Provea: Maduro solo garantiza al país miseria y pobreza
Foto: Cortesía

La retórica de los populistas siempre ha girado en torno a la pobreza, a la desigualdad, a los discriminados y a los excluidos. Lo han convertido en la eterna letanía, para garantizar los votos de las personas desesperadas. En cada discurso, estos políticos comienzan con el rosario de carencias de ese grupo de la sociedad, pero a la larga no ofrecen soluciones coherentes para luchar contra ella, sino diseñan políticas para que aquellas comunidades sumidas en la miseria sigan en ella, hipnotizados por promesas que algún día se concretarán, barnizado con pinceladas de esperanzas que, en algún momento, quizás, se consolidarán.

Pero, para seguir adelante con esta pequeña disertación, hay que definir lo que es la pobreza. En líneas generales, consiste en que hay grupo humanos con necesidades y carencias, lo cual les impide satisfacer sus exigencias más básicas, como comer, vestirse y calzarse, tener una vivienda digna y disfrutar de servicios básicos, como agua potable, electricidad, educación, asistencia sanitaria, que puedan mejorar su calidad de vida.

Por lo tanto, la situación antes descrita ha sido secuestrada por aquellas formaciones políticas que se definen que son de izquierda, es decir, esos que profesan los valores de la igualdad social, solidaridad, diversidad, pluralismo y justicia social. Eso suena bien, en el papel, pero estos grupos políticos, que se creen liberadores de los pueblos oprimidos, con el transcurrir del tiempo, se han dado cuenta de que necesitan que haya y permanezca la pobreza, para poder así seguir justificando su discurso y garantizar su sobrevivencia como agrupación.

Eso se puede demostrar cuando analizamos las naciones donde gobierna supuestamente la izquierda, tales como Venezuela, Ecuador en su momento, Bolivia, Cuba, Nicaragua, Brasil, Colombia, Chile, México, entre otros. Estos países, en vez de disminuir la escasez, la indigencia y la estrechez, la han consolidado, como una relación simbiótica, en la cual se retroalimentan, porque es necesario conservar la decadencia y la dejadez de ese grupo social, para justificar sus supuestos planes de mejorar su condición de vida, porque lo que les importa es mantenerlos en esa condición, dado que la izquierda acudirá a ellos cuando los necesiten, ya que hay una relación de co-dependencia entre gobierno y miseria.

El transcurrir del tiempo ha demostrado que en aquellos países en el cual la clase media es mayoría, es casi imposible el desarrollo de supuestas revoluciones sociales, gobiernos progresistas o la mal llamada democracia participativa y protagónica, porque esos pueblos que aún tienen la capacidad de discernir, saben que esa retórica está sustentada en la mentira y es una simple estrategia política. Por eso, cuando le colocan la etiqueta de poder popular a cualquier acción del gobierno, no es la promoción de transferencias públicas hacia las personas más pobres, no es para nada justicia social, es puro y simplemente un plan de manipulación de masas.

En consecuencia, esta forma descarada y sin empachos de gobernar, políticos de izquierda se la ha ido la lengua y han manifestado públicamente, que los pobres no pueden dejar de serlos, porque si logran ascender y mejorar su calidad de vida, comienzan a abrazar las políticas de derecha. En pocas palabras, la estrategia de los progresistas es aumentar y apuntalar el número de pobres que dependen de las dádivas del gobierno para sobrevivir, porque sino dejarán de votar por ellos.

Lo anterior se puede apreciar en las naciones con gobiernos con tendencia socialista, comunista y progresista, la cual se han dedicado durante su mandato, a dinamitar las bases de la clase media, hasta ocasionar su casi desaparición, diseñando políticas que han provocado su descapitalización, pero al mismo tiempo, convertirlos en dependientes de las ayudas gubernamentales para sobrevivir, todo con la finalidad de que con el tiempo se convenzan que el reformismo y mirar hacia el izquierdismo, supuestamente es la mejor opción. En resumidas cuentas, aumentar el clientelismo.

Así que, si aquellos grupos sociales inmersos en la miseria se mantienen en ella, pero amparados a través de bonos, bolsas de comida y supuesta transferencia de poder, a la larga los pobres se convierten en rehenes electorales de la izquierda.

Por eso, en las naciones donde gobierna el comunismo, es misión imposible ser autosuficiente, ahorrar y acumular riquezas, a menos que formes parte de la nomenclatura gubernamental, es decir, estar enchufado. No obstante, a la par, sin perder tiempo ni oportunidad, no se cansan de divulgar a través de los medios de comunicación y las redes sociales, mensajes constantes y permanentes de los apóstoles revolucionarios, aparentando que están al lado de los pobres, del campesino, del obrero, refiriéndose al pueblo como una unidad, porque alguien dijo una vez, palabras más palabras menos, “que le iba a dedicar toda su vida, porque le tenía mucho amor”, claro, según ese iluminado, “sin descuidar la democracia y los derechos humanos”. ¡Qué ironía! El tiempo ha develado lo que ha pasado y quiénes han sido los perjudicados de esas políticas sociales.

Pero para poder entender el socialismo, hay que volver sobre la prédica que utilizan para generar simpatías y adhesiones. Siempre los discursos giran en torno a las emociones, resaltando que sacrificaron todo por el pueblo y ellos, solo ellos tienen la capacidad para ayudarlos a salir de la miseria. Los izquierdistas, todo el tiempo apelan a la fibra sentimental, a sabiendas que la pasión, la piedad y la compasión, mueven masas, sin descuidar la lista de promesas mágicas, hasta llegar a estructurar una arenga de realismo mágico, que los llevará a vivir en el país de nunca jamás.

Pero, una vez que son gobierno, empiezan con la destrucción de los cimientos del país. Controles de precios, control cambiario, nacionalizaciones, expropiaciones, ataque a la propiedad privada, criminalización de la oposición, creación de enemigos extranjeros, repartición incontrolada de recursos e impresión de dinero inorgánico, reconversiones monetarias, en fin, organizan el engaño y disfrazando la ineficiencia, que son la mejor estrategia que tienen.

Ese sistema lo aplican cuando son gobierno, pero cuando están en la oposición, no se cansan de distorsionar y agrandar las dificultades del país, haciendo todo lo posible para esconder los logros positivos que se han conseguido. Al mismo tiempo, no descuidan su retórica llena de odio, focalizados en la lucha y en la división de clases, repartiendo culpas de todos los problemas sociales y económicos, a todos aquellos que demuestren eficiencia y riqueza en sus acciones, tales como los empresarios y a los grupos políticos de derecha, vale decir, esos que promueven el nacionalismo, el imperio de la ley, la justicia, la identidad nacional, la tradición y la división de los poderes públicos.

Para un socialista, trabajar produce urticaria, porque cualquier forma de empleo, es una explotación que se hace del trabajador, en el cual no se le reconoce su plusvalía, puesto que la clase dominante es la culpable de todos los males de la sociedad.  Pero en este punto podemos recurrir a la historia, para poder apreciar que la ideología marxista, han provocado hambrunas como lo sucedido en China en los años de 1959 a 1961; los millones de muertos, provocado por las purgas estalinistas en la Unión Soviética a finales de los años 30 del siglo pasado; sin olvidar el genocidio en Camboya, obra del régimen encabezado por Pol Pot, quien se propuso la creación de un modelo socialista agrario basado en los ideales del maoísmo y el estalinismo.

De tal manera que no existe la igualdad y la justicia social, no es tal la repartición equitativa de la riqueza, son mentiras que disfrazan a un dictador en potencia, casos hay muchos y personajes nefastos son muy conocidos. Esos supuestos paladines de la equidad, lo que hacen es engañar a los pobres con extrema facilidad, lo que aspiran es solo al poder, no ayudar o más bien ayudarse ellos mismos, para mejorar sus condiciones económicas, en cual al único dios que le rinden pleitesía es al dios dinero y si es ajeno, mucho mejor.  Para eso, mienten y embaucan a hombres y mujeres, aprovechándose de sus necesidades, prometiendo alcanzar el Nirvana, pero sin indicar cuál es la hoja de ruta a seguir.

Su discurso es una retahíla de incoherencias y falsedades, no critican la riqueza que ostentan, pero si denigran la de otros. Nunca se cansan de hablar pendejadas, como por ejemplo que van a acabar con las desigualdades, pero ellos se mueven en autos de alta gama, viajan en primera clase o tienen aviones privados.

Sin embargo, volvamos de nuevo sobre su discurso para entender la esencia de los gobiernos progresistas. Su arenga se asienta en la destrucción y en el odio hacia aquellos que han alcanzado el éxito a través del esfuerzo y el mérito, recuerden que alguien dijo una vez que “ser rico es malo”, pero nunca condenó la riqueza que él mismo alcanzó y su grupo familiar, supuestamente con solo amar y luchar para y por el pueblo. ¿Y vendiendo Avon? ¿Con sueldo de funcionario público?

Para concluir, aquellos países que han optado en elegir gobiernos más democráticos, en el que la libertad de los ciudadanos junto con la libertad económica va de la mano, en donde se respeta la ley, hay separación de poderes, en el cual los políticos son hombres y mujeres al servicio del pueblo y no se sirven del pueblo, que tienen la posibilidad de escoger libremente y según sus condiciones y capacidades, cómo quieren y pueden vivir, pero a la vez, fomentan buenas oportunidades para otros ciudadanos. No olvidemos y repitamos hasta el hastío, que la izquierda sólo cree en los necesitados y en los desfavorecidos y como tal hay que mantenerlos allí, por lo tanto, estos gobiernos socialistas, comunistas y progresistas siempre serán una máquina muy bien lubricada para crear masivamente pobres.


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