Paren el mundo, me quiero bajar. ¿Quien no desea salir de la pesadilla venezolana deteniendo el mundo, bajarse y marcharse a otro lado?, pero no seamos inocentes, es simplemente una aspiración producto de nuestra desesperanza por la acometida del régimen contra los seres humanos que vivimos en este país.

Ya que no nos quieren en otros países, la xenofobia existe y en las aduanas nos maltratan, nos ven mal y ponen obstáculos para ingresar. El que logra formar parte de la diáspora pierde su acervo cultural, no solo la familia, sino la formación que recibió puesto que no va a poder ejercer su oficio o profesión. Si logra trabajar, será en oficios marginales, jamás en lo que sabe a menos que tenga una suerte increíble o competencia laboral excepcional. Trabajará  muchas horas al día y cuidado si solo puede percibir cinco dólares la hora que no alcanzara para pagar renta, traslados, comida y nada más. Vivirá arrimado con muchas dificultades y será muy difícil enviar  dinero a su familia.

Cuando un venezolano común permanece en el país, está sometido a un cambio social nunca visto, por ejemplo podemos inferir la respuesta a la gran pregunta ¿Por qué? y elaborar una serie de interrogantes, preciso; ¿por qué tengo que tolerar que si estoy empleado me paguen entre cinco y con mucha suerte veinte dólares mes? Podemos seguir la reflexión a variadas interrogantes, por ejemplo; comer una o dos veces al día, frecuentemente solo arroz, pasta, verduras y ninguna proteína ya que no  alcanza el ingreso; vender el carro porque no puede pagar los repuestos, vender artefactos y bienes, incluyendo la ropa usada para completar; vender si se tiene, la vivienda e ir a otra más barata e  improvisada para que con el remanente poder vivir e incluso simular que mi vida no ha cambiado. Ir a un cine, o a un bar es imposible, ir a reuniones solo a contribución, no se puede ir a ningún entretenimiento y vivir preso en casa después de las cinco de la tarde  por miedo al hampa; no ver más a la familia por lo costoso e imposibilidad de viajar. No escuchar radio porque está llena de propaganda oficial, y las pocos programas de opinión que quedan los locutores se ven obligados a entrevistar a activistas oficiales porque si no, los cierran. Tampoco ver  televisión por cable la cual está llena de programas repetidos por falta de pago de los derechos a las operadoras,  las plantas locales de televisión llenas de programas  insoportables, y odiosa propaganda socialista-

Podemos seguir con las vivencias de cada ser humano promedio en el país. Una de ellas es quedarnos en Venezuela porque estamos arraigados, no queremos tomar riesgos, o simplemente no podemos irnos. Vemos con reserva a un dos por ciento de la población que llena restaurantes, fuentes de soda, bares, y locales con espectáculos cuyas entradas exceden a los cincuenta dólares hasta niveles increíbles, claro, son enchufados que tienen altos ingresos, dueños de empresas, bodegones, locales y complementos obtenidos probablemente como resultado de sus negocios e incluso fechorías. También vemos a viajeros opulentos, comerciantes o emprendedores que dicen en descargo, que tienen que vivir  y  sin rubor admiten que son colaboradores, contratistas o usuarios del régimen.

Funcionarios de instituciones públicas obtienen beneficios indirectos a los cargos que detentan y ni de casualidad quieren dejarlo  aun cuando sean de oposición. Un profesor amigo me dijo; “mire maestro, yo tengo más de 15 años en mi cargo universitario, tengo algunos privilegios, voy regularmente a las sesiones y me reúno con funcionarios del régimen lo que  me permite convivir relativamente bien, pero ni de casualidad voy a renunciar o estimular elecciones, jubilarme para estar en la calle dando lastima”.

Todo esta referencia es para decir que, no podemos parar al mundo, sino a los que han provocado la lamentable situación en la que nos ha colocado el régimen producto de su acción bien conocida de someter a los pueblos mediante el hambre y la represión, por cierto, similar a  la deplorable calidad de vida en Cuba, Sus fuerzas de ocupación  nos miran admirados de que por fin los imitamos en su miseria. Invasores de otras nacionalidades explotan los recursos del país sin escrúpulo  burlándose de los temas ambientales. Esta situación les importa un comino a los directores del régimen y mucho menos a los acomodados opositores oficialistas. Hay una metáfora conocida “vender el sofá y mirar a otro lado.” No, la alternativa es desplazar a los responsables  de tan perversa humillación.

Nuevamente dirigentes lanzan sus consignas de diálogo y paz, nos motivan con el señuelo electoral, aspiración nacional e internacional adecuada, pero condicionada  para resolver la crisis, es decir la gran restricción de terminar con la usurpación del poder. Resolver no sólo el nombramiento de los rectores electorales, sino a toda una estructura regional cuyos funcionarios deben ser sometidos a juicio penal porque igualmente son cómplices del fraude electoral.

Se debe también resolver el asunto del Registro Electoral que deja afuera la bicoca de cuatro millones de electores que han emigrado o viven en el exterior a quienes se les pondrá difícil actualizar el registro y el régimen pondrá todos los obstáculos espaciales y estratégicos para no dejarlos votar en una eventual elección. Así mismo, se debe resolver el tema relativo a dos millones de jóvenes sin inscripción, dos millones y medio de cédulas falsas y el imprescindible ajuste de los circuitos electorales que han sido manipulados igual que el sistema informático que obliga a elecciones manuales.

En resumen, tarea difícil para hacer elecciones transparentes a corto plazo sin contar que se aplicarán según las negociaciones solo elecciones parlamentarias y no las presidenciales, Como se ve, obstáculos casi imposibles de resolver para lograr desplazar a un régimen que se mantiene en el poder por la fuerza obediente a directrices extranjeras y antidemocráticas.

Por todo eso, llegó la  hora de no morir en el intento o de convertirnos en zombis por inanición y pobreza, el consecuente deterioro de la salud física y mental. Pues no, la reacción está en nuestras manos y parar al poder usurpador de una vez por todas.

Loa países amigos nos ven con angustia porque no reaccionamos, no hay contraparte efectiva, por lo tanto, habrá que construir un movimiento cívico con las más relevantes personalidades, honorables y claros, líderes verdaderos de la sociedad civil para que sirvan de contraparte política. Ese movimiento cívico debe ser representativo y transmisor de nuestras carencias, desvelos y aspiraciones democráticas. Dispuestos a organizar la lucha de verdad en la calle y a parar al país totalmente,

Se acabó, paremos al país indefinidamente, un movimiento duro y sostenido, que se detengan de una vez los servicios, que por cierto no sirven, que todo se paralice, y nosotros con nuestras carencias tenemos que hacer lo necesario en busca de un futuro decente.

La presión popular da resultados y provocará las debidas reacciones para desplazar al régimen el cual no tiene nacionalidad, que se entregó a países antidemocráticos y ha montado la maquinaria criminal más perversa de la historia, el crimen organizado internacional, que no tiene escrúpulos, son compradores de conciencias y todo lo que pueda para manejar la actividad económica particular que induce a la maquila y la marginalidad. La calle es nuestra conseja, ir a un proceso donde el mundo siga girando, pero que la fuerza centrifuga expulse a los responsables de tanta angustia y miseria que acaba sistemáticamente con un ex país llamado Venezuela.

 


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