Sala de redacción de El Nacional/ Foto: Víctor Goncalves

Bienintencionados, quizá también ingenuos, los teóricos posmodernos que creyeron que las sociedades occidentales podían renunciar a las ideas de verdad, objetividad y realidad sin mayores sobresaltos. Al contrario, dijeron, no era un riesgo, era un deber moral. La explosión de voces que venían de culturas distantes y de grupos marginados había demostrado que las verdades de Occidente eran un relato más. Si las habíamos confundido con la verdad, se debía menos a su tráfico con los hechos que a su poderío económico y militar, al colonialismo que había aplastado otros saberes y visiones del mundo. Más que seguir la vieja pesquisa por la objetividad y la verdad, ahora las humanidades y las ciencias sociales debían deconstruir las versiones hegemónicas, dar voz a los marginados, denunciar los privilegios. En pocas palabras, el ideal de verdad debía ser reemplazado por el de justicia. Eso es lo que se ha venido diciendo, sin contemplar que muchos oficios, empezando por el periodismo, dependen de la existencia de una realidad que puede ser palpada y contada de la forma más objetiva posible.

Las consecuencias de este cambio para el oficio las ha mostrado James Bennet, antiguo editor de opinión en el New York Times, en un largo ensayo publicado recientemente en The Economist. Dice Bennet que sus colegas solían partir de una premisa: el poder siempre miente y la función del periodista es destapar lo que oculta o tergiversa. Eso es lo que los diferencia. El periodista busca las mentiras y contradicciones que el político encubre en sus discursos. Su función no es dirimir si su relato es moralmente provechoso, sino mostrar la distancia que se abre entre sus palabras y los hechos. Un periodista no hace justicia cuando se convierte en partisano de las causas nobles o apoya el discurso más inclusivo o moralmente elevado. Tampoco cuando toma partido por las identidades marginadas o eclipsa las voces u opiniones que pudieran ser nocivas para sus ideales. El periodista hace justicia a su manera, siendo escéptico e inquisitivo, y sobre todo tratando de contar las cosas con apego a la verdad.

Artículo publicado en el diario ABC de España


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