Pierde Macri elecciones en Argentina e Iván Márquez emite un comunicado pregonando el inicio de la guerra. ¿Cuál es el significado de estos sucesos?, ¿cuántos colombianos están con y detrás de este anuncio? ¿Cuál será la suerte del proceso de paz, que según Uribe nunca existió? ¿Reaccionarán los argentinos?

Hoy como nunca Latinoamérica está bajo asedio: el retorno del peronismo, la declaración de guerra de Iván Márquez, los desatinos de AMLO, que pretende instalar el socialismo en uno de los países más complejos del continente. Culturas fuertes chocan entre sí, ninguna gana, todas pierden, algunos más que otros.

En estos momentos confusos es indispensable retomar, calibrar nuestro sentido de la vida o como dicen los expertos, el flujo, lo que queremos hacer, la narrativa que nos llena de expectativas. Los espacios institucionales hay que tomarlos con ideas, propuestas que infundan esperanzas.

Por lo pronto mencionaré algunas: la primera es tomar conciencia de que hoy existe un gran boquete abierto. Crear, fortalecer y ponernos bajo la égida de un Estado superpotente no ha sido más que un camino a la servidumbre, como han enseñado Chávez y Maduro. Si el país está sometido al poderío estatal, los ciudadanos están anulados, no existe reclamo ni responsabilidad individual, todo se maneja desde el paquidermo estatal.

Cada uno de nosotros se siente víctima, hay un culpable afuera, el coco, ese ente lo hemos construido nosotros, al no ver claro que teníamos deberes, obligaciones y que todo no se resuelve desde la cúpula estatal. Abdicar o descargar de su valor el derecho a elegir era simplemente ceder todo el poder a quien ejerce el dominio sin restricciones.

Hoy es nítido que construimos una mole estatal que nos tiraniza y nuestra primera tarea es comprender que tenemos que demolerla, la oposición tiene que asumir posiciones políticas contundentes. Saldremos de Maduro, pero hay que visualizar lo que proponemos al país. Se trata de una vez por todas de comenzar a superar la coyuntura y pensar quién es el sujeto activo de esta sociedad, el Estado o los ciudadanos, si son estos últimos tienen que atreverse a luchar por ideas de cambio.

Por dónde empezar, alinearnos tras la imperiosidad de construir un Estado de Derecho, contrario a la manipulación, una sociedad donde ante la ley todos seamos iguales, como dice el maestro Emeterio Gómez, donde todos los nacidos en esta tierra puedan llegar a la línea de partida y de allí arrancar con sus fuerzas y debilidades, con las capacidades que hayamos atesorados y con los deseos de alcanzar metas. El maestro Hare Krishna Gurudeva, enseña que las leyes son emanaciones del poder de Dios para buscar el bien y la verdad. ¿Qué podemos pensar de un país donde la ley está en manos de ateos, delincuentes, iletrados. Esas leyes que emanan del TSJ, como vemos cada día, son contrarias a emanaciones divinas en busca del orden y la prosperidad. Son un ejercicio tiránico parido por un Estado para el cual los ciudadanos, el respeto al individuo no existe. Una sociedad sin jueces y sin leyes que garanticen que todos somos iguales ante la ley no es más que un recinto de pasiones primitivas, odios, venganzas, corrupción y torturas.

Para que el Estado de Derecho brote, se instale, es menester que pasemos de la tarea acomodaticia de vivir defendiendo derechos, estableciendo privilegios que no son respaldados con nuestra responsabilidad activa ciudadana. Para que la educación y la economía estén a favor de la prosperidad y la libertad los ciudadanos tienen que asumir sus responsabilidades. Empecemos con preguntas elementales: ¿Cómo se forman los jóvenes para ingresar al mercado de trabajo?, ¿qué conexión existe con los industriales, productores, comercializadores?, ¿qué necesidades de aprendizaje, de capacitación tenemos enfrente? ¿Qué dicen los partidos políticos, tienen todos los venezolanos oportunidad de aprender, adquirir una destreza que los capacite para trabajar? ¿Por qué en Venezuela con toda la renta petrolera no hemos invertido en crear oportunidades a los más pobres para aprender y superarse? ¿Qué hace un joven que egresa de la escuela básica y no tiene dónde aprender, ni un sitio que los incorpore como trabajador y a la vez se responsabilice con su formación? La educación hay que arrebatársela al Estado y convertirla en responsabilidad ciudadana. Las leyes no pueden estar en manos de una mafia que usa el poder para negar la libertad, oprimir, destruir, tal como se ejerce hoy en Venezuela.

La gran ventaja de hoy es que estamos aprendiendo a distinguir cuáles son nuestras responsabilidades y que no podemos dejarlas en manos de un Estado tiránico. Aprendemos o el peronismo, guerrillas y castrismo están a la vuelta.

 

 


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