Mientras las severas restricciones se están eliminando paulatinamente en todos los países, todavía nos estamos recuperando del impacto vivido durante los 3 años de pandemia. El balance oficial de pérdidas de vidas humanas se ubica en más de 6,8 millones de muertes por covid-19, pero según estimaciones de la OMS, estas cifras fueron subestimadas y pudiesen alcanzar el doble de fallecidos.

Estos difíciles años vividos exigen meditar sobre los problemas de nuestros sistemas de salud, además de los importantes daños palpables en todas las áreas del quehacer humano; sobre todo en el aspecto social y económico. Todavía para las poblaciones vulnerables, el virus representa un riesgo claro de contagio y se estima que 1 de cada 10 personas está reportando síntomas crónicos de «covid prolongado».

Se da por hecho, que la covid-19 no será la última enfermedad zoonótica con posibilidad de asolar una vez más a la población del mundo. Según las conclusiones de un estudio publicado en la revista norteamericana PNAS, la probabilidad de que en el futuro surja una pandemia con un impacto similar a la covid-19 es de 2% en cualquier año, lo que significa que actualmente una persona nacida en el 2000 tiene 38% de probabilidad de experimentar una nueva pandemia a lo largo de su vida.

Los virus que afectan a mamíferos y aves siempre tendrán el riesgo de progresar e infectar a los humanos, que en un mundo cada día más globalizado, donde existe facilidad para viajar de un país a otro, el riesgo y velocidad de propagación es mucho mayor a lo observado en el pasado. Además de otras causas subyacentes de la aparición de las enfermedades zoonóticas, como la deforestación, el comercio de animales silvestres y el cambio climático. Nuestro actual estilo de vida aumenta el riesgo de una nueva amenaza zoonótica.

De ahí que un desafío clave es identificar qué virus representan los mayores riesgos para los humanos. Si podemos detectar tempranamente un nuevo virus con potencial de afectar a la humanidad, gozaríamos de más oportunidades para aplicar todas las medidas necesarias para prevenir otra pandemia, ya mencionada en la literatura científica como “enfermedad X”, concepto adoptado por la OMS desde 2018 que hace referencia a una lista corta de enfermedades prioritarias relacionadas a patógenos hipotéticos y desconocidos que podrían causar una epidemia futura.

Los países deben evitar a toda costa repetir errores pasados y debemos todos trabajar juntos para fortalecer los sistemas de salud. De esta manera tener la capacidad de prevenir, prepararse y responder mejor a una eventual próxima pandemia. Mejorar la coordinación, el liderazgo global y facilitar el financiamiento para el alcance de vacunas a países con economías en desventaja, son algunas de las estrategias claves que se deben implementar. Incluso, es de consideración la creación de un “pacto mundial sobre preparación para pandemias”, en forma similar a los esfuerzos globales que ya existen con relación al cambio climático. Es pertinente traer a la discusión la aplicación de la inteligencia artificial, tecnología que ya se ha probado y es efectiva en predicciones y creación de modelos estadísticos en otras áreas.

Decía un conocido filósofo que “el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. Aprender del covid-19 no solo es una opción, sino un deber.

@santiagobacci

 


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