Perú ha ocupado los titulares noticiosos venezolanos desde hace varios días. Primero, por el horroroso suceso del descuartizamiento. Luego, por las terribles manifestaciones xenófobas en contra de inmigrantes venezolanos. Pero ahora la noticia es la terrible crisis política que surge a partir de la disolución del Congreso.

Es irónico, por decir lo menos, que el presidente Martín Vizcarra haya tomado una medida al estilo de Alberto Fujimori, pero precisamente en contra de un Congreso de mayoría fujimorista. Hay que recordar que el Fujimorazo tuvo resonancia y consecuencias graves para aquel presidente.

Esta vez, Vizcarra asegura estar respaldado por la Constitución. Los congresistas dicen lo contrario. Lo grave es que el tercer poder que tendría que resolver la discusión, el Tribunal Constitucional,  también está cuestionado, pues varios de sus magistrados tienen el período vencido.

Perú está enredado políticamente. Una crisis que se suma a muchas otras, pues como nación en desarrollo, tiene muchas cosas que solucionar.

No solamente es el hecho de que alrededor de 80% de su población trabaja en la economía informal o que el principal asunto que se dispuso a resolver el presidente Vizcarra sea la corrupción. Ahora se suma un atolladero político del que no será fácil salir.

Un día después de lo sucedido entre los congresistas y el presidente, los peruanos aún sienten la euforia de que algo va a salir de todo esto que los beneficiará como ciudadanos. Pero la verdad es que tienen dos presidentes, un Congreso que solo funcionará a medias y tres poderes que no se reconocen mutuamente.

Probarán entonces cuán fuertes son las demás instituciones del Estado, para ver si todo sigue funcionando mientras se resuelve lo demás. Algunos analistas le han dicho al periódico El Comercio que es un asunto que puede llevar varios meses definir. Las elecciones fueron convocadas para el primer mes de 2020, pero hasta eso está en veremos.

Los venezolanos que emigraron a ese país podrían tener un respiro, pues entre tanta confusión puede ser que la xenofobia pase a segundo plano. Sin embargo, el verdadero deseo que tenemos todos es que Perú resuelva sus asuntos pronto y que pueda seguir la senda del desarrollo que ha seguido con éxito.

Ningún latinoamericano quiere para ninguno de los países del subcontinente un enredo político. Mucho menos los venezolanos, que tienen años tratando de conseguir un gobierno que realmente resuelva los problemas de la gente.

Que Perú logre retomar la senda democrática y que consiga que sus instituciones funcionen es el deseo de todos. Especialmente porque los políticos a veces no se dan cuenta de que mientras ellos se dedican a esos debates de intereses y egoísmo, los principales afectados son los ciudadanos.


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