I

Hace tiempo, cuando mi profesión se ejercía con completa libertad, cuando tenía fuentes de información a las que recurrir; cuando el Estado se sentía en la obligación de aportar datos, dar declaraciones; cuando las instituciones abrían las puertas y vivían los medios de comunicación, la gente olvidaba que los periodistas también son humanos.

Vivíamos para la denuncia, el riesgo, el salto al vacío. Vivíamos para la aventura, para conocer, para atestiguar y para contar. Era una profesión peligrosa que asumíamos como superhéroes porque nos animaba la misión de decirle a la gente lo que pasaba.

El país era otro, otras las instituciones, otra la economía, otro el gremio, otros patronos.

Por supuesto, cuando entró a la palestra pública Hugo Chávez, comenzó a cambiar el periodismo. Comenzamos a ser víctimas en 1992 con muertes de colegas que aún hoy lamentamos. Con el deslave de Vargas dejamos de ser meros observadores para enlodarnos, para sufrir con nuestros hermanos afectados.

 

II

Después comenzamos a ser blanco de los ataques, de los abusos, de las persecuciones. Engrosamos los números de los caídos y heridos en las manifestaciones.

Algunos pasaron de testigos a protagonistas y ya esa línea que antes era delgada, de repente dejó de existir. Como no hay ya fuentes de información, cualquier colega que consigue un dato se convierte en una. Este no es un artículo para analizar si estoy de acuerdo o no con este punto, pero es la realidad.

Han salido del país decenas de periodistas huyendo de la persecución. Yo misma tengo mi familia dividida por esta causa. Hay colegas sufriendo hambre y necesidades, los que han perdido todo.

 

III

Los periodistas también sufren y también necesitan solidaridad. Ya se está haciendo cada vez más común el uso de las herramientas como Go Found Me para ayudar a algún colega que requiere fondos para recuperarse de una enfermedad o para comprar medicamentos.

No hay manera de seguirle al paso a la inflación en cuestiones médicas y de salud, por eso se ha hecho tan importante la solidaridad, no solo para donar sangre, sino ya para ayudar a pagar una cuenta médica o una prótesis. Y esto se extiende a nuestras familias.

Alzo la voz para Agradecer a todos los que han ayudado a los colegas que lo han necesitado. También sufrimos, como cualquier venezolano, pero como gremio hemos tenido que hacer de tripas corazón para seguir cumpliendo con nuestra misión con esa cruz a cuestas.

Que un periodista no tenga fondos para salir de un problema de salud es demasiado doloroso. Hasta pienso a veces que somos una especie en extinción.

Por eso no puedo entender cómo hay periodistas en el maduchavismo a los que no les duele que por las redes sociales se pida colaboración para ayudar a un colega que tuvo un accidente. Esos no merecen ser considerados del gremio. Es más, son victimarios, y ya con eso están marcados.

Porque no será hoy ni será mañana, pero cada uno de esos mal llamados periodistas que cerraron los ojos a este desastre, que ayudaron a acabar con todo el país, que ignoraron que los niños morían de hambre, no se les puede ni llamar humanos.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!