Plus ultra es el lema de España. Proviene de la expresión latina “Non terrae plus ultra”, que quería decir que no había más tierra más allá del cabo Finisterre, punto más occidental del territorio español. Cristóbal Colón demostró que esto no era así, y que efectivamente había tierra “plus ultra”.

En otras palabras, no se puede concebir la existencia de España sin relacionarla con la de la América hispana. En palabras del fallecido Francisco Fernández Ordoñez, ministro de Asuntos Exteriores en el gobierno de Felipe González, lo que hace a España un país especial en Europa es la existencia de los países iberoamericanos.

Normalmente se habla de la relación cultural de España con las naciones americanas, pero esta relación va más allá de la cultura. Durante el imperio español, los territorios americanos fueron poblados por españoles, de tal manera que la gran mayoría de los habitantes de Hispanoamérica de raza blanca son descendientes de españoles.

La independencia de las naciones americanas fue promovida principalmente por los criollos, que, aunque eran descendientes de españoles, se enfrentaron a la metrópoli. La independencia se podría considerar, pues, una lucha entre españoles.

Sin duda, después de la independencia, y, tal vez, para apoyar la existencia de los nuevos países americanos, se generó un sentimiento antiespañol, no tanto hacia su cultura, pues era la misma, sino hacia el Estado español.

En Iberoamérica hubo un proceso de mestizaje. Este no fue el caso en Norteamérica, donde la población indígena fue prácticamente exterminada y la población negra no se mezcló prácticamente con la blanca.

Este mestizaje no ha generado una total igualdad en el territorio americano, pues aún hay más probabilidades de ser pobre si se es de raza indígena o negra que blanca. Iberoamérica es una de las regiones del mundo con mayor desigualdad, que, quizás, debería ser frenada con sistemas fiscales redistributivos más fuertes.

En cualquier caso, los lazos entre la península ibérica y América Latina son reconocidos por ambas partes. En los años noventa se produjo una fuerte inversión de empresas españolas en Iberoamérica que han mantenido su actividad allí hasta hoy en día.

Las Cumbres Iberoamericanas de Jefes de Estado y de Gobierno también reconocieron esta unión, celebrándose regularmente, aunque últimamente han sido criticadas por estar, quizás, vacías de contenido.

Las uniones políticas suelen ser consecuencia de uniones económicas. Esta es la filosofía de la Unión Europea, donde se pretende que la unión de las economías de los países europeos conlleve una unión política. España y Portugal, por razones geográficas, tienen más lazos económicos con Europa que con América.

Sin embargo, la cultura también puede traer lazos económicos, como la música o la industria audiovisual, donde el intercambio actual es mayor.

En un mundo digital como en el que vivimos y donde cada vez viviremos más, los lazos de idioma tendrán cada vez más peso y la geografía quizás menos. Se podrá vivir quizás un resurgir económico de Iberoamérica que haga más factible una unión política.

En cualquier caso, la unión económica de los países suramericanos también se dará cuando haga falta una “masa crítica” para acometer proyectos empresariales de volumen suficiente, como es el caso en Norteamérica.

En definitiva, según progresan las economías y los países, se hacen más necesarios los procesos de unión que más tarde o más temprano ocurrirán en Iberoamérica.


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