El derribo de cuatro globos “espías” chinos en territorio de Estados Unidos es un reflejo de la compleja relación que este país mantiene con China, la cual se ha exacerbado en los últimos años desde que Trump impuso nuevos aranceles a los productos chinos en el 2018, seguido por el apoyo implícito de China a Rusia durante la guerra de Ucrania y la visita de Nancy Pelosi a Taiwán.

Después de la muerte de Mao, las reformas introducidas en los años ochenta por su sucesor, Deng Xiaoping, llevaron al desarrollo de la industria ligera, basada en el bajo costo de la mano de obra proveniente del medio rural, y a la promoción de las exportaciones. Los ingresos generados por esta industria fueron reinvertidos en una industria cada vez más avanzada tecnológicamente y con mayor inversión de capital. El rápido crecimiento industrial de China fue consistente con las necesidades de EE. UU. de superar este periodo estanflacionario o de estancamiento económico con alta inflación. De esta manera, las compañías americanas pudieron redirigir su producción industrial a China, reduciendo los costos, aumentando sus ganancias y a la vez, controlando los precios de los productos finales. Esto ayudó a mejorar las condiciones de vida del consumidor de Estados Unidos, y el pacto funcionó bien mientras era conveniente para ambos lados.

El rápido desarrollo tecnológico e industrial le ha permitido a China producir bienes de alto valor agregado provenientes de industrias tecnológicamente sofisticadas que compiten con las industrias americanas, y a la vez, ha llevado al desarrollo de una creciente clase media. Estos cambios también han representado oportunidades para la expansión de las compañías multinacionales en el amplio mercado chino. El problema es que la alta tasa de ahorros y el consiguiente consumo limitado de la población china limita el crecimiento del mercado interno. Adicionalmente, China quiere mantener los beneficios comerciales de un país en desarrollo dentro de la Organización Mundial de Comercio. Por esto, la política proteccionista comercial de Estados Unidos lleva a percibirlo como su principal obstáculo para su crecimiento económico de largo plazo.

Por otro lado, el alto desarrollo de Estados Unidos se ha debido a la gran demanda interna en parte por una tasa baja de ahorro público y privado lo que ha llevado a que la deuda pública represente 120% del PIB en el año 2022, pero también este bajo nivel de ahorro limita su crecimiento en el largo plazo. Adicionalmente, existe el temor que el desarrollo industrial de alta tecnología en China lleve a una pérdida de trabajos y a la reducción de los salarios en Estados Unidos.

Como sucede a nivel interpersonal, la solución para una relación conflictiva entre dos países requiere que cada lado reconozca y asuma su responsabilidad en el conflicto en lugar de culpar al otro. Dado que ambos países se necesitan por su gran intercambio comercial, la pregunta es si China podría desarrollar un mercado de consumo interno con la alta demanda que le caracteriza al de Estados Unidos. Adicionalmente, China puede seguir desarrollándose en sectores altamente competitivos como es el área de inteligencia artificial si reforma las empresas estatales sumamente endeudadas y poco productivas y crea las condiciones financieras adecuadas como sería un mercado financiero abierto, sin control del tipo de cambio. De igual manera, Estados Unidos requiere implementar las reformas necesarias para motivar el ahorro de la población que alimente la inversión en las industrias innovadoras y de alta tecnología. La resolución de estos conflictos debe ir junto con el cambio de percepción internacional de competidores agresivos al reconocimiento del beneficio de la colaboración que propicie el desarrollo de la economía global.


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