Con cinco capítulos estrenados, Peacemaker de James Gunn se ha convertido en un curioso éxito de HBOMax. En especial, al subvertir de manera inteligente, profunda y novedosa el género de superhéroes. De un personaje incómodo a un grupo de inadaptados. La serie demuestra que el universo de DC puede ser más robusto de lo que parece. Y esas, son siempre buenas noticias.

En el cuarto capítulo de la serie Peacemaker de HBOMax, el antihéroe titular recuerda un fragmento de su traumática infancia. Lo hace, mientras la cámara le observa en un plano cerrado y a la vez, se muestran varias escenas de líneas argumentales paralelas. Durante casi seis minutos, James Gunn analiza, deconstruye y al final humaniza a un personaje hasta ahora confusa. La precisión del guion y las buenas decisiones visuales permiten que se trate de una mirada casi antológica al clásico héroe vulnerable. El resultado es una secuencia dolorosa, profunda y elocuente, que sorprendió a los fanáticos por su capacidad para mostrar las dimensiones de Peacemaker.

No es la única ocasión en los cuatro capítulos estrenados en que James Gunn ha hecho algo semejante. La serie, que antes de su estreno era una gran incógnita, se ha convertido en un cúmulo de buen hacer creativo y narrativo. Desde su piloto, fue evidente que el programa estaba destinado a explorar un nuevo tipo de figura en el mundo de los superhéroes. En especial, al incorporar el humor corrosivo y políticamente incorrecto de Gunn a una nueva dimensión. El spin off directo de la polémica The Suicide Squad (2021), en la que Gunn exploró toda una nueva idea sobre el antihéroe, fue un desastre de taquilla. Eso, a pesar de las buenas críticas que cosechó y la opinión unánime que se trataba de una importante evolución en estilo y argumento en Warner y DC.

No obstante, para los fanáticos, se trató de una burlona mirada al mundo del cómic de DC, que no resultó del todo convincente. Con su tono exagerado, su humor en ocasiones infantil y su estética que recuerda el paso del director por Troma, la película desconcertó. En específico, la forma en que Gunn analizó a varios de los villanos menos conocidos de DC en una larga sucesión de absurdos. Ya David Ayer había intentado elaborar la idea de la clásica X Force de DC con aires de redención épica. Pero Gunn brindó a los personajes un sentido del poder basado en sus historias privadas y pequeñas tragedias. Les humanizó, les dotó de fuerza y al final, les permitió un triunfo aparatoso y desordenado.

Pero el argumento no llegó a calar y desapareció como un fracaso taquillero. Aun así, DC decidió brindarle a Gunn una segunda oportunidad. De hecho, incluso antes del estreno de The Suicide Squad, ya se hablaba sobre varios proyectos encabezados por el director. Uno de ellos, era una serie basada en el inclasificable personaje interpretado por John Cena. Peacemaker, un psicópata violento convencido que lucha por la paz, sobrevivió al film para comenzar su camino en solitario. La gran pregunta es cómo lograría el director dotar de profundidad a un antihéroe que en esencia, era una burlona parodia de los superhéroes. ¿Debía llevar la broma hasta el extremo más incómodo? ¿Convertirla en una premisa más escabrosa?; para sorpresa del público y de la prensa especializada, Peacemaker resultó algo por completo nuevo.

Peacemaker: Él le da mal nombre a la paz

Hay dos cosas que debes saber sobre la serie Peacemaker. En primer lugar, no cuenta la historia de alguien, sino de un grupo de marginados sin otro remedio que trabajar juntos. No es Doom Patrol, con su equipo entrañable de superhéroes de segunda o situaciones precarias. Tampoco es una versión de la Suicide Squad de Ayer, con su necesidad de conectar con un universo mayor y brindar peso a sus personajes. Peacemaker es una serie sobre perdedores. Fracasados que deben demostrar su valor, luchar contra tragedias íntimas y recobrar su identidad para encontrar su lugar en el mundo. Y por supuesto, acerca de un hombre — aparentemente —  corriente, educado por un padre abusivo, que está convencido de “tener un destino”.

Lo otro que debes saber, es que los perdedores de James Gunn están lejos de ser superhéroes, más allá de sus rencores, debates morales y esperanzas. The Boys de Eric Kripke, muestra un mundo que lidia con villanos que llevan capa y sonríen a la cámara. Héroes hipócritas, con una retorcida mirada al poder. Pero Gunn escogió una dirección distinta. Y aunque Peacemaker se mueve en el universo compartido de DC, no intenta profundizar en el poder y lo extraordinario. En realidad, la cuestión sobre los llamados metahumanos y sus capacidades excepcionales está fuera de discusión. Lo realmente interesante para Gunn es cómo ser un héroe — o intentar serlo — sin tener otra cosa que la “motivación”. Y es ese extraño dilema, lo que convierte a Peacemaker en un éxito de argumento y originalidad narrativa.

El Peacemaker de John Cena es racista, homofóbico y sin duda, un hombre violento capaz de asesinar. Pero también, uno que comienza un lento recorrido hacia los lugares más extraños y oscuros de su vida. Lo más intrigante de Peacemaker, es la capacidad de Gunn para dotar a su antihéroe de dobles y terceras lecturas. De romper las etiquetas con las que podría definirse — es sencillo hacerlo — y brindar la oportunidad al personaje de crecer.

De una dolorosa visión sobre la pérdida del propósito hasta la búsqueda de un ideal. Peacemaker es mucho más que un recorrido irónico por las sombras del heroísmo — aunque lo es — y ese es su gran punto fuerte. Christopher Smith/Peacemaker atraviesa su mundo hecho pedazos en busca de una forma de comprender qué tiene sentido en su vida. Mucho más aún: que necesita entender sobre su trayecto hasta ser algo más que una figura basura bajo influencia poderosa. Y lo hace, en la medida que Gunn escribe para su personaje poderosas y sencillas escenas en la que sus contradicciones lo son todo. Una vulnerabilidad desconocida que sorprende por la amplitud de su propuesta y lo bien que hasta ahora se ha desarrollado.

En Peacemaker todos bailamos

Para sorpresa de la audiencia, uno de los elementos más llamativos de Peacemaker es su inesperada intro. En la secuencia, puede verse al elenco del programa bailando en cuidada coreografía la canción Do Ya Wanna Taste It de Wig Wam. Por supuesto, ya es un hábito de James Gunn incorporar sustanciosas bandas sonoras a sus films. Pero en esta ocasión, la noción sobre la música y en especial, el desafío de las expectativas de Peacemaker, se engloba en su presentación.

De hecho, lo mismo podría decirse de todo su elenco. Desde la agente Harcourt (Jennifer Holland), la novata Leota Adebayo (Danielle Brooks), John Ecónomos (Steve Agee) hasta el misterioso Clemson Murn (Chuk Iwuji). Cada uno de los personajes debate y sostiene sus propios dilemas con el poder, sus errores pasados y la incertidumbre del futuro. Si algo sorprende en Peacemaker es su capacidad para abrir su argumento en múltiples facetas y narrar desde el absurdo inevitable, una historia poderosa. Una además, que transita lugares poco comunes sobre el bien y el mal. Que evade la conciencia social y la idea de la moral.

Peacemaker es una serie acerca de perdedores, sin duda. Pero también, del tránsito a una idea más humana y radicalmente nueva acerca del héroe tradicional. Porque al final, este personaje de ajustados pantalones blancos, chistes sexistas y pasado doloroso, va a salvar el mundo. Y es probable que mostrar los matices desiguales de su dudoso héroe, demuestre el poder de Gunn para cambiar el concepto de lo superheróico. Quizás, cuando era más necesario hacerlo.

 


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