He leído un sinfín de comentarios de cualquier índole sobre las elecciones en Colombia, por supuesto desde la comodidad e impunidad que generan las redes sociales, pocos felicitando el proceso democrático, pero muchos vaticinando erudita y ferozmente sobre lo que pudiera ser el futuro de ese país y sus ciudadanos. Al hacerlo solamente lo ejecutan desde lo que pueden o quieren ver y no desde lo que es en realidad.

Sin embargo, la situación de fondo pudiera ser otra muy difícil de percibir por la ceguera colectiva que hoy adormece al venezolano y su trauma psicológico-emocional de comparar con Venezuela cualquier situación, sociedad o país para banalizar la tragedia en la que hoy estamos sumergidos y reducirla.

Un venezolano escribe «te deseo suerte Colombia, no te conviertas en Venezuela», pero en los procesos de cambio de su país no participa, ni tampoco denuncia las atrocidades que vive. La ironía y sus cosas pues, comparar a la «hermana» Colombia con su «hermana» criolla es un error garrafal. Nueve guerras civiles, combate arduo y sanguinario a los carteles de la droga más perversos de la historia mundial, masacre en la sede del Palacio de Justicia nacional, más de 60 años combatiendo a la guerrilla y 30 al paramilitarismo desviado y pervertido, varios magnicidios, numerosos atentados con carros-bomba a la sede del Congreso Nacional, son varias de las razones por las cuales no se puede ni debe comparar a Colombia con Venezuela. Sin embargo, soy venezolano y me preocupa es el futuro de mis coterráneos y el de mi país y a ellos les escribo.

Hoy existe una desinformación avasallante, irónicamente estando en la «era de la información» por parte de la colectividad, a eso se le suma una audaz flojera al debate por parte de los «conductores» de la política criolla y una desconexión total y profunda de los «líderes» con los problemas sociales que hoy padecen los ciudadanos más vulnerables para generar políticas serias y enfrentar al régimen de facto desde sus cimientos. Allí los tiranos nos llevan la delantera, y no es porque sean unos iluminados o sus cerebros estén biológicamente más desarrollados que el nuestro, falso, es que estos personajes tienen un plan y actúan en coro acorde a él. Nosotros, en cambio, hemos reducido nuestra política a solo catalogar con acusaciones banales, a poner epítetos rimbombantes, a llenar de expectativas mágicas y míticas al pueblo, a repetir cual loro amaestrado cualquier tontería, y a tener un plan «como va viniendo vamos viendo». Mientras eso sucede la desconexión y desconfianza entre los «líderes» y la población se agiganta a paso de vencedores.

Para agregarle la ñapa al asunto, desde hace muchas lunas atrás los tiranos, siguiendo su diabólico plan, fomentan el resentimiento desmesurado, auspician el odio desmedido, desnudan a sus adversarios para que los «caníbales tribales» hagan de las suyas en cualquier escenario, dividen a toda costa, confunden generando más y más información falsa entre otras técnicas son las armas más poderosas de este régimen de facto. La razón se la doy a un político parisino cuando dijo que «la historia se repite, lo cierto es que sus lecciones no se aprovechan».

No hay palabras con sutileza porque retrocedimos a la era de los cavernícolas. Más allá de desdibujar y reconocer lo que son en realidad y la verdadera naturaleza de la situación porque hasta un ciego lo hace, se deben enfilar todos los cañones y esfuerzos en recuperar a Venezuela del Pleistoceno en el cual está sumergida. Lamentablemente esta situación nos atrasó a la época de los primates como sociedad que peleaban por el árbol más cargado de frutos y por ver quién se comía los piojos. La gran verdad, aunque duela y cause espanto. El Homo sapiens venezolano hizo un viraje en la carrera evolutiva y se transformó en un Cromañón con Internet. Convertimos a nuestra nación en un salvaje Serengueti criollo, en la más absurda sociedad de carcasas con un abismo sin fin. Nos acostumbramos a algo que el Generalísimo catalogó como «bochinche» y a la ceguera de «nuestra propia destrucción», como hace muchas lunas atrás advirtió el Libertador.

Parte de una generación resiste y la otra parte empaca sus sueños y agarra para la frontera. Algunos no han aprendido que «cuando Venezuela necesitó de libertadores no los importó, los parió», otros no han entendido que la antipolítica y el antipartidismo fueron dos de los detonantes más fuertes para llevarnos a esta realidad, otra gran parte hipócritamente quiere convertirse en la nueva camada y heredera de «Los Notables» para auspiciar aún más lo «anti-todo» en el país. Tristemente esa generación está muy lejos de aprender.

@JorgeFSambrano


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