De acuerdo con Baltazar Porras Cardozo, durante el alba del siglo XVIII la Sociedad Española se distanciaba de la Iglesia católica. Hubo razones: la influencia francesa, que, al parecer, fue nefasta para el fluido desenvolvimiento del clero. Leamos lo que afirma en su libro El Ciclo Vital de Fray Juan Ramos de Lora (Ediciones del Rectorado de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela, 1992):

«… Bajo la nueva dinastía borbónica, España sigue siendo profundamente católica y sus reyes, desde Felipe V hasta Carlos IV, fueron cristianos practicantes… Pero la vida religiosa tradicional se vio modificada por el centralismo de influencia francesa, lo cual se expresó en una intromisión mayor en los asuntos eclesiásticos y en la firma de los concordatos de 1737». (p. 17 de la Ob. Cit.)

Es curioso, empero, a pesar de ese distanciamiento que alude el autor, en el curso del siglo XVIII el Clero Español fue mayor. Acaso, ¿hubo -paradojalmente- más hombres ganados para asumir la vida monástica mientras el pragmatismo ganaba adeptos?

El jerarca del Vaticano nos advierte que transcurrió el siglo de la Ilustración sin que el clero creciese al ritmo del XVII, pese a lo cual, la instrucción que recibían los novicios era más rigurosa, pero centrípeta:

«… El clero regular era preferentemente urbano y su procedencia fue cada vez mayor de estratos bajos de la sociedad. La formación no cambió en lo sustancial pero sufrió acomodaciones en dos sentidos: disminuyó la asistencia de clérigos a las universidades mejorando la formación estrictamente eclesiástica, y acentuando la separación entre el mundo clerical y el laico. Por otra parte, las corrientes ideológicas imponían nuevas orientaciones que no fueron igualmente asimiladas por todos». (Idem., p. 17)

El nacimiento de Juan Manuel Antonio Ramos de Lora

En distintos ámbitos sociales (político, industrial, clerical, científico e intelectual), Europa cambiaba vertiginosamente. El 23 de junio de 1722, nació Juan Manuel Antonio, en Villa de los Palacios y Villafranca. Hijo de Manuel Ramos y Bárbara María de Lora, al poco tiempo es bautizado (el 28 de ese mes).

«…De sus primeros años no tenemos noticias -sostiene Porras Cardozo-. Es probable que fuera el primogénito de su familia, pues, lleva el mismo nombre del padre, antecedido del de Juan, seguramente por haber nacido en la víspera de la fiesta del Bautista. Y como tercer nombre lleva el del santo más popular en la comarca bética, Antonio de Padua, premonitorio de su futuro vocacional». (cfr., p. 18).

Se presume que nació en cuna de familia acomodada (quizá labradores no asalariados), ello por cuanto sólo aprendían a leer y escribir quienes tenían ciertos recursos económicos.

Sus primeros pasos en la ruta que conduce hacia Dios

La fecha de su ingreso al Convento de San Antonio de Padua, Sevilla, se desconoce. Su condición iniciática era la de «hermano de coro»: que no lego, dilucida Baltazar Porras Cardozo. Un «hermano de coro» tenía derecho a recibir instrucción y órdenes sagradas. Para ser admitido se requería que el aspirante supiese leer y escribir, y alguna dote.

Está escrito que fue religioso de coro en la Orden Seráfica de la mañana del 19 de Febrero de 1743. Ello significa que se destacó desde sus comienzos.

De acuerdo con las Constituciones de la Orden, el 18 de febrero tomó el hábito. Profesar como «religioso de coro», trajeado, comportaba simbólico de ordenamiento en el camino sacerdotal. Su devoción por san Juan lo persuadió asimilar el nombre religioso del bautista. Era lícito en la Orden y a partir de ese instante firmaría como Juan Ramos de Lora.

La formación sistemática del fraile

En el Convento de San Antonio de Padua, Juan Ramos de Lora recibió nociones de Gramática, Letras, Artes, Lógica, Filosofía Natural, Filosofía Moral, Metafísica, Teología Escolástica y Escritura.

Los religiosos lograban la Orden Sacerdotal un año antes de terminar los estudios formales. En su caso, fue consagrado el 24 de septiembre de 1746, es decir, tres años después de haber profesado como «hermano de coro», lo cual nos hace sospechar que fue un alumno sobresaliente.

Las primeras misiones

Ulterior a su ordenamiento, Ramos de Lora se mantuvo en Villa de los Palacios y Villafranca donde, con fervor, continuaría sus estudios. Desde 1523, había existido la Comisaría General de Indias. Y, precisamente, la Orden Seráfica -a la cual pertenecía fray Juan- ostentó la atribución de decidir las expediciones.

Por ello, en 1749, Ramos de Lora partió en misión de ultramar, junto con 30 sacerdotes y tres legos. Infiere monseñor Baltazar Porras Cardozo:

«…Solo unas pocas pinceladas, muy tenues, nos permiten imaginar siquiera la personalidad de fray Juan Ramos de Lora. Por sus frutos lo conoceremos. Su formación inicial en el hogar y en el convento sevillano, el empuje de una obra floreciente como el colegio de Propaganda Fide de San Fernando de México, y las coyunturas que la historia le brindó harán de este franciscano humilde y sencillo, hombre que marcó amplio surco en las gestas de evangelización americana de la segunda mitad del siglo XVIII». (Ibídem., p. 21)

Obispado de Mérida de Maracaibo: última misión

Después de 31 años de intensas actividades evangelizadoras en México y California, fray Juan Ramos de Lora viene a nuestras tierras para fortalecer la erección del Obispado de Mérida de Maracaibo (cuyos pasos iniciáticos para su establecimiento se ejecutaron entre 1765-1769). El 9 de octubre de 1780, el rey formalizó el nombramiento de Ramos de Lora como obispo de Mérida de Maracaibo. Pero, el 9 de junio de 1783 recibiría la bula para su consagración y ejecutorias (entregada por el virrey).

En 1784, ya fray Juan se hallaba en Maracaibo. En pocas semanas, se dedicó a la preparación de su carta pastoral. Un año más tarde, viajaría a Mérida con intenciones de fundar un seminario. Para la realización de sus anhelos, formuló «Constituciones» en redor a una casa de educación que funcionaría en un abandonado convento de franciscanos. Ello sucedió el 29 de marzo de 1785. Comenzaría la historia que precede a la fundación de la Universidad de los Andes.

@jurescritor

 


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