Estamos ante dos campañas que no pueden compararse. El contraste es tan inevitable como irrefutable: Hugo Chávez contó con el tiempo suficiente para realizar la campaña electoral de 1998 que resultó exitosa. Explayó sus planteamientos, desarrolló la estrategia del ventrílocuo Luis Miquilena, viajó cómoda y confiadamente por el país, supo de un CNE pulcro e imparcial y fue a los libérrimos y más variados espacios de la prensa, privada y pública. Hoy la campaña de Edmundo González dispone de un corto período para reafirmar y expresar el descontento de todos los venezolanos, al mismo tiempo que debe combatir el evidente ventajismo del gobierno. Aunque éste –preocupado– ha descubierto que el candidato de la oposición no es el sujeto anodino que llegó a creer, y ha intentado una campaña de descalificación para tratar de atajar las tres ventajas fundamentales del líder opositor: la sobriedad, la preparación y la experiencia en los asuntos públicos. Agreguemos otra: su humildad, porque no tiene nada de bocón, vanidoso o grotesco.

De modo que, paradójicamente, el problema es para el oficialismo ¿cómo puede revertir en tan breve plazo la confianza que genera crecientemente Edmundo? Además, su fundamental estrategia de campaña pasa por el explícito y también tácito rechazo del régimen por una ciudadanía que no ha apagado jamás la principal emisora del país: la radio-bemba y las redes-bemba, siendo tan profunda la convicción y el sentimiento a favor de la libertad y la democracia. Incluye a los millones de empleados públicos de todo nivel que aguantan callados el desastre y que hoy prefieren emplearse en el sector privado de la economía que lo prefieren próspero y vigoroso en lugar de sobrevivir como empleados del PSUV, porque a todos los hacen activistas a juro de ese partido. O mejor sería afirmar que  el gobierno es el mejor aliado de la campaña de Edmundo, por todos los errores, las fallas, las atrocidades e injusticias, en fin, los equívocos que sigue cometiendo, convertido en el campeón mundial de la corrupción por los incuantificables montos que manejaron y se robaron en 25 años. No obstante, existe el riesgo de que la oposición dé un paso en falso, caiga en la burda y garrafal trampa de ocuparse de sí misma y de sus veleidades sectarias.

En efecto, la oposición ha de ocuparse en hacer eso: oposición y esto significa denunciar las realidades tal cual la viven todos y cada uno de los venezolanos, sin dejarse distraer en absoluto por el circo sin pan del régimen, planteando la sensatísima solución que representa la candidatura de Edmundo. Cada dirigente, cada vocero, cada activista opositor, por las más sencillas o más altas responsabilidades que tenga, debe ocuparse de denunciar la realidad, decir la verdad con la que se identifica nuestra población. La realidad incluye desde la falta de prestación de los servicios públicos (agua, electricidad, telefonía, vialidad, etc.), hasta la trágica crisis de la industria petrolera, sin olvidar la pavorosa imposibilidad de acceder a la canasta básica de los alimentos, por citar apenas tres ejemplos, que son de los más trascendentales e importantes para un mejor vivir. Vale decir, hay que ponerse en los zapatos del venezolano común, padre o madre desesperada de familia con niños no-escolarizados, en la búsqueda constante de un trabajo digno y en la defensa a toda costa del más elemental derecho a quejarse.

El vocero y el activista o el dirigente deben pisar en todos los problemas de la realidad nacional, regional y local sin complejos, de un relieve diverso porque ha de andar por zonas áridas, superficies afables, caminos harto accidentados, con las botas bien puestas. Reiteramos, la oposición no puede dar un paso en falso que favorezca al oficialismo, por estar distraídos en una suerte de guerra campal. Por el contrario, la conducta que nos favorece es nombrar esta terrible realidad. El régimen siempre elude y traspasa la responsabilidad de sus propias acciones; la corrupción es de los otros aunque ellos manejen los recursos, la violencia es de los demás cuando son ellos los que poseen las armas y el control judicial. Así podemos seguir nombrando  cada una de las calamidades que sufre el venezolano y que debe enfrentar en su cotidianidad.

Para la mayoría de los venezolanos está muy claro que se debe pisar en firme, que ya no podemos seguir cometiendo los errores del pasado, porque de hacerlo le daríamos posibilidades a los que hoy ostentan el poder, estaríamos abriéndole de nuevo las puertas a un modelo que vulnera la democracia, he iríamos en contra de nuestro principal objetivo que no es más que lograr el bienestar y goce efectivo de los derechos civiles políticos y sociales de los cuales son portadores los ciudadanos. Hemos insistido, resistido y persistido en nuestro trabajo por llegar a un sistema altamente democrático, por lo que en estos momentos tenemos que mantenernos en el camino que nos hemos trazado durante estos 25 años.

IG, X: @freddyamarcano


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