Recientemente el gobierno de Chile presentó un proyecto de ley para postergar las elecciones de constituyentes, de gobernadores regionales, alcaldes y concejales que debían realizarse el 11 y 12 de abril. Este proyecto fue aprobado a 6 días de las elecciones programadas para abril, lo que habla de una improvisación y falta de anticipación ante una pandemia que ha dado muchas luces de su voracidad en el resto del planeta, como para argumentar que no vimos venir sus consecuencias. La nueva fecha de las elecciones, la cual fue respaldada por el Congreso, se acordó para el 15 y 16 de mayo de este año.

¿Por qué se toma esta medida sin planificación y que implicancias trae consigo? A pesar de que llevamos a casi 30% de la población total del país con la primera dosis de la vacuna, la situación sanitaria se ha hecho insostenible, aún más compleja que durante el año 2020. Los casos aumentan diariamente y el sistema sanitario está colapsado. El “éxito de la masiva vacunación” en Chile se ha visto empañado por una actitud de relajo del gobierno, especialmente con las restricciones y las incomprensibles medidas sanitarias que se tomaron durante el verano recién pasado.

Durante nuestra época estival, se impulsó por parte del gobierno un permiso que consistió básicamente en que todo el mundo pudiera salir de vacaciones y desplazarse libremente por el país, contagiando y trasladando intensamente el virus durante todo el territorio nacional. Sumado a ello, las medidas económicas y sociales impulsadas por el gobierno para hacer frente a esta crisis, no son universales y quienes se ilusionan con bonos o prestamos, muy rápido pasan al otro extremo y se desilusionan cuando comprueban que no cumplen ninguno de los requisitos para acceder a esos beneficios. Aún así, el gobierno insiste de manera majadera que somos el país que más aportes en relación al PIB ha hecho para enfrentar la pandemia, por su parte, el ambiente social, da cuenta de todo lo contrario.

De esta manera, la postergación de las elecciones es una medida sanitaria que provoca una baja en el estrés social y en la intensidad de las personas, que entusiasmadas con el proceso democrático del mes de abril, observaban que los indicadores de la pandemia se hacían cada día peores haciendo de la participación en el acto electoral, casi un acto heroico y de riesgo vital. Pero también genera frustración y rabia en la población que se ha empobrecido, al ver que otras actividades siguen funcionando y el mercado no ha visto menguado sus ganancias, y que por ejemplo los “muy ricos” se han hecho “aún más ricos”. En este sentido, el ranking Forbes 2021 destaca a 8 familias chilenas que se han enriquecido durante la pandemia, entre ellas, la familia del presidente de la República.

Como consecuencia, por todos era considerado un riesgo salir a votar durante dos días para elegir constituyentes y autoridades regionales. Pero ¿quiénes son los principales perjudicados con esta medida? Principalmente los candidatos independientes y no vinculados a partidos políticos o grupos de interés que no reciben financiamiento para sus campañas. Los candidatos independientes que para el caso de la elección de constituyentes representan a poco más de 60% deberán extender en un mes sus campañas, ausentarse de sus trabajos y recurrir a nuevos préstamos o redes de financiamiento que le permitan hacer una pausa de un mes para continuar con el proceso democrático. En un reciente estudio del Observatorio de la Nueva Constitución se ha demostrado que la mayoría de los candidatos independientes, no son los que reciben el mayor aporte en sus campañas políticas, sino que son aquellos vinculados a partidos políticos tradicionales o grupos económicos con intereses especiales en la constituyente.

Otro gran perdedor nuevamente es el gobierno, quien demuestra una escasa anticipación y planificación de las actividades esenciales, entiéndase por esto ayudas sociales, económicas a los que menos recursos tienen, y escasa atención y cuidado a la democracia. Resulta incomprensible que mientras centros comerciales pueden funcionar sin mayores inconvenientes, la planificación de las elecciones queda sujeta a improvisaciones que demuestran cierto grado de desprecio por la actividad democrática.

La pandemia ha dejado al descubierto el peor enemigo de los gobiernos, el cual se refiere a la falta de anticipación y planificación. La vacuna masiva en Chile, pudo haber sido el gran triunfo de este gobierno en la pandemia, pero como toda victoria pírrica, duró poco y el costo fue muy alto. A la molestia de la mayoría de la población por la falta de ayuda social universal, ahora se suma este desprecio por la democracia, no por la postergación en sí misma, sino fundamentalmente por la falta de anticipación y planificación de una actividad, que al menos para muchos, es igualmente esencial.


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