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Foto EFE

En las dos décadas ya transcurridas del presente siglo las alarmas continúan encendidas, ante capítulos más que pavorosos del derrotero para edificarnos como humanos, en el escenario más adecuado posible, a la época, tan infinitamente largo, que pareciera perpetuo.

Los “Mass media” lo advierten minuto a minuto, razón entre otras para que se le haya calificado desde hace ya una larga época como “el cuarto poder”. Esto es, un sector dotado de gran determinación en los asuntos de un país y que comenzó a utilizarse en el siglo XIX. Y al lado del Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Puede afirmarse que es “el carburante” de la llama, pues la noticia mientras sea más explosiva, es más leída, oída y comentada.

La justificación para el nombre de este ensayo deviene del arrojo del presidente de Colombia, Gustavo Petro, para involucrarse en “el brutal terremoto” que por décadas sacude a Venezuela, el país de al lado. Será acaso que Gustavo se convenció de que “la guerra de guerrillas” era un suicidio y que Eliecer Gaitán desde el otro mundo le había enviado ese mensaje. La segunda hipótesis es que el primer magistrado colombiano se hubiese aprendido de memoria el excelente libro del profesor de Yale University, John Lynch, Simón Bolívar, A Life, a juicio de J. H. Elliot (New York Review of Books) The best biography to date of the Liberator. El énfasis del político colombiano, probablemente, en los capítulos “Society According to Bolívar, The Limits of Revolution y The Legacy”, admirándose por el análisis de Lynch acerca de “The Cult of Bolívar”. Ha debido llamarle a Gustavo, también, la necesidad que experimentó Bolívar, en medio de victorias por la independencia y luego qué hacer con lo liberado, por el establecimiento de “un gobierno fuerte”. La preferencia del libertador por “la Gran Colombia”, para algunos una manera de tributar con justicia y gratitud a Cristóbal Colón.

“The Media” explayado en lo relacionado con la iniciativa de Petro, elevado a presidente en legítimos comicios. Evidencias: “Se reunió con Biden y al salir del encuentro manifestó que habían coincidido en que en Caracas primero se celebren elecciones libres y que después se rebajen las sanciones. Es la primera vez que Petro ha dicho algo así, se le presuponía más escorado hacia el chavista. Lo cierto es que se ha mostrado conciliador con Maduro, al que ha intentado sacar de su aislamiento internacional, pero también le ha exigido cada vez que se han visto que democratice las instituciones del país y cumpla con la separación de poderes. Cuando todo eso ocurra, deben celebrarse esas presidenciales tan deseadas en 2024. “Una meta es que el pueblo decida sin sanciones su propio destino”, dijo en los jardines de la Casa Blanca, donde se desconfía del gobierno chavista, al que acusa de no haber dado ningún paso para democratizar las instituciones del país. La lectura induce a pensar que Gustavo Francisco Petro Urrego piensa que Venezuela es un país colonizado en demanda de libertad. Y que no hay mejor inspiración para la tarea que emular a Bolívar.

El primer magistrado de Colombia, quien acaba por cierto de reestructurar su gabinete, sustituyendo, inclusive, a su ministro de Hacienda, PhD en Economía por Yale University y profesor de Columbia University, José Antonio Ocampo, evidencia de la enorme dificultad que es gobernar, particularmente, en un universo tan complicado como el actual. António Guterres atestigua que “el mundo está en gran peligro” y que la crisis actual podría sumir a más de una quinta parte de la humanidad en la pobreza, la indigencia y el hambre. Nos enfrentamos a “una tormenta perfecta”. Es el secretario general de la ONU, líder del Partido Socialista de Portugal y primer ministro de su país (1995-2002). Para The Laurence Professor of History, en Harvard, Niall Ferguson, “la historia regresa con ánimo de venganza, como en la Bosnia poscomunista. Se lee, asimismo, que el hambre y los éxodos humanos tocan de manera directa el rol de los líderes y conductores de la humanidad, tanto en la arena política como en la económica y la social, quienes no parecieran temer a las reacciones populares que en masa se han producido, alimentados por la inequitativa distribución de la riqueza (La sociedad justa, Penguin Random House Grupo Editorial, España, 2021, de quien estas notas escribe).

La edificación ha sido embarazosa como la persona misma y excluyendo sacudidas planetarias da la impresión, al comparárseles con “el proceder humano”, que este último se ha ganado el primer puesto. Pero lo más grave es “que lo sigue manteniendo”, como lo evidencian las opiniones antes anotadas. El fenómeno nos ha acompañado desde la antigüedad, caracterizada por guerras en aras de la conquista del poder, en una de sus etapas, por reyes y emperadores y un poco más acá por dictadores, para el acceso al poder, crear imperios, desgobernar, sostener grupúsculos y llenarse los bolsillos con la moneda de mayor valor. Suerte y destinos, diversos.

“The Media”, con una cuota significativa de responsabilidad en el dilema, ha exprimido, in extremis, el verbo “implosionar”, tanto como la diversidad de fuentes de la política: “Chile: la implosión de la política postransicional”, “La implosión de la Venezuela rentista”, “Del gran abaratamiento a la gran implosión”, “Figuras de la implosión política” y “La implosión en Venezuela refuerza a Maduro de cara a las elecciones presidenciales”. En la lingüística pareciera que “implosión es sinónimo de terremoto”, cosa que produce desconcierto y agitación. Aunque parezca una “perogrullada” en América Latina, uno de los continentes, tal vez, más dañados por “el ir y devenir en la política como metodología de desarrollo”, a “la implosión” se le mira como una espita para salir de gobiernos catastróficos. En el Chicago Tribune se expresa que “la implosión implica la suma de 2 términos del latín ciertamente diferenciados: el prefijo “in”, que significa “hacia dentro” y la raíz “plod”, proveniente del verbo “plaudere” que puede traducirse como “hacer estallar”, o sea, “una explosión interna”.

El dilema, particularizado en lo correspondiente a los venezolanos en la escasez de todo, denuncias de la más variada tipología, falta de dinero en las arcas públicas, régimen constitucional cuestionado, en contraste con una nación otrora democrática y hasta rica, induce a considerar, asimismo, que quizás el mandatario colombiano haya decidido actuar como el apóstol Pedro, el discípulo franco y ferviente, uno de los más cercanos a Jesús, el orador principal el día de Pentecostés y fundamental en la edificación de la Iglesia. El primer Papa de Roma. En la visión del primer magistrado para fortuna de los venezolanos, lo más probable es que haya escuchado “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia (MT. 16, 13-19).

Finalmente, que la divina providencia permita que Petro, como él mismo o como Bolívar o san Pedro, no decaiga en la tarea de enderezar el rumbo de Venezuela.

Comentarios, bienvenidos.

@LuisBGuerra


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