En este momento no puedo más que rechazar la conducta de los parlamentarios de la Asamblea Nacional en no terminar de decidir la elección de un nuevo Tribunal Supremo de Justicia, uno renovado con independencia, autonomía y que cumpla con todas sus atribuciones establecidas en nuestra Constitución.
La suspensión sistemática para iniciar el debate en la plenaria crea muchas dudas en la sociedad y en la academia jurídica de poder contar con un sistema que administre justicia sin disciplina partidista.
Es condenable el silencio de los jefes de las fracciones políticas de la Asamblea Nacional por no incluir en el orden del día el tema de las denuncias de corrupción en el TSJ hechas por el diputado Pedro Carreño, lo que ya es público y notorio. Es criticable el hecho de que volteen la mirada en otra dirección, convirtiéndose en cómplices de primer nivel erosionando más el sistema judicial venezolano.
¿Dónde está el Poder Moral que no exige una verdadera investigación?, ¿qué pasó con sus funciones y atribuciones establecidas en nuestra carta magna?