Venezuela tiene tantos problemas que pareciera que se estuviera logrando el objetivo de olvidar que se trata de un país productor de petróleo. La crisis humanitaria arropa cualquier otro asunto en el país, porque se trata de la vida de los ciudadanos que está en juego.

Pero, a pesar de que pudiera pasar inadvertido, la producción de petróleo y sus derivados es una causa importante de lo que padecen los venezolanos. Una de las razones tiene que ver con la macroeconomía, porque ya al país no le entra la misma cantidad de millones de dólares producto de la exportación de crudo.

En ese punto el régimen insiste en que es culpa de las sanciones impuestas por Estados Unidos y otros países. Sin embargo, los números están demostrando que con ayuda de terceros han logrado burlar los obstáculos.

Pero hay otra razón por la cual la drástica disminución de la actividad petrolera de extracción y refinación incide en la crisis. Todo se ve afectado por la escasez de gasolina. Y aunque en la capital ya no se ven largas colas para surtir combustible, hace días que los ganaderos y agricultores están advirtiendo que la falta de gasoil incidirá directamente en el abastecimiento de alimentos en las grandes ciudades.

¿Tienen razón los rojitos? ¿Son las sanciones la causa de que Pdvsa sea solo un recuerdo? Pues lo que acaba de ocurrir en la refinería Cardón dice todo lo contrario. Por falta de mantenimiento, uno de los oleoductos más importantes del occidente del país, el que une la costa oriental del lago de Maracaibo con el complejo de Paraguaná, colapsó y se tuvo que paralizar la producción.

Falta de mantenimiento, esa es la constante desde hace más de 20 años, pero sobre todo en la industria petrolera nacional. Desde que el comandante muerto botó a todo el personal capacitado de Pdvsa, no se siguen los protocolos que garanticen el buen funcionamiento de las instalaciones y los equipos que tanto le costó a la democracia instalar.

Y aunque los jerarcas rojitos de la petrolera estatal traten de desmentir el hecho de que Cardón está detenida, la escasez que se avecina tarde o temprano dirá lo contrario. Ya la refinería, con capacidad para tratar más de 300.000 barriles diarios, solamente estaba procesando 55.000. Nada queda de la grandiosidad del Complejo Refinador Paraguaná, pero porque su destrucción comenzó mucho antes de las sanciones.

Los ciudadanos siguen a merced de los negocios que haga el régimen con Irán para poder contar con el combustible necesario, aunque todos saben que lo que empeñan es el futuro de Venezuela.


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