AFP

Por fin Gustavo Petro tomó posesión del cargo de presidente constitucional de Colombia que ha obtenido en elección democrática y competitiva sin que se haya levantado objeción alguna a su legitimidad. Ha llegado el día “D” para la hermana república. Para algunos es el momento de dar inicio efectivo a las transformaciones que allá son indispensables. Para otros llegó el castigo del chavismo-comunismo que a la vuelta de poco tiempo transformará a aquel país en espejo del nuestro.

Para este opinador el genuino deseo es el cumplimiento del primero de esos escenarios, pero habiendo sido “picados por culebra, ahora nos asustamos con solo ver bejuco” como dice nuestro proverbio vernáculo. Dicho de otra manera: después de lo vivido en Venezuela engañados por la mentira chavo-madurista la tendencia natural es a ser reacios a eso de creer nuevamente en cantos de sirena. Más sencillo todavía: A mí me j….. una sola vez, dos no.

Analizando en clave inicial algunos de los signos que se nos vienen presentando desde Bogotá, parecieran haber indicios contradictorios exhibidos en actitudes y declaraciones aunque -justo es reconocer- la moderación (no se sabe si sincera) del nuevo mandatario pareciera arrojar señales de que algo hayan aprendido nuestros hermanos neogranadinos después de verse en el retrato de sus vecinos.

Buena señal: la designación de un gabinete con figuras de trayectoria democrática y casi todos con sólido bagaje profesional y técnico. Claro que hay figuras del fundamentalismo comunista como la ministra del Trabajo, pero hay que comprender que ya bastantes ceños se fruncieron en el Gran Polo Patriótico oficialista con motivo de las designaciones iniciales que poco les complacieron.

Buena señal: la constatación de que el tema de la reanudación de relaciones con Venezuela no se hará a las corridas sino luego de un proceso de coordinación en las múltiples áreas que tal decisión conlleva. Lo que se aprecia es que Maduro luce mucho más entusiasta y apurado que Petro en cuanto a este tema y -ni se diga- el general Padrino López urgido por resolver los bochornosos eventos limítrofes en los que la “gloriosa Fuerza Armada Bolivariana”  ha  llevado palo y palo a manos de irregulares o traficantes armados colombianos.

Buena señal: que el discurso inaugural y particularmente en el “decálogo de compromisos” el tema Venezuela no fue abordado por lo que se deduce que no es el más urgente.

Buena señal: el video de varios minutos de duración en el que aparece el recién posesionado presidente emitiendo juicios más que claros acerca de lo que él opina de Maduro, del respeto de los derechos humanos en Venezuela, del goce de las libertades, la evolución de la industria petrolera etc. Visto en frío y sin análisis de contexto las opiniones allí vertidas bien pueden complacer a los demócratas venezolanos y continentales. Destaca su reiterado compromiso con la propiedad privada. ¿Será verdad?

Mala señal: el capricho innecesario y controversial de demorar la ceremonia protocolar mientras se traía al podio la espada del Libertador dando pie a los slogans que hace apenas unos años se oían en América Latina cuando las réplicas del glorioso acero se prostituían entregándolas como trofeo a los más abyectos tiranos y ladrones de la época (Gaddafi, Al Bashir, Mugabe, Castro y fauna similar).

Mala señal: haberse hecho colocar la banda presidencial nada menos que por la hija de Pizarro, asesinado fundador dirigente del M-19, movimiento terrorista en el que en su momento Petro fue militante armado.

Mala señal: levantar demasiado rápido la intervención y vigilancia a la que estaba sometida la empresa Monómeros que es objeto de investigaciones por supuestos hechos dolosos cometidos por funcionarios chavistas y -lo que es peor- por los designados por la Asamblea Nacional (legítima del 2015) sin conversaciones previas destinadas a evaluar la verdadera situación de una empresa que -aparte de ser venezolana- es la principal fabricante de fertilizantes de Colombia justo en momentos en que la escasez de ese insumo se agudiza mundialmente por la guerra en Ucrania.

Mala señal: suponemos vendrán acciones hostiles en la OEA comprometiendo cada vez más la permanencia de nuestro gobierno interino en ese foro y dificultando investigaciones o restando apoyo en otros (Consejo de Derechos Humanos, Acnur,etc.)

En anterior artículo revelamos nuestro deseo hasta entonces  mantenido “in pectore” de que el nuevo mandatario pudiera resultar en una sorpresa tipo Pepe Mujica, Lula, Menem, Ollanta Humala y otros que habiendo llegado como sedientos vengadores de justas pero pasadas injusticias terminaron gobernando con moderación, democráticamente y para bien concreto de amplios sectores de su población. Por lo mismo de la serpiente y el bejuco anteriormente citado somos escépticos “salvo prueba en contrario” no sea que en lugar de esos personajes lo que se revele sea un Chávez, un Maduro, un Díaz-Canel, un Ortega y hasta un Najib  Bukele, quien buscando soluciones justas y ciertamente necesarias lo hacen por la vía del atropello que, prima facie, resulta atractivo para el pueblo de a pie hasta que el derecho y la libertad quedan tan solo en el discurso mas no en el disfrute cotidiano.

@apsalgueiro1

 


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