El presidente de Colombia, Gustavo Petro, que aún no ha cumplido dos años en el Palacio de Nariño ha resucitado su vieja idea de realizar una constituyente para destrabar ahora el camino de sus empantanadas reformas políticas.

De hecho, con el asomo de la propuesta estableció que el proceso, que requiere un trámite parlamentario complejo y luego una votación muy sólida de la población, ya había comenzado. El anuncio lo hizo en el sur de Cali, en un lugar llamado Puerto Resistencia, que fue uno de los centros clave de las protestas contra el gobierno de Iván Duque entre 2019 y 2021.

La primera apreciación de los sectores que adversan a Petro -los de siempre y los que se han sumado durante su administración- divisa en el horizonte próximo la repetición de experiencias frustrantes vividas en Venezuela y Ecuador. Los demonios desatados del castro-chavismo y la consiguiente perpetuación en el poder.

Petro es, cuando menos, un personaje tan curioso como contradictorio. Aferrado a ideas que lucen visionarias para las cuales, sin embargo, desprecia la construcción de consensos políticos. Un presidente que parece mirar lejos, pero luego se junta con Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro para abordar el espinoso asunto de las migraciones. Un líder político que fue destituido  e inhabilitado (2013) durante su mandato como alcalde de Bogotá, recurrió ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ganó y fue restituido en el cargo apenas en 35 días y ahora hace mutis, o  habla bajito y para sus adentros, ante la inhabilitación de María Corina Machado y otros líderes políticos venezolanos. Hay miras lejanas y compromisos fácticos que las cercan.

El portal La Silla Vacía, de periodismo independiente y riguroso, recuerda que en 2017 Petro adelantó que su primer acto como presidente sería convocar a un referéndum con una sola pregunta: ¿Quiere usted, sí o no, una asamblea nacional constituyente en Colombia? Una pregunta que los venezolanos no hemos olvidado. Petro tardó unos años en llegar a la presidencia de Colombia y en esa ruta gente muy cercana a su ideario supeditó el apoyo a que jurara que no convocaría una constituyente en caso de salir elegido.

Solo queda apelar al pueblo, rotas o heridas las alianzas con sectores moderados, para garantizar lo que él, sin embargo, puede hacer con sus poderes presidenciales. Petro no avanza, retrocede y pretende revivir el pasado. Se lo dice Humberto de la Calle, el hombre que condujo el exitoso proceso de paz con las FARC, derrotado en comicios pero firmado, y que ya supuso la desaparición de la principal guerrilla colombiana. “La propuesta del doctor Petro (…) es la del siglo XIX, es la de las constituciones como cartas de batalla ‘yo quiero una Constitución para derrotar a los otros”.

Petro debería verse en el espejo de Gabriel Boric, al que se le fueron los dos primeros años de gobierno en la gestión de un proceso de cambio constitucional que acabó en fracaso y diluyó su apoyo popular. El presidente de Chile asumió, entonces, que debería dedicarse a gobernar, para lo que fue electo, y tratar de atender una economía estancada y la creciente insatisfacción popular.

Petro parecía haber escogido otro camino, pero al desprenderse de las voces que le hacían sombra se encallejonó e hizo encender las alarmas en Colombia. La promesa de que dejaría el poder el 6 de agosto de 2026 pierde credibilidad, según el análisis de La Silla Vacía.  ¿Estará poniendo fin de manera apresurada también a un liderazgo renovador en el campo del pensamiento de izquierda? ¿Prefiere a Maduro o a Boric?


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