Los partidos constituyen la fórmula natural y especializada para que la sociedad civil se exprese y actúe en relación con los asuntos concernientes al Estado. Y, como toda institución, es perfectible o, al menos, tanto como una asociación de vecinos, un club deportivo, un departamento académico, o cualesquiera otras actividades afines. Sin embargo, pesa una maldición sobre los partidos, malinterpretada las últimas palabras del Libertador, antes de bajar al sepulcro, y decidida por las dictaduras militares que nos castigaron, aunque el dictador fuese un partido político en sí mismo. Hay una tradición antipartidista, o mejor dicho, un ir y venir, porque la prolongación de esas dictaduras, como fueron los casos de Gómez y Pérez Jiménez, apostamos por las organizaciones que dieron la cara y su sangre para liberar a Venezuela.  Y queda el prejuicio, la superstición, hasta que tropezamos con la misma piedra: Chávez y Maduro, quienes sintetizan toda la estructura, la militancia, el mensaje y la dirigencia del MRV y el PSUV, y se requieren, con urgencia, alternativas plurales y muy distintas, como partidos democráticos que lo sean y funcionen como tales.

Es muy simple y simplista decir que se echan de menos las tradiciones partidistas en Venezuela, atados a una nostalgia infundada, porque en adelante lo que es hay es futuro, no pasado.  De modo que mirar hacia atrás es un crimen anti-histórico.  Ni siquiera solemos mirar la experiencia de la clandestinidad anti perezjimenista porque es enormemente distante y ajena a las nuevas generaciones. Lo que hemos hecho ha sido sollozar y suspirar por lo que ya no es el bipartidismo de AD y Copei y el bipartido de la izquierda que bien lo representaron el MAS y el resto del chiripero marxista, o la pugna entre José Vicente Rangel y Teodoro Petkoff. Creo que nuestros especialistas, sociólogos y constitucionalistas que asoman el problema de vez en cuando, suelen pelarse el pedal.  A ver, del estado Vargas, ¿nadie dice nada en torno a la suerte de los partidos en la constituyente de ahora, próximos al aniversario del referéndum constitucional que se hizo en medio de la desgracia de 1999? Porque eso de las asociaciones con fines políticos no era un eufemismo más y, demostrado está, el no financiamiento estatal de los partidos de la oposición se ha traducido en un sobrefinanciamiento en los hechos del principal partido de la oposición, con o sin Estado de por medio. Esta dolorosa realidad venezolana tuvo por cuna esa constituyente. No dejo de revisar las actas para concluir que fueron muy pocos los que se embraguetaron con la mayoría oficialista, por cierto, no electos en las planchas de Chávez.

¿Hay líderes, estructura, organización, mensaje, ideología, programa, para decir que existen partidos democráticos que reclaman libertades porque sus militantes la tienen dentro? Son interrogantes que nos hacemos, porque los que la tienen, no se preocuparon en actualizarla o mejor dicho traducirlas a los nuevos tiempos, con nuevas tecnologías y hasta formas distintas de pensar. Siempre hemos dicho que el mundo y las sociedades avanzan, y está en nosotros buscar el mejor camino hacia la democracia y el regreso a la institucionalidad, que es parte del deterioro y descomposición que han transcurrido en los últimos 20 años.

Nuestro objetivo siempre será retornar a una verdadera democracia, que sea representativa y participativa, con partidos políticos serios que nos lleven a un país de progreso, un país donde nuestra opción sea seguir mirando hacia adelante y no buscar hacia dónde ir para mejorar otros países ajenos al nuestro, donde exista un verdadero Estado de Derecho y un respeto a las leyes y al ciudadano. Hemos insistido, resistido y persistido con la idea de democracia y libertad, y para lograrlo necesitamos partidos que luchen por todos y para todos, que no sea una parcela personal de algún aspirante como ha ocurrido en los últimos años.

@freddyamarcano


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