1. Hay países que han manejado más o menos bien la pandemia. Hay países que han manejado mal la pandemia. Hay países que no la han manejado de ninguna manera como es el caso de Venezuela. La ciudadanía ha sido dejada al garete por un régimen al cual el covid-19 lo rebasó. Maduro creyó que con cuatro chistes malos, alguna brutalidad arrogante, entre babalaos e ignorancia, con opiniones generalmente desinformadas y provocadoras, podía torear la tragedia. Pues no. No se podía y no pudo. Hoy se le ha salido de las manos.
  2. Pienso que es muy importante entender que la pandemia en Venezuela no es lo mismo, ni representa lo mismo que en la mayoría de los países. En estos, cayó como una terrible e inesperada enfermedad; era una pandemia y se le entendió como tal, y se la combate como tal. En Venezuela es más que eso: el covid-19 se articuló al caos de base de la sociedad y se convirtió en parte constitutiva de ese caos. Dicho de otro modo: no hay modo de atacar el problema de salud representado por el virus sin atacar los problemas de hambre, miseria, desamparo de la sociedad. Claro que pueden traerse vacunas (y debería ocurrir a la mayor velocidad), pero ya no se trajeron a tiempo, no se distribuyen adecuadamente, y su proceso no escapa a la dinámica de corrupción e inseguridad dentro de las cuales se sumerge todo lo que ocurre en el país.
  3. Se podría pensar que es una exageración; algo así como decir que mientras Maduro esté allí no hay solución para la enfermedad. Hay que ver con detalle el asunto. ¿Con la gente que está en la primera línea de combate –médicos, enfermeros, paramédicos en general, personal de servicio de hospitales y clínicas– totalmente desamparados, sin protección y sin equipos, puede enfrentarse realmente esta crisis? ¿Con ciudadanos lanzados a la calle por la necesidad de comida, de transporte público masivo para ir a trabajar o a comprar, para llevar y traer enfermos, pueden demandarse medidas reales de protección y distanciamiento social? La verdad es que la pandemia que ya es una tragedia, se integró a la tragedia preexistente y se potenció.
  4. Una prueba es que el suministro posible de vacunas por vía del mecanismo Covax de la OMS se ha vuelto parte de la guerra que se libra en el país, de la que la narrativa es elemento esencial. Maduro dice que rescató un dinero que le había sido sustraído al país por las garras imperiales; Estados Unidos dice que permitió el uso de esos fondos porque se llegó a un acuerdo y por eso accedió a liberar los fondos; Guaidó se asume como el autor del acuerdo y Estados Unidos dice que por eso aceptó. Todas esas versiones son parte de la guerra híbrida en la cual el relato es esencial y lo más cierto es que Washington libera esos fondos porque tiene noticia exacta de la catástrofe venezolana y de lo que puede venir, que es peor. Discusión que no le importa para nada al ciudadano desamparado.
  5. Esta situación plantea tres salidas: la primera es dejar que la crisis global, con la pandemia incluida, siga devastando a la sociedad y que sea el ciudadano, a la intemperie, el que se cuide dentro de lo posible con sus redes familiares y amistosas, y con el extraordinario recurso de la recolección de fondos e intercambio de medicinas y equipos a través de las redes sociales; la segunda es que se logre una tregua en la guerra y haya un convenio para afrontar de manera integral la crisis humanitaria, con apoyo internacional; la tercera salida es la de imponerle al régimen de Maduro, con la apelación a la Responsabilidad de Proteger –R2P–, una intervención humanitaria internacional sea por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la OEA o una coalición democrática.
  6. La tregua humanitaria o la intervención humanitaria son las opciones en la mesa. No se trata de politiquear con esto para ganarse un título de gran componedor, sino de atender a una situación desbordada. En la medida en que aumente la pandemia en el marco de la crisis que hay en Venezuela, la situación se hará cada vez más difícil de manejar, la migración aumentará, la solución será cada vez más costosa y la intervención tardía será más penosa que lo que sería hoy.

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