La fiesta terminó el 12 de junio de 2020 cuando Alex Saab fue apresado en Cabo Verde. El temor por lo que el llamado testaferro de Maduro sabe y pueda decir se vio reflejado de inmediato en la contratación de un costoso equipo de abogados, pero este  no impidió que lo extraditaran a Estados Unidos y que con ello se abriera las compuertas de peores pesadillas para el régimen de Caracas.

Tres años después luce cada vez más próxima la posibilidad de que se corra el velo de la información que atesora el empresario colombiano en asuntos como robo y saqueo permanentes, lo mismo que narcoterrorismo. Y tal vez por eso el miedo pareció mostrarse ahora en el también costoso foro -con numerosos invitados internacionales- que el chavismo le dedicó la semana pasada en el Teatro Teresa Carreño.

Durante el foro “El Lawfare contra Venezuela: a tres años del secuestro del diplomático Alex Saab” fue difundido un audio que le atribuyen y en el que se queja de que solo “por llevar alimentos a libres y bellas vidas bloqueadas” perdió su libertad.

Pero se sabe que el llamado testaferro de Maduro se hizo multimillonario a la sombra del régimen venezolano. Y esto significativamente en alianza con su socio colombiano alias Álvaro Pulido, el antiguo narcotraficante Germán Enrique Rubio Salas.  La mayor paradoja es que Saab fue exonerado sin pestañear de la trama de corrupción en la estatal petrolera, mientras inculparon a Pulido, aunque este sigue protegido.

El gobierno de Maduro exigió en abril la liberación de Alex Saab al cumplirse 18 meses de su extradición de Cabo Verde a Estados Unidos para ser procesado por lavado de dinero.

Menos de un mes después el tribunal Supremo de Justicia madurista exhortó al régimen a seguir gestionando ante Estados Unidos la liberación del “enviado especial para asuntos humanitarios”, pese a que el 23 de diciembre la corte del caso desestimó sus alegaciones de inmunidad diplomática.

Como parte de la misma y azarosa campaña, la Asamblea Nacional chavista acordó la semana pasada respaldar la decisión del TSJ de exigir a las autoridades norteamericanas  “la liberación inmediata del diplomático, de conformidad con lo establecido en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas”.

Toda esa retórica parece querer mostrar una solidaridad de cuerpo con el “embajador”, aunque no dejan de recordarle que su familia está en Caracas. Al barranquillero, de 51 años de edad, lo procesan en Estados Unidos por conspiración para lavar dinero, que tiene pena máxima de 20 años de prisión, en una causa que involucra el blanqueo de 350 millones de dólares (se cree que para pagar corruptelas del régimen). Eso probablemente  pueda negociarse con delaciones, y ello desde luego aumenta las pesadillas por Alex Saab.


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