De acuerdo con los estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud se ha determinado que para poder cumplir las metas y hacer una cobertura adecuada en atención médica primaria se requiere de la presencia de 23 médicos por cada 10.000 habitantes.

Si trasladamos estas cifras a los primeros siglos de la Nueva Valencia, en primer lugar debemos decir que el número de médicos que ejercían la medicina en la ciudad estaba muy por debajo de lo que en nuestros tiempos se exigía.

Por ejemplo, para el año de 1737 el único médico presente en la ciudad* y que era cirujano se llamaba Baltazar Sigaluz, doctor francés procedente de la provincia de Marsella, que por cierto gozaba de muy buena reputación, pues cuando este pensaba regresar a su país, los vecinos se dirigieron al Cabildo para solicitar que se mantuviera aquí, lo cual fue apoyado y se le otorgó licencia para que siguiera en la ciudad. (1)

Pero para poder ejercer la medicina en la ciudad había una revisión de credenciales y después el Cabildo expedía un certificado que le permitía trabajar como médico.

Aunque no solo se tomaba en cuenta el punto de las credenciales, sino que también las autoridades mandaban a revisar la habilidad de la persona como médico. Es decir, a confirmar en la práctica que la persona en cuestión ejercía bien su oficio.

Por ejemplo, para el año de 1755 el Cabildo solicitó la comparecencia de tres personas que hacían el oficio de médico para preguntarles por sus títulos y si estos eran correctos se les solicitaría su asesoría para elaborar un arancel para medicamentos. (2)

Las medicinas se vendían en el sitio conocido como botica  y para ello existía una reglamentación que pasaba por poseer el permiso respectivo y adicionalmente confirmar la buena calidad de ellas. Y estaba prohibido venderlas en bodegas, pulperías y casas.

Durante la revisión documental que hemos venido presentando, pudimos acceder a informaciones que revelan la existencia de tres eventos lamentables en materia de enfermedades en la Nueva Valencia del Rey, que son las siguientes:

La peste de mal de rabia

Ante todo, debemos decir que la llamada enfermedad de la rabia es una infección viral que es transmitida por los animales, siendo el más común el perro. La persona contagiada obviamente padecía la enfermedad y al no estar vacunada terminaba muriendo.

La vacuna contra la rabia no se conoció sino hasta finales del siglo XIX, por lo que durante todo el período de la Colonia la población de nuestra ciudad estuvo expuesta a este horrible flagelo.

El hecho fundamental está en que, en la Nueva Valencia, existía una gran cantidad de perros y en el año de 1786, un grupo importante de vecinos denunció la presencia del “mal de rabia”, por lo que se requería la eliminación de los perros. Por otra parte, los perros callejeros hacían mucho ruido de noche e interrumpían las labores de vigilancia nocturna con sus ladridos, los cuales de manera indirecta alertaban a todos aquellos que andaban en malos pasos y les daba tiempo de huir y esconderse. (3).

La viruela

Es otra infección de origen viral que trajo muchas muertes en Europa y América. Su vacuna tampoco estuvo disponible en la provincia de Venezuela y Valencia fue una ciudad que sufrió sus consecuencias importantes, al punto de que se decidió crear un degredo para enfermos de viruela. De tal manera de separar a estos enfermos del resto de los pacientes que podían acudir al hospital de la ciudad. (4)

A su vez, el Cabildo de Valencia tomó medidas importantes al respecto para evitar la propagación del virus y que las mencionamos a continuación:

  1. Si se tenía noticias de que un barco que llegaba a Puerto Cabello tenía personas con viruela, lo dejaban en la isla de Goaigoaza. (5)
  2. Si se tenían reportes de casos de viruela en otras zonas se mandaban a poner guardias en las entradas de la ciudad para prohibir el paso de personas provenientes de las poblaciones contagiadas.
  3. El Cabildo pagaba los gastos de la lucha contra la viruela con los fondos obtenidos de las multas de las ventas de comestibles de la ciudad.

Es importante decir que Valencia sufrió dos veces de esta epidemia: una en el siglo XVIII y la más fuerte, que ocurrió a finales del siglo XIX.

En cuanto a las lavanderas, cocineras y curtidores de trabajaban en el río de la ciudad (Cabriales), se dispuso que lo hicieran fuera de este ya que la suciedad que generaban podía ocasionar enfermedades.

*Según el censo Eclesiástico del año 1782 la población de Valencia era de 7.327 habitantes. Nosotros hicimos un ejercicio de cálculo tomando como base que para 1562 se hablaba de unos 12 habitantes y proyectado nos daba un promedio de 36 habitantes por año, lo cual nos indica hipotéticamente que para 1732 la población estaba en unos 5.707 habitantes.

1.Sesión de Cabildo (1786). Comunicación de los vecinos al Cabildo de Valencia. Tomo-Libro: 9, Número: 17, Período: 1671-1770. Disponible en: http://dspacebolivarium.usb.ve.

2.Sesión de Cabildo (1755). Escrito del Procurador. Tomo-Libro: 25, Número: 22, Período: 1671-1770. Disponible en: http://dspacebolivarium.usb.ve

3. Ayuntamiento de Valencia (1786). Carta del Procurador General en la que denuncia múltiples quejas del público de la ciudad por la peste de “mal de rabia” Tomo-Libro: 27, Número: 33, Período: 1771-1870. Disponible en: http://dspace.bolivarium.usb.ve

4. Sesión de Cabildo (1787). Se encarga al alcalde de 2do. voto la diligencia por la construcción del degredo de viruelas en la parte asignada de la ciudad. Tomo-Libro: 27, Número: 71, Período: 1771-1870. Disponible en: http://dspace.bolivarium.usb.ve

5. Sesión de Cabildo (1764). Carta del Teniente y Justicia Mayor de Puerto Cabello. Tomo-Libro: 18, Número: 4, Período: 1671-1770. Disponible en: http://dspacebolivarium.usb.ve


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