Comentábamos días atrás en este mismo espacio editorial el show nada divertido que la menina muy mal pintada y peor diseñada (brazo derecho ¡Ay! del dictador Maduro) se le ocurrió montar en el aeropuerto de Barajas, puerta de entrada a Madrid… nada menos.

Y a sabiendas de que nunca segundas partes fueron buenas, pues venga ahí que la enanita del circo intentó crecerse no solo en su atrevimiento de aterrizar en terreno prohibido sino que decidió dar un paseíto por los terrenos del aeropuerto que, a su entender, no constituían suelo español ni muchos menos de la Unión Europea y sus decisiones inquebrantables.

Tal atrevimiento, más que una victoria “revolucionaria” como ella pensaba, resultó un escándalo que le ha dado la vuelta a toda Europa y Latinoamérica, poniendo en ridículo no solo a Pedro Sánchez sino a sus más cercanos colaboradores, a los que les ha caído la tormenta de dar explicaciones cada vez más tontas y sin credibilidad alguna.

Desde luego que en esto de mentir, fingir y tapar errores oficiales la diplomacia lleva un largo entrenamiento, pero por mucha experiencia que se tenga en el oficio nadie está preparado para lidiar con una loca de atar.

De allí que el ministro de Transportes (no vale la pena señalarlo por su nombre, con su cara de alumno regañado por su maestra) fue transportado al irracional mundo, autoritario y despótico de la época de Franco, cuando una orden desde el poder había que cumplirla a pesar de que incluyera posteriores y ficticias interpelaciones políticas, humillaciones que alcanzaban levemente la opinión pública, pero que hoy, ya en democracia, adquieren una dimensión mediática demoledora.

Como decíamos días atrás, “lo cierto es que la Unión Europea no es hoy territorio libre para la delincuencia bolivariana y sus secuaces”. Que esto le ocurra a Pedro Sánchez es una novatada en un político que es considerado un killer, que dispara desde la cintura al estilo del viejo Oeste.

Olvidó Sánchez la costumbre de la funcionaria venezolana de montar un vulgar show donde le viene en gana, pero las consecuencias no han sido pocas ni peores. A su ministro y hombre de confianza le han despojado de la piel de cordero y ha quedado al desnudo no solo ante la opinión pública de España sino ante sus socios en América Latina, convertido de la noche a mañana en una dócil mascota que ha perdido la capacidad de ladrar. Hoy es un político destruido por Maduro.

Luego de la intervención de la diputada del Partido Popular Cayetana Álvarez de Toledo (que alcanzó récord de seguidores en Venezuela y en la diáspora latinoamericana), ya del pobre ministro de Transportes no quedó nada, hundido en su arena movediza. Pero no olvidemos, ni por un momento, quién lo hundió. El juego sucio lo inició Maduro y su vicepresidente.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!