Todos los días emergen noticias e informaciones sobre las actuaciones de los poderes públicos que hace tiempo perdieron su norte, al convertirse en instituciones que contrarias a sus funciones, jugando abierta y permanentemente en contra del pueblo venezolano.

Quisiera comenzar por el Poder Legislativo, llámese Asamblea Nacional, nada productiva en cuanto a buscarle solución a los graves problemas del país, cuya mayoría oficialista jugó con el sector que dice ser falsamente oposición y aprobaron un presupuesto para el 2024 en el que estiman subir 10% el salario a los trabajadores de la administración pública, cuya escala salarial es catalogada  de miserable, que genera empobrecimiento acelerado, angustia y zozobra permanente en toda la masa laboral del país.

Entre estos desatinados y controversiales parlamentarios se encuentran algunos cuestionados y creados forzosamente, candidatos presidenciales, pertenecientes a los partidos judicializados. Otros vulnerables y susceptibles al negociado, transformándose finalmente en cómplices y complacientes de la barbarie. Todos sodomizados por el oficialismo, que implosiona, descontrola, perturba y pervierte todo lo que toca.

No es esto acaso una acción conjunta a todas luces inmoral, observar al parlamento aprobar por unanimidad la continuidad del atropello y violacion de los derechos humanos y constitucionales de los venezolanos. Ciertamente tenemos un parlamento desdibujado y desconfigurado como órgano legislativo y contralor, pero transformado y rediseñado para contribuir con el fortalecimiento del control social y el sostenimiento del modelo socialista, asumido ya, por los venezolanos, como un fracaso  que propulsó y ejecutó la ruina del país.

El CNE, llamado Poder Electoral, por décadas controlado y presidido por miembros del PSUV, no deja de sorprender con sus configuraciones y figuras históricas y recientes, todas parcializadas, que se comportan bajo los esquemas de lealtad a la ilegalidad y divorciados de la institucionalidad.

Se dio recientemente un referéndum consultivo donde participación fue extremadamente baja y que sorprendentemente, siendo un evento de consulta y participación ciudadana, se observó en varias publicaciones a contingentes de la fuerza armada en formación,donde sus tropas llevaban las máquinas de votación y distribuían el material electoral, tarea que deben cumplir el personal del CNE y no la FANB, que solo les corresponde el resguardo y seguridad del proceso.

Los resultados finales de dicha consulta fueron anunciados al país de manera confusa y manipulada y cantinflérica, para tapar la baja participación y no hubo ningúna objeción o algún pronunciamiento por parte de los rectores, en teoría de oposición, designados para en alguna medida crear un contrapeso al abuso permanente de los oficialistas. Ambos rectores pertenecen; el primero a la Acción Democrática despojada de sus siglas, aún controlada por Henry Ramos Allup y la segunda es una cuota de UNT, partido del gobernador del Zulia, Manuel Rosales.

En esta partidizada institución persiste la complicidad y el silencio ante el  intervencionismo del oficialismo en todos los asuntos partidistas de diferentes tendencias inclusive del sector  oficialista. La judicialización ha sido permanente y sostenida como una burda e institucionalizada estrategia que persigue controlar, dividir a las organizaciones políticas y empoderar ilegalmente a dirigentes incondicionales, confusos y cazados con la prescrita revolución que otorga grandes beneficios a sus tutelados colaboradores.

Continúa en la actualidad el injerencismo con la complicidad de los rectores oficialistas y de oposición, si así se les puede catalogar. Partidos nacionales y regionales que llevan años esperando ser aprobados y autorizados, hoy de un plumazo se les otorga sus denominaciones y siglas a actores políticos distintos a sus promotores. Estos despojos arbitrarios los asumen individuos que transitan la ilegalidad, agraciados del sistema imperante. Esta nueva casta política oportunista, además, forma parte de los grupúsculos ya identificados, de mercenarios protagonistas de la política oscura, que cuentan y tiene a su servicio igualmente la institucionalidad socialista para ejercer cualquier clase de tropelías que pretenda frustrar el avance de la unidad nacional impulsora del cambio indetenible que está en marcha en manos de la ciudadanía.

Por si fuera poco, actualmente hay más de un centenar de solicitudes de partidos políticos por  aprobar, todas están  engavetadas y otras congeladas por el nefasto  directorio del CNE, como ya lo dijimos desde hace años y meses atrás. Y ahora presuntamente solicitudes recientes, de carácter fraudulento gestionadas hace semanas, incluso días, ya tienen la aprobación oficial.

Ante esta realidad que se hace noticia pública y notoria en perjuicio de los ciudadanos asociados con fines políticos que les son coartados sus derechos de participación política, vuelve la pregunta: ¿Dónde están los rectores que en teoría representan a la oposición que son cuotas de AD y UNT? ¿Dónde están la Fiscalía y la Defensoría para restituir los derechos políticos de los venezolanos?

Para rematar, el órgano rector está en la actualidad carente de personal por la desincorporación y renuncia continua de un porcentaje importante de funcionarios que comprometen seriamente su funcionamiento. Muchos  consideran este poder como minusválído para atender el compromiso electoral  presidencial.

Preocupa y alertamos que lo que se especula pudiera darse y es la incorporación de miembros integrantes de las fracturadas estructuras formales del PSUV, para cubrir las miles de vacantes que tiene el Poder Electoral en el país.

Se sigue postergando y manipulando el registro y actualización de los ciudadanos en el registro electoral tanto en el país como en el exterior, el régimen decide quién participa y quién no. Debe mantenerse un reclamo permanente para presionar la participación.

La responsabilidad del venidero proceso electoral presidencial no puede quedar en manos de las FANB, el PSUV y la oposición complaciente.

Por otro lado, el Poder Judicial. Las cárceles llenas de presos políticos, el sistema judicial señalado de ineficiente, colapsado y cuestionado, una Defensoría del Pueblo inexistente en su rol de protección de la ciudadanía, una Fiscalía y una Contraloría que obvia atender los grandes casos de corrupción, pero que hace un show permanente con otros casos infundados unos y efectistas otros, muchos catalogados como trapos rojos en una nación siempre a merced de la inconsciencia  y la injusticia.

Todos los poderes públicos comprometidos con el Ejecutivo que hoy ostenta solo 7% de aprobación y respaldo, quien abiertamente está en contra del interés nacional y su lucha por restituir el Estado de Derecho y el perdido y ahora anhelado bienestar social y progreso económico pasan a formar parte del enemigo o contendor a vencer.

Todos estos señalamientos muestran claramente que las instituciones amagan en el fiel cumplimiento de sus funciones y responsabilidades, negándose en todas sus instancias a escuchar la voz y clamor del pueblo venezolano.

Los poderes actúan confabulados para tratar de controlar e imponerse a cualquier precio a la inquebrantable y hoy moralizada voluntad popular.

92% del país debe concientizarse de la necesidad de unificarse, organizarse y comprometerse, para vencer al puñado de ciudadanos que no quieren a la patria y son enemigos acérrimos del cambio y a las instituciones entregadas, viciadas y controladas que persisten en apuntalar en el poder al heredero del difunto prócer de Sabaneta, que llevó a esta próspera nación a lo que hoy es, un circo sin carpa donde los espectadores han perdido la capacidad de asombro ante las atrocidades que se cometen en contra de la nación, hoy en manos de la indolencia, la crueldad y la injusticia.

Las instituciones no estarán al servicio de los venezolanos, solo seguirán el guion que le imponga el Ejecutivo, por más ilegal y desfachatado que sea.

La lucha que tenemos que librar en 2024 es dura, con todos estos factores en contra que representan en esta época una minoría poco calificada para seguir conduciendo el destino y el  futuro bienestar de Venezuela. Frente a este escenario que presagia hostilidad y una verdadera confrontación entre el pueblo y el Estado depredador. Todo debe ser conducido con mucha responsabilidad, seriedad, sinceridad, coraje y amor patrio. Debemos salirnos del circo militarista, revolucionario, engañoso, fantasioso, nada atractivo pero distractivo, para tomar el camino de la libertad.


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