Más allá de la indignación de saber que el jefe del régimen siente que tiene derecho de descansar en medio de la tragedia nacional, queda interpretar un poco su confesión de que se identifica con una historia de grandes robos que pasan por Netflix.

Mientras come cotufas en su cama de Miraflores y ve La casa de papel todo el fin de semana, los muchachitos no tienen Internet y la gran mayoría ni siquiera computadora para poder terminar sus clases a distancia.

¿Quién le habrá dicho a él que debe asumir la cuarentena como cualquier vecino? Los gobernantes mundiales están luchando a brazo partido para salirle al paso a esta pandemia, para asegurar que no se pierdan tantas vidas, para buscar las respuestas que necesita una población desesperada.

No es que sorprenda el hecho de que confiese que no trabaja, porque eso ya se sabía; pero el cinismo siempre golpea en la cara de los más necesitados. “Pidan una contraseña prestada a un pana que tenga Netflix”, recomendó. ¿Eso es más importante que los millones de toneladas de leche, carne, plátanos y demás que se están perdiendo porque no hay gasolina para transportarlas?

“Yo quisiera conocer a los actores de La casa de papel, uno siente que son como familia de uno”. Y la primera combatiente sonríe, se le ve a través de la mascarilla que lleva en la casa.

¿Cómo no va a sentirse identificado? Para el que no lo sepa, la serie que tanto cautiva al jefe del régimen se trata de un grupo de ladrones de alta gama que arrasa con instituciones como la Casa de la Moneda de España.

Pero ya el mandante va por la cuarta temporada. ¿Y cuál es el argumento esta vez? Que los ladrones, no contentos con haber dado tremendos golpes y ser todos ya millonarios, siguen planificando robos más grandes.

Casi como dejar Pdvsa en la nada, como sacar el oro para Cuba, como dilapidar las reservas internacionales y hasta comerse el queso que había en la mesa. Por eso es que los siente “como de la familia”.

Es difícil hacer un llamado a la conciencia cuando el país está tomado por este grupo de ladrones que nunca se sacia. La cuarentena no es para que un cínico se eche en la cama a ver Netflix. Ya ni siquiera se preocupa en disimular.

Mientras ve La casa de papel, Venezuela se hunde, el covid-19 campea, la población muere de sed, los niños pierden el futuro.


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