Después de 65 años de revolución, miles de cubanos salieron a las calles de varias ciudades a gritar «patria y vida». También «libertad» y «corriente y comida». Corriente es electricidad. Apagones de horas y horas y días y días siembran la isla de oscuridad. También de indignación.

Las protestas se desataron el domingo pasado, ya se habla del 17M, en Santiago de Cuba, Bayamo, Santa Marta (Matanzas), Sancti Spíritus y en Cienfuegos, estas últimas sin confirmar porque hay cortes de Internet y las historias llegan con retraso o no llegarán nunca.

El portal 14 y medio, de la bloguera y filóloga Yoani Sánchez, da cuenta de las manifestaciones callejeras, de gente humilde que lo ha perdido todo y que ha visto partir a sus hijos al exilio. «Los cubanos se comieron el miedo”, dice, que ha sido la dieta que más y mejor ha repartido durante seis décadas y media la jerarquía del Partido Comunista de Cuba.

«Patria y vida» recuerda la jornada del 11 de julio de 2021 cuando desde La Habana surgió una airada protesta de la que aún hay centenares de detenidos en las cárceles del régimen. «Patria y vida» es un himno libertario del rapero Maykel Osorbo que en una de sus estrofas expresa:

Esta es mi forma de decírtelo

Llora mi pueblo y siento yo su voz

Tu cinco nueve, yo doble dos

Sesenta años trancado el dominó

A la carencia energética, se suma la insuficiencia alimentaria: los anaqueles de las tiendas están desabastecidos o tienen precios que los hacen inalcanzables. “Corriente y comida”, gritaban. Miguel Díaz-Canel, el mandatario cubano, le echó la culpa a “terroristas” apoyados por el imperio. Aún con corriente, a Díaz-Canel le faltan luces y le sobra cinismo.

En la ciudad de Manzanillo, en la provincia de Granma, donde no circula ni un autobús, convertida la flota en chatarra por la ausencia de repuestos, la gente se desplaza en el servicio que prestan cocheros con sus carruajes a caballo. Pero le obligan a cobrar tan solo 10 pesos (ni siquiera la mitad de un dólar) por pasajero. Se negaron. En un gesto que se suma a la ola de disgusto, desencanto y reclamo. Una estampa más de la Cuba condenada al atraso y la miseria.

¿Pedirá su santidad Francisco que los herederos de los “barbudos revolucionarios” tengan el coraje de asomar la bandera blanca y negociar su retirada? Tanto en Cuba como en Venezuela no ha sido necesaria una guerra para destruir ambas naciones y expulsar a sus hijos de sus patrias.


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