Hay una frase muy conocida entre nosotros los venezolanos, a la que muchos le asignaron una interpretación que se generalizó. La frase es aquella de «Como vaya viniendo, vamos viendo», popularizada por el personaje de Eudomar Santos, interpretado por el actor Franklin Virgüez, en la telenovela Por estas calles (1992-1994) y cuyo creador y guionista principal fue Ibsen Martínez. En tal interpretación se le atribuye desorden, falta de planificación, negligencia, dejadez, abandono o presencia de improvisación.

Incluso, hay académicos venezolanos de la estrategia que han afirmado en sus publicaciones, que dicha frase “no es una estrategia recomendable en entornos tan dinámicos e inciertos como el venezolano». ¿Que tan cierta es la anterior afirmación? Veamos.

De acuerdo con Henry Mintzberg («The Strategy Concept I: Five Ps for Strategy», Management Review fall, 1987, pp. 11–16), la estrategia es «un curso de acción intencionado o seguido conscientemente. La estrategia se concibe antes de su implementación y es seguida por la implementación y el desarrollo reales». Además, añado yo, es una conducta observable. De allí que una estrategia, a causa de lo cambiante e incierto de un ambiente, bien puede no involucrar el largo plazo sino más bien el corto –o el cortísimo– plazo con un enfoque de plena flexibilidad. Aquí entiendo a la flexibilidad como la capacidad para adaptarse a los cambios de acuerdo con las circunstancias. Dicho sea de paso, tal estrategia de cortísimo plazo –como vaya viniendo vamos viendo– no contradice la definición del bueno de Mintzberg.

Ahora bien, la escucha cuidadosa de una entrevista que le hizo Shirley Varnagy a Franklin Virgüez, en julio de 2017, deja espacio para otra interpretación (https://twitter.com/ShirleyVarnagy/status/889294170996830208). Yo sostengo que las decisiones que subyacen tras la frase, pueden interpretarse acorde a la teoría de opciones reales, argumento que paso a desarrollar seguidamente.

Lo primero que tengo que decirles es que hay algo que se denomina «Teoría de la valoración de opciones sobre activos financieros», misma que se desarrolló de manera espectacular después del trabajo seminal publicado por Robert Merton en 1973 («Theory of Rational Option Pricing», Bell Journal of Economics and Management Science, pp. 141–183). Por causa de dicha teoría, los creadores del modelo, Fisher Black y Myron Scholes, así como Robert Merton, recibieron el Premio Nobel en 1997 (Fisher Black murió en 1995, dos años antes, y no recibió el premio). Por opciones reales se entiende el intento de aplicar la teoría anteriormente mencionada a la gestión de activos reales, esto es, a la valoración de inversiones productivas o empresariales, como por ejemplo, proyectos.

Enmarcado entonces en la teoría de opciones reales, puedo decir que una opción real es el derecho –pero no la obligación– a tomar una decisión sobre un evento o circunstancia en una fecha o dentro de un plazo referenciado por el mismo evento o circunstancia. Que sea un derecho y no una obligación implica la existencia del concepto de flexibilidad. En consecuencia, una opción real es una decisión, alimentada en secuencia con la información obtenida del nuevo presente en un marco de flexibilidad. Cada vez que un futuro se materializa, aporta más información para hacer seguimiento o tomar otras decisiones en el presente. Por tal razón, «Como vaya viniendo vamos viendo» puede interpretarse como «A medida que tengo más y mejor información, iré ejerciendo las opciones que tengo a mi alcance».

Además de la definición de Mintzberg, y sin pretender ser exhaustivo por razones de espacio, hay al menos tres referencias que permiten asignarle una interpretación distinta a la famosa frase de marras. La primera es la del premio Nobel Daniél Kahneman con sus dos constructos ficticios en su libro Thinking Fast and Slow publicado en 2011, por Farrar, Straus y Giroux, allá en Estados Unidos: el Sistema 1, rápido, instintivo y emocional, y el Sistema 2, lento, más deliberativo y más racional. Con base en esta interpretación uno podria escribir que «Como vaya viniendo» puede traducirse en “no te precipites», es decir, no utilices el Sistema 1. “Vamos viendo”, por su parte, se puede traducir como  «vamos poco a poco, recabando más información, procesándola y actuando en consecuencia», es decir, utilizando el Sistema 2.

La segunda referencia es la antifragilidad,  una propiedad de aquellos sistemas que aumentan su capacidad de mejorar y prosperar como resultado de estresores, choques, volatilidad, ruido, errores, ataques o fallas. Es un concepto desarrollado por Nassim Nicholas Taleb en su libro Antifragile: Things That Gain From Disorder, publicado en 2012 por Random House (Estados Unidos) y Penguin Books (Reino Unido). Una palabra resume la antifragilidad: la flexibilidad. La flexibilidad no solo permite sobrevivir a períodos de incertidumbre o adversidad, sino también permite beneficiarse de tales circunstancias. Taleb prefiere el término “asimetría fundamental” cuando una situación ofrece más ventajas que desventajas. Así, por ejemplo, la rigidez organizacional no permite aprovechar situaciones donde se verifique la asimetría fundamental.

La tercera referencia es la de Marcel Antonorsi en «Refranes y expresiones populares aplicables a la gerencia: una selección para reflexionar con buen humor» publicada en 2016 por la revista Debates IESA (Volumen XXI, Número 2, abril-diciembre, p. 43). Según Antonorsi, la frase puede ser “un complemento de flexibilidad, para hacer seguimiento y reaccionar dentro de un marco inteligente».

Tal como puede verse, la generalización de una interpretación hizo que la frase «Como vaya viniendo vamos viendo» se transformara en un estigma. Sin embargo y vista desde la perspectiva de una opción real, puede ser la estrategia más idónea de adoptar por estos tiempos de hiperinflación, depresión económica, coronavirus y ansiedad: es una estrategia montada sobre el concepto de la flexibilidad para la reacción dentro de un marco inteligente y gradual, que no excluye el apoyo en cifras y escenarios y que no contradice la definición del bueno de Henry Mintzberg.

 


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