraerse a las clases populares” que yo lo extiendo a una serie de comportamientos que se tratan de definir en extremo en este artículo en función de la realidad vivida en el siglo pasado y en este. Pero si hay populistas que tan solo pretenden atraerse a las capas populares sin trampas ni argucias para mantenerse en el poder y no tienen los comportamientos que aquí estoy definiendo esos no son los populistas de los que hablo. Realmente no conozco ninguno de los anteriores y sí muchos de los antidemocráticos que van en clara deriva y en el camino de la dictadura y la supuesta atracción y sensibilidad hacia los sectores populares solo es una artimaña estructural.

Popular, en cambio, es el que pertenece al grupo mayoritario de la sociedad, es originario de ella, o que pertenece a las clases más bajas, también se usa como conocido, famoso o querido socialmente.

Una clave importante de todos los populistas es generar un hiper liderazgo en el que todas las estructuras dependientes de él tengan escasa autonomía política y menor capacidad para discutir y mucho menos criticar las decisiones y actuaciones del líder. Todo es a mayor gloria del líder y con un gran culto a su personalidad. Para conseguir este hiper liderazgo se empodera buscando el apoyo directo de las bases, saltándose las estructuras intermedias, quedando para él y centrado en él todo el mérito y el apoyo de sus estructuras y de la ciudadanía. Ahora con el renacimiento del populismo están en auge los hiper liderazgos y el debilitamiento de las estructuras, de sus barones, sus líderes locales y regionales y líderes sectoriales. Un cierto poder absolutista.

El problema del populista es que con el tiempo hace daño a la sociedad y la economía, pero quieren mantenerse en el poder a cualquier precio, con lo que llevan al país a un tremendo deterioro en todas las cuestiones, dificultando una opción de solución integral del problema que pasa fundamentalmente por su salida del poder. Muchas veces no salen porque tienen miedo de que al abandonar el poder les espera la responsabilidad, incluso penal, por todos los delitos y atropellos que han realizado durante su mandato, incluyendo casi siempre el de corrupción.

Hay también aprendices de populistas de menor grado que practican parte de los vicios del populismo, por ello he elaborado un decálogo de 12 puntos del perfecto populista:

  • Generar y situarse en el hiperliderazgo y el culto a la personalidad del líder, eliminando el poder de las estructuras intermedias.
  • Transformarse en supremacistas ideológicos y considerarse moralmente superiores.
  • Uso y abuso de los poderes del Estado y del gobierno más allá de sus límites.
  • Luchar por el poder para mantenerse en él a toda costa y a cualquier precio.
  • Presencia pública excesiva utilizando su influencia y poder en los medios de comunicación.
  • Autoritarismo o tendencia al autoritarismo.
  • Amañar elecciones lo suficiente para mantenerse permanentemente en el poder.
  • Insultar y despreciar a la oposición democrática y a cualquier grupo social o movimiento que no lo apoye o que sean críticos.
  • Utilizar el patrimonio del Estado con fines sectarios, personales o partidistas.
  • Favorecer política y económicamente a un amigo, persona de su partido, socio de su gobierno o como entrega a cambio de apoyos políticos.
  • No aceptar la independencia de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial y controlar o intentar controlar y pervertir el poder judicial.
  • Regañar al ciudadano, a determinados grupos sociales, entidades u otros partidos y hablar públicamente demasiado alto o gritando.

http://carlosmalodemolina.com/


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