Por más que quiero hablar de otra cosa, los políticos no me dejan. La ONU no deja de meter la pata (ahora pretenden aceptar el sexo entre un adulto y un menor que lo consienta); el famoso DeSantis, gobernador de Florida, quiere, quizás de buena fe, parar el adoctrinamiento de nuestros niños en las escuelas. Mientras tanto, los sexólogos no dan la cara para defender a niños y adolescentes que están, junto a gran parte de la sociedad, más perdidos que el hijo de Lindbergh.

Señor DeSantis, la educación no es información sexual. La información sexual se encuentra en libros y en buenos sitios de Internet. La educación sexual no puede comenzar en la preadolescencia, porque tristemente vivimos en una sociedad hipersexualizada, y ya a esa edad los jóvenes están teniendo sexo, muchas jóvenes ya están embarazadas o se han hecho un aborto.

La educación sexual incluye hablar sobre la pareja funcional y, por ende, de la familia funcional y de la sexualidad responsable. El sexo es un regalo de Dios. Usted tiene unos niños preciosos, que Dios se los bendiga. Gracias a Él (Dios) llegamos al mundo, porque nuestros padres tuvieron sexo. Sin embargo, una vida sexual activa no es para muchachos de 12 o 13 años. ¿Por qué? Sencillo: los niños no están preparados para tener niños.

Si un adolescente tiene sexo, habrá consecuencias, y estas se reflejan en la sociedad: las madres solteras casi nunca llegan a la universidad, y sus hijos tampoco. Una adolescente no está lista para criar un hijo. Un adolescente, menos, ya que los hombres maduran más tarde que las mujeres.

Dejen de decir que las familias, o sea, los padres, deben educar a sus hijos en esta materia. ¿Puede alguien dar lo que no tiene? Por Dios, despierten y entiendan que la educación sexual es una ciencia que comienza en el vientre de la madre y termina con la muerte.

La educación sexual no es un juego, es algo complicado y muy científico. Lo primero es que no debemos transmitir miedo ni tabúes, y la mayoría de los padres están llenos de ellos.

Los niños tienen derecho a ser educados sexualmente. Sus derechos existen, aunque tristemente, como siempre, no se cumplen y nadie los respeta. Si un padre muestra a los niños cosas tan sencillas como que masturbarse es “malo”, está jugando con su futuro sexual.

Masturbarse es, para la sexualidad, lo que ejercitarse y calentar el cuerpo es para un deportista o una bailarina. Las mujeres que no se masturban, normalmente son anorgásmicas en el futuro. ¿Saben estas cosas los padres? ¿Pueden ver a sus hijos tocarse y no decirle que eso es malo o sucio? Si no están preparados, no deben hablar sobre el tema hasta que se eduquen.

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