Me propuse compartir con ustedes una idea muy específica referida al poder del voto en manos de los ciudadanos. Recapitulemos: primero les comenté que, para que ese poder se manifieste en cada uno de nosotros, debemos tomar conciencia de lo que es y del significado que tiene. Que debemos apropiarnos nuevamente de ese inmenso poder que nos da la constitución y utilizarlo sabiamente para cambiar el actual orden de cosas en el país y para retomar la confianza en nosotros mismos.

Luego hablé de que el voto no sirve de nada si no lo utilizamos. Es decir, ¿de qué sirve tener un poder tan grande en nuestras manos si no vamos a utilizarlo en el momento que lo requerimos? Abstenerse o dudar de las capacidades que tiene el voto para definir nuestro destino, equivale a renunciar a nuestros privilegios ciudadanos, a rehusarse voluntariamente a utilizar los derechos que nos da la constitución y la democracia. Es condenarnos voluntariamente a soportar una tiranía que podemos cambiar con un solo gesto democrático: votar. De modo que el poder lo tenemos y ahora es el momento estelar para usarlo. Nadie puede quitarnos ese derecho ni obligarnos a usarlo indebidamente. Esa fuerza está en nuestras manos. Pero, es importante tener esto siempre presente, que su poder depende de que acudamos millones de venezolanos a votar. Si sólo votamos unos pocos ese poder no se libera. La participación masiva es la clave. Por eso es tan importante organizarnos y prepararnos como comunidades para ir a votar. No debemos renunciar al uso de este poder inmenso. Ninguna amenaza, ningún chantaje puede obligarnos a usar nuestro voto en una dirección diferente a la de nuestra propia conciencia. la distancia para salir de la tragedia y volver a tener patria es tu voto.

No siempre se tienen las condiciones ideales para ejercer el poder que nos da el voto. Gobernantes inescrupulosos como los que hoy secuestran el poder en Venezuela, están dispuestos a hacer lo que sea para mantenerse en el poder. Intentarán asustarnos, tratarán de obstaculizar nuestra participación, querrán amedrentarnos, perseguirnos o encarcelarnos para que no nos organicemos ni votemos, y, sin duda, intentarán retorcer el proceso para evitar su derrota indiscutible. Por suerte, en el sistema electoral venezolano no es posible cambiar los resultados ni adulterarlos. Pero sí es posible desconocerlos. Ese sería un acto de arbitrariedad supremo, y debemos estar preparados para conjurar cualquier intento del gobierno para no reconocer la victoria ciudadana. A eso me refiero cuando digo que el voto hay que defenderlo. Debemos estar presentes todo el tiempo en los centros electorales, organizar brigadas para permanecer allí vigilantes para que la autocracia sepa que nos hemos decidido a quitarnos esta tragedia de encima. La presencia masiva de ciudadanos pacíficos en los centros de votación es una señal muy contundente que debemos enviar para que no piensen en desconocer lo que el día de las elecciones haya decidido el pueblo organizado.

Finalmente, como ciudadanos debemos asegurarnos de que se cumplan todos los protocolos que existen en una democracia y que se consagran en la constitución. El triunfo electoral implica la entrega del poder, y debemos asegurarnos de que eso suceda. Quienes hoy están ilegítimamente al frente del poder en Venezuela han demostrado su preferencia por el vicio y la traición, han dejado muy claro que carecen de ética, que son inescrupulosos y embaucadores. Nos han demostrado hasta el cansancio que no respetan acuerdos ni la constitución, que actúan fuera de la ley y que harán lo que sea para no abandonar el poder. Pues debemos enseñarles con total convicción y contundencia que, si se atreven a pensar en permanecer en el poder por la fuerza, se van a encontrar con un pueblo que no tolerará nuevamente el atropello y la impunidad.

La única forma de hacer eso, y asegurar que los usurpadores entregarán el poder, es nuevamente confiar en la organización ciudadana. Cada calle, cada casa, cada parroquia debe mostrar que están dispuestos a defender el resultado y exigir el cambio de poder, siempre pacíficamente, pero con entereza, determinación y firmeza. Los niveles de organización ciudadana deben ser claramente visibles, para que el oficialismo entienda que estamos organizados, que tenemos un plan, que sabemos lo que queremos, que estamos conscientes de nuestro papel histórico y que jamás permitiremos que se burlen nuevamente del pueblo, de la constitución y las leyes.

La comunidad internacional va a percibir lo que estamos haciendo. Verá la fuerza ciudadana que ha despertado y nos acompañará con firmeza, porque podrán ver que hay un pueblo que decidió cambiar su destino al que vale la pena respaldar. Este apoyo será fundamental.

La democracia no es algo que debemos dar por sentada, no es algo que se obtiene y que permanece allí para siempre. La democracia hay que mantenerla viva, hay que cuidarla, cultivarla con esmero y dedicación. La forma de hacer eso es una sola: con la participación. Debemos tomar conciencia y organizarnos para crear los medios para que el inmenso poder que nos confiere el voto sea la fuerza con la que cambiemos nuestra historia. Sé que es posible. Sé que ya lo estamos haciendo y trabajando con pasión para conseguirlo.

Salvar a Venezuela es la misión de todos, y lo haremos nosotros mismos.


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