María Corina Machado
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Esta tercera y última entrega de la serie de artículos “PDVSA y María Corina”, tiene como propósito poner fin a esta triada de réplica a la blasfema proposición de privatizar PDVSA, por parte de la precandidata María Corina Machado (MCM), y que el 12 de julio pasado ratificó en su participación en el Foro de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), y que reunió a ocho de los precandidatos presidenciales. No hay duda que la propuesta de MCM, quiéralo ella o no, amenaza con profanar la soberanía nacional y sin duda que atenta contra el principal motor de la economía venezolana, en los últimos cien años, como lo es PDVSA. De allí que PDVSA está umbilicalmente conectada con los principales medios y factores de la economía nacional, y su tratamiento y ponderación son superiores a cualquier otra materia prima o mercancía que puedan generarse en todo el territorio venezolano.

¿A qué sectores o particularidades nacionales, o extranjeros, podría beneficiar la privatización de PDVSA? ¿Qué hay detrás de la pérfida propuesta de MCM con respecto a nuestra industria petrolera? “En un país con las debilidades institucionales y la tradición de captura del poder público de Venezuela, la privatización de PDVSA no haría más que asegurar la transferencia de enormes recursos del Estado a las élites económicas que se posicionarían para adquirirla” (F. Rodríguez). Es decir, que la venta de nuestra empresa petrolera solo irá a beneficiar a los grupos económicos bien posesionados dentro y fuera del país,

Fortalezas y geopolítica del petróleo

Hay un elemento o factor importante y determinante para entender el papel que, hoy por hoy, juega el petróleo, en las relaciones internacionales y en la geopolítica mundial. Y esto es así porque el petróleo sigue siendo la sabia vital del mundo desarrollado, además de constituir el 33% de la matriz energética (y 84% junto con el gas y el carbón -fósiles-). La enorme versatilidad de los usos que tiene el petróleo (más de 7.800 derivados, productos y subproductos) supera enormemente a todas las demás energías alternas y de allí que sea la mercancía de mayor transacción bancaria (después, pero bien después viene el café) en el mundo. El petróleo se usa en su mayoría como fuente de energía, solo menos del 15% va a usos no energéticos; pero el 52% se destina al sector transporte y eso representa el 95% del consumo energético en tal sector (transporte), siendo el parque automotor de 1.3 millardos de autos.

También de todas las materias primas, y tomando en cuenta las energías alternas, el petróleo es el de mayor densidad energética. Esto quiere decir que es el que contiene mayor concentración energética por unidad de volumen; además el de mayor facilidad de transporte y el de mayor abundancia en reservas probadas. Igualmente, podríamos afirmar que el denominador común de la economía mundial es la energía y, a su vez, el denominador común del mundo energético es el petróleo. Y es por ello que el mercado petrolero es más grande que todos los mercados de materias primas juntos, y así lo dice su producción mundial de 40.000 millones de barriles de bombeo por año.

La era del petróleo se niega a morir

En su último Informe de hace dos semanas, la Agencia Internacional de Energía (AIE) afirmaba que para la segunda quincena del próximo mes de agosto, el consumo petrolero mundial estaría llegando a 102.3 millones de barriles diarios (MMB/d), por primera vez en la historia (pico histórico). Desde que se perforó el primer pozo petrolero en el mundo en 1859 (Pensilvania), el crecimiento de la producción, consumo y demanda petroleras han sido permanentes y continuos, y el mismo comportamiento han tenido las reservas probadas. Lo que esto nos dice es que la era del petróleo se niega a morir, y que la economía mundial, como el mundo industrializado, seguirán dependiendo del petróleo por un largo, pero bien largo tiempo; por lo que la historia de nuestros tiempos se seguirá escribiendo con petróleo, a pesar de lo que digan algunos ecologistas por allí, de que el petróleo “ya está de salida” o que su sustitución está a la “vuelta de la esquina”. Y esto en nuestro país se viene propagando desde julio de 1962, cuando nuestro insigne Arturo Uslar Pietri (AUP), siendo Senador de la República -por el Distrito Federal- entabla un debate en la Cámara Alta con el ministro de Minas e Hidrocarburos (y fundador de la OPEP) Juan Pablo Pérez Alfonzo, y afirmaba que el petróleo en menos de treinta años iba a ser reemplazado por la energía nuclear, además que estaba amenazado porque eran muy pocas las reservas probadas que quedaban en el subsuelo, y por lo tanto la OPEP estaba amenazada a desaparecer y que se constituiría en todo un fracaso. Han pasado más de 60 años y la realidad del mundo energético y petrolero es totalmente contraria a lo presagiado por el estimado y recordado AUP. Nuestros intelectuales también se equivocan, sobre todo a la hora de hacer pronósticos. Las energías alternas hasta ahora no pasan de ser meras “Energías Románticas”, fantasiosas, míticas y llenas de quimeras en un mundo que se niega a dejar de ser soñador, y sigue viviendo de ilusionismos. Europa se desinfló en sus esperanzas y expectativas con respecto a las “energías alternas”, baratas, renovables, limpias, etc…en ocasión de la guerra Rusia-Ucrania y se quedó mirando para los lados creyendo que aparecería la energía solar o eólica, que reemplazara el gas y el petróleo suministrado tradicionalmente por Rusia.

No hay ninguna mercancía ni materia prima tan vital para el crecimiento y desarrollo económicos como el petróleo. Este gran peso o ponderación que tiene el petróleo, por encima de todas las demás mercancías y materias primas existentes en el mundo, es importante tenerlo presente para poder valorar realmente el significado preponderante del petróleo en la GEOPOLÍTICA mundial. Y saber que el petróleo no es ningún activo de refugio financiero, sino que su rol se ejerce como un activo de procesamiento industrial; y es por ello que sin petróleo no hay crecimiento económico ni desarrollo económico posible, no hay guerras ni transporte marítimo ni aéreo. Ya lo decía desde Viena, hace dos semanas, el nuevo presidente de la OPEP, el ecuatoguineriano Antonio Oburu Ondo:

“El mundo no puede vivir sin petróleo, ni podrá en un futuro previsible, dada las necesidades energéticas del planeta.” y más adelante afirmó: “El petróleo ha sido central en el pasado, es crucial para el presente y será fundamental para el futuro de la sociedad”.

También ello nos lo dice el mismo proceso histórico de la vida petrolera venezolana.

El petróleo es política

Gracias a todas las características, propiedades y alcance que tiene el petróleo, es que éste reviste, partiendo de la política petrolera, la “nuez” esencial en la elaboración de la diplomacia petrolera y a su vez de la geo política del petróleo, tres características esenciales para derivar en la geo estrategia del petróleo. Ya próximos a finalizar la primera cuarta parte del siglo XXI, hoy por hoy, el petróleo es política y la política -en parte- es petróleo. Destacados teóricos de la geopolítica del petróleo, tales como Daniel Yergin, Paul Roberts, Juan Rossel y Ëric Laurent, entre otros, no dudan en afirmar que los precios del petróleo lo integran proporcionalmente dos variables indiscutibles: “90% es política y solo 10% es economía”. Esto reafirma que el petróleo no es una materia prima cualquiera, como algunos pretenden hacerlo ver.

”Es un insulto a la inteligencia humana aceptar lo que ahora nos quieren inculcar algunos en el sentido de que el petróleo es una simple mercancía que carece de valor estratégico” (Mazhar Al-Shereidah, 2010).

Ni siquiera una mercancía como tantas existen, el petróleo es un arma política y como tal debemos manejarlo y tratarlo, y por lo tanto no debemos de entregarlo al sector privado internacional, ni nacional, pues estos lo venderían como cualquier otra mercancía a sus propios países, sin darle el valor plus que le otorga la geopolítica y la geo estrategia del petróleo.

Privatizar o entregar la soberanía nacional

Desde luego, que las categorías y conceptos desarrollados en torno al petróleo en los cinco párrafos anteriores, no son muy atractivos para algunos ingenieros petroleros, precandidatos(as) presidenciales como MCM y algunos economistas que abrazan dogmáticamente la fe neoliberal, y sin ninguna argumentación consistente, son de la opinión que hay que vender (privatizar) PDVSA, sea como sea. Por lo que términos o conceptos como Economía Petrolera, Política Petrolera, Diplomacia Petrolera, Geopolítica del Petróleo y Geo-Estrategia del Petróleo, les desagradan porque allí es donde se sustenta la argumentación de que la entrega de PDVSA comporta, a su vez, entrega de nuestra soberanía nacional. Un país que no pueda definir su política petrolera, porque su principal y única empresa petrolera está en manos del sector privado, y por consiguiente tampoco puede orientar su diplomacia en función del petróleo, y mucho menos definir las líneas principales de geopolítica y geo-estrategia petroleras, es un país que ha entregado su soberanía al capital petrolero internacional. Esto en criollo quiere decir: “Hemos vendido el alma al diablo”. Y todo por amor al mercado, a la libre competencia, a la globalización, a los mercados abiertos, a la apertura de mercados, a economías internacionales, en fin, todo un festival de pseudo conceptos artificialmente elaborados en laboratorios académicos (como el de los “Chicago`s Boys), y aquí los aceptamos sin discusión académica alguna, y donde el interés nacional, e igualmente la soberanía, declinan ante el mercado o ante el liberalismo de la antigua Escuela Clásica de Adam Smith (1786), y sin embargo a eso se le llama “modernidad”. “Claro, todo se hace en nombre de la modernización, en nombre de la adaptación a los nuevos tiempos de una legislación añeja, caduca.” (C. Mendoza P., 2000).

Hoy más que nunca la importancia del PETRÓLEO está valorada en la Diplomacia, Geopolítica y Geo-Estrategia petroleras, y precisamente es esto lo que lo hace altamente vinculante con la soberanía nacional.

Han sido los Estados los que secularmente han definido la diplomacia y política exterior, y también la geopolítica y geo estrategias de los países, pues esto no es competencia del sector privado, para nada. Por lo que es el Estado venezolano el que tiene el deber y la responsabilidad de definir, diseñar y ejecutar todo el entramado de la política exterior, incluyendo -desde luego- la geopolítica petrolera y la geo estrategia del petróleo. Y esto solo es posible si el Estado venezolano ejerce el control (acciones) y la operatividad de su industria petrolera; lo que se traduce en el diseño de la política petrolera venezolana, por lo que la pretendida privatización de PDVSA es contrario, no solo al interés nacional como tal, sino también atenta claramente contra la soberanía nacional.

No puede ser soberano un país petrolero cuya propiedad y operatividad de su industria (petrolera) esté en manos del sector privado, y por lo tanto no puede definir sus niveles de producción y exportación de crudos (como tampoco sus destinos finales), para honrar sus compromisos adquiridos dentro de la OPEP, en función de una política petrolera cónsona con el interés nacional y de una geopolítica petrolera que nos dé peso y presencia en la comunidad internacional. La política del petróleo, la geopolítica del petróleo y también la geo-estrategia del petróleo, son tres variables de gran peso e importancia en el concierto de las naciones del mundo, y esos son elementos de mucha preponderancia y trascendencia como para dejárselas al sector privado, que por lo demás nunca se ha ocupado de ello porque simplemente son ajenos a las políticas públicas. “Si queremos que el turismo, la agricultura, el desarrollo tecnológico, la ganadería, la manufactura, la innovación y el comercio arranquen, se robustezcan y le peleen el sitial al petróleo en la economía nacional, necesariamente deben ser impulsados por lo único que, maltrecho, tenemos hoy,: el petróleo.” (D. Fermín, 2023). Eso que bien podríamos llamar la simbología social; es decir, el deber moral que sí tiene el Estado de reinvertir la rentabilidad de PDVSA en el desarrollo social e industrial, para generar beneficio social en función de las grandes mayorías. En lugar de que las ganancias provenientes de tal negocio, tengan como destino los Bancos internacionales instalados en la 5ta. Av. de Nueva York y en la Oxford Street de Londres. La soberanía de un país petrolero se ejerce solo a través del control y manejo de su industria petrolera, pues de lo contrario no tendrá la suficiente fuerza jurídica para definir y defender su propia soberanía, y así establecer las pautas en su política petrolera, que incluye los acuerdos aprobados en el seno de la OPEP en Viena.

Ante todo este catálogo de consistentes argumentos, categorías y conceptos que enfrenta la proposición de privatizar PDVSA, y debido a la orfandad de fundamentos, entonces se recurre a señalarnos de “ser anticuados”, “son nuevos tiempos”, “no están al día”, “son dinosaurios del mercado”, “los tiempos han cambiado”, “tienen que actualizarse”, “se quedaron en el pasado”, “vivimos tiempos modernos”, “están anacrónicos”, “el mundo cambió” (A.R. Oliveros, 2023), etc…y en fin, todo un glosario de galimatías sin sentido ni contenido, solo para evadir el debate serio con expresiones un tanto huecas y que igualmente podrían utilizarse en ambas vías, porque eso de que “el mundo cambió” también vale, como argumento, para los que estamos en la acera de enfrente de la privatización. Bien podríamos entonces, también decir, que la privatización no tiene sentido y está fuera de orden porque “el mundo cambió” y “son otros tiempos”, y que son anacrónicos y dinosaurios quienes plantean el liberalismo y el libre mercado para entregar PDVSA, basados solo en los antiguos preceptos de la vetusta escuela clásica de la economía de hace 250 años. ¿Y es eso a lo que se le llama modernismo…? Y qué…? Eso no dice nada…son frases insípidas, desabridas y sosas, que decepcionan de personas, sobre todo de economistas, que deberían tener argumentos académicos más sensatos y sesudos. ¡Seamos serios!

En la búsqueda de “argumentos” o pretextos

Cuando MCM plantea su nociva propuesta de entregar PDVSA a las transnacionales, pareciera desconocer la repercusión que el petróleo como materia prima y mercancía de excepción, significa para el mundo desarrollado y tampoco tiene idea del valor que posee dicho hidrocarburo en términos geopolíticos y geoestratégicos, vastamente explicados en los párrafos anteriores. ¿Por qué será que a algunos venezolanos les fastidia que el Estado tenga algunas propiedades?. Y eso queda demostrado cuando se asemeja la industria petrolera con las industrias básicas de Guyana y con otras empresas del estado venezolano, las cuales por cierto -para mi criterio- sí pueden ser privatizadas, con cierto cuidado y precaución, claro está. MCM dijo hace cuatro días: “…y la privatización de la mayoría de las industrias del agua, telecomunicaciones y transporte, incluido el sector petrolero de suma importancia para el país con el propósito de `acabar con el monopolio estatal`”. Ningún monopolio es bueno, pero en todo caso es preferible el monopolio del Estado (mucho menos dañino) que el monopolio del sector privado. Y como para que no queden dudas, MCM agrega: “Por supuesto que hay que privatizarla (PDVSA). Y no solamente PDVSA, las empresas de Guyana, los hoteles, las empresas de telecomunicaciones” (Jul. 2023). Bien la respuesta que recibió a su “edulcorada” proposición: “ `Privatizar` PDVSA puede sonarle sexy a algunos, acostumbrados a padecer la ineficiencia del Estado. Pero privatizarla, en este caso, es rematar. Rematársela, a precio de gallina flaca, a sus panas. No debemos renunciar a esa conquista en nombre de los sirénicos cantos de zamuros que quieren aprovecharse de la debacle de la industria para hacerse de ella por dos lochas.” (D. Fermín, 2023). Sin comentarios.

Craso error de la precandidata, el tratar al petróleo dentro de la inmensa selva de mercancías y materias primas, y del sinnúmero de empresas públicas que neciamente tiene el Estado, como si se tratara de cualquier otra. Ya lo decía uno de los periodistas venezolanos más versados y agudos, como lo es “@PoleoRafael PDVSA no es una empresa de servicio, como la CANTV. Es un instrumento estratégico de la Nación venezolana dentro del juego de poder en el mercado energético mundial, y de paso una rica fuente de ingresos y actualización tecnológica. Es clave para la soberanía nacional” (R. Poleo, 2023). Pareciera que MCM no tiene dimensión de lo emblemático que también constituye el petróleo para los países desarrollados, donde es especialmente crucial por ser la fuente básica del suministro energético, además de proporcionar la casi totalidad del combustible del transporte de tales países. Amen de destacar el papel vital que el petróleo desempeña para ellos en términos de seguridad nacional, por ser el propulsor de tanques, aviones, helicópteros, embarcaciones, camiones de transporte de tropas, vuelos espaciales, y en fin, columna vertebral de la maquinaria de los países miembro de la OTAN.

Igualmente MCM, en las mismas declaraciones ya referidas (hace escasamente cuatro días), procurando rebuscar argumentos por los rincones afirmó: “Queremos abrir el sector energético de Venezuela para atraer a las empresas más avanzadas y capitalizadas del mundo”. Pero para tan “modestas” pretensiones no necesita privatizar PDVSA, simplemente con brindarles seguridad jurídica y reglas del juego totalmente transparentes, es más que suficiente. Y debería empezarse por las 29 empresas transnacionales petroleras que aún están en el país, ahí mismo en la Faja del Orinoco, cruzadas de brazos y todo, pero ahí están; es cuestión de exhortarlas y animarlas a que inviertan. ¿Cuántas transnacionales del petróleo se requieren? Que vengan 30, 50, 90 o 120, al fin y al cabo vamos a necesitar ingentes cantidades de dinero para reconstruir PDVSA, y a partir de allí reconstruir el país. Qué manía la de algunos venezolanos de querer vender todo cuanto tengamos o pertenezca al Estado. El estatismo en sí mismo no es malo y el papel del Estado no riñe con la eficiencia, de hecho hay cientos de ejemplos de Estados eficaces y eficientes en el mundo, y cuyas empresas petroleras están siendo manejadas en forma óptima, como es el caso de la Saudí Aramco de Arabia Saudita, Equinor de Noruega, Total de Francia, Eni de Italia, por solo citar cuatro casos, y qué no decir de los países pertenecientes a la OPEP, cuyos Estados administran y operan sus propias industrias petroleras en forma ejemplar. Entonces porqué en Venezuela no podemos hacerlo, si ya lo hemos hecho en el pasado.

Demagogia petrolera u oferta engañosa

Hay un último aspecto insoslayable a ser tratado en esta nociva propuesta de MCM, y es el referido al tema legalista, a menos que ella esté pensando en saltarse la Constitución y todo el marco jurídico que rige la materia, sin escrúpulo alguno, como se ha venido haciendo en los últimos 20 años en Venezuela. Es decir, para que MCM lleve a cabo su añorada entrega de PDVSA al capital petrolero internacional, primero tiene que enmendar la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en sus Artículos 11, 12, 302, 303 y 311, donde se establece que los yacimientos de hidrocarburos “son bienes del dominio público y, por tanto, inalienables e imprescriptibles.” (Art. 12), además también dice: “El Estado se reserva, mediante la Ley Orgánica respectiva, y por razones de conveniencia nacional, la actividad petrolera y otras industrias, explotaciones, servicios y bienes de interés público y de carácter estratégico.” (Art. 302). Igualmente reza lo siguiente: “Por razones de soberanía económica, política y de estrategia nacional, el Estado conservará la totalidad de las acciones de Petróleos de Venezuela, S.A., o del ente creado para el manejo de la industria petrolera, (…).” (Art. 303). Es decir, prohíbe taxativamente que PDVSA sea vendida, alquilada, subastada, rifada, regalada, entregada, etc…a ninguna individualidad o corporación. De manera que todo lo propuesto, fuera de aquí, es violatorio a la Constitución de la República.

De tal manera, que la propuesta de MCM de privatizar Pdvsa es, además de antinacional, una propuesta deliberadamente engañosa y demagógica, y que bien podríamos llamar “demagogia petrolera”, y sin ningún sentido de responsabilidad ni seriedad. Es lo que algunos expertos en Marketing llaman “Oferta engañosa”; esto quiere decir que lo que se ofrece al mercado para atraer la atención de incautos e ingenuos (electores) en política, de antemano el oferente o vendedor sabe que no está en capacidad de cumplirlo, pero lo hace intencionalmente a sabiendas de que está engañando a la población (demagogia); es una especie de populismo “mantuano”. ¿No es acaso esto lo que se le critica a buena parte del oficialismo, o no es más de lo mismo? Esto precisamente es lo que queremos corregir de buena parte de nuestra actual dirigencia política, porque de la demagogia estamos más que cansados.

Finalmente, se podría afirmar que ante la antinacional, desaforada y blasfema propuesta de vender Pdvsa, MCM tiende a convertirse en la “Barbie” de Fedecámaras y en la “Penélope Cruz” del capital privado internacional.

No a la inhabilitación

Y como lo cortés no quita lo valiente, debemos de dejar claro que condenamos abierta y públicamente la inhabilitación que se le ha impuesto injustificadamente a MCM, pues se trata de una arbitrariedad, abuso de poder y atropello descarado, propio de un régimen autoritario y hegemónico. En un país libre y democrático son inconcebibles las inhabilitaciones políticas, los presos políticos y los exiliados políticos. Así como reprobamos las sanciones impuestas por algunos países en contra de Venezuela, a su vez reprobamos las inhabilitaciones, en contra de nuestros y nuestras compatriotas; también reprobamos las actuaciones de quienes quieren sostenerse en un poder autoritario antidemocrático, para eliminar a quienes no piensan políticamente igual.

¡Qué contradicción! Pedimos justicia a los cuatro vientos para nosotros, pero somos incapaces de actuar con justicia para con nuestros propios ciudadanos, sin sectarismo, sin mezquindad. Definitivamente, este es un gobierno que enmascara la democracia con sus intereses autoritarios.

 


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