Por algo dijo Nicolás Maduro que ya tenía la poltrona desde donde iba a ver a los opositores votar. Nada ha cambiado en el panorama electoral, salvo que los partidos que están en contra de la gestión chavista anunciaron su participación en las elecciones del 21 de noviembre.

Sin embargo, cuando hicieron este anuncio se olvidaron de explicarle a la gente qué van a hacer para cambiar en dos meses las condiciones electorales que tienen en contra todos los que se lancen de la oposición. No solamente es el hecho de que los chavistas en el Consejo Nacional Electoral admitieron la inscripción de un montón de partidos fantasma sin respaldo para atomizar y diluir la votación de la gente, sino muchos otros detalles a los que no se les ha visto acomodo.

Recientemente, el estudio Perspectiva 2021, hecho por el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB junto con la encuestadora Delphos, reflejó que más de 80% de la muestra consultada opina que la oposición debe participar en las elecciones. Pero ¿se les ha hablado con sinceridad a los venezolanos? ¿Se les ha dicho, acaso, que el registro electoral no aguanta una auditoría independiente? ¿Se les ha explicado que los centros de votación son manipulados por los “técnicos electorales” de la gestión chavista para beneficiar a sus candidatos?

Ninguno de estos detalles ha sido solucionado y no son nuevos. Los expertos serios y objetivos en materia electoral están cansados de llamar la atención. Tampoco hay que olvidar que en los días previos, durante los comicios y posteriores el control lo tiene el Plan República, manejado directamente desde Miraflores y que en otras ocasiones han sido determinantes para entorpecer el voto de la gente, sobre todo en zonas claramente opositoras. Sin olvidarnos de los colectivos, que ese día saldrán a la calle a amedrentar y a amenazar.

Por eso, más que el anuncio de participación, la deuda que tienen los partidos opositores es conseguir la garantía de unas elecciones democráticas, porque de lo contrario sería participar en el circo montado por la gestión de Maduro.

Estas elecciones para escoger alcaldes y gobernadores no aportan nada a la solución de la terrible crisis que vive el país. Es verdad que la gente quiere recuperar su derecho al voto, pero nada ha cambiado realmente, y precisamente por eso es que Maduro está tranquilo, acomodado en su butaca. Sabe que él y sus amigos serán los únicos que podrán hacer campaña con los medios del Estado; sabe que las captahuellas seguirán a su servicio; sabe que los miembros de mesa chavistas conocen todas las trampas. Este parapeto electoral es viejo y lo tienen bien montado.


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