La periodista china Gao Yu fue sentenciada a 7 años de cárcel por haber filtrado el Documento N° 9, considerado un secreto de Estado | Foto ifex.org

Existen personas que piensan en su buena fe, que los problemas políticos e ideológicos que enfrentan hoy día a la República Popular China, con las potencias occidentales y sus aliados extra continentales, son simplemente asuntos de negocios, que se resuelven con la repartición de mercados y recursos naturales como quien reparte una torta, estando muy equivocados, sobre la visión histórica y trascendental que los gobernantes Chinos tienen en su visión, sobre los problemas generados o presentados con Occidente y por ello, su óptica particular  del problema.

En primer lugar, hay que señalar que los chinos consideraron durante milenios ser el centro del mundo y su reino un “imperio celestial”, que se derrumbó bajo la presión de intereses infames, como fue el narcotráfico de opio desde la India Británica hasta China, lo que abrió  los puertos de China a todo tipo de abusos intolerables contra su población, que se reflejan inclusos en filmes de Bruce Lee, como aquellas escena inolvidable, donde quiso atravesar un parque en Shanghái, donde no podían pasar “ni perros ni chinos”. Estas humillaciones y arbitrariedades, fueron acumulándose en la memoria colectiva del pueblo chino, que observaba cómo varias potencias seguían el camino del Imperio Británico y hasta Alemania tuvo su versión germánica de Hong Kong, de donde aún queda como recuerdo una muy famosa marca de cerveza china, heredada de la época.

Para colmo de males, se desató una tragedia espantosa, que muchos chinos atribuyen a la “influencia occidental”, cuando se desató la guerra de religión más cruenta del siglo XIX, que derivó en 20 a 50 millones de muertos (Rebelión Taiping), hoy día no recordada en Occidente, cuando un aspirante a burócrata (mandarín), llamado Hong Renkun, posteriormente denominado “Xiuquan” que fracasó en superar los exámenes de admisión en la corte imperial y entonces:

“En 1837, al fallar nuevamente la prueba de admisión Xiuquan sufre de una crisis nerviosa; desde entonces tuvo visiones en las que un hombre viejo le decía que la gente ya no rendía culto a él y que estaban ofreciendo culto a los demonios; en otro trance en 1843, el mismo hombre nombró a Xiuquan como cazador de demonios. Xiuquan creyó que el hombre de las visiones era Shangdi, el Emperador Celestial, y que un hombre joven que le acompañaba en las visiones era Jesucristo, su Hermano Mayor. Consideró que era el segundo hijo, el Hermano Menor y que había sido enviado por el Emperador a la Tierra para erradicar a los demonios (manchués) y el culto al demonio (dinastía Qing), restableciendo así el Mandato del Cielo”.

Fuente: https://web.archive.org/web/20080510154225/http://www.wsu.edu/~dee/CHING/TAIPING.HTM

En pocas palabras, se declaró hermano menor de Jesucristo y proclamó el Reino Celestial de la Gran Paz”, generando muchos años de guerra y devastaciones, que terminaron con la intervención de las potencias occidentales para detener la locura a favor de sus intereses, apuntalando a la débil Dinastía Qing.

Solo unas pocas décadas después, en 1898, ocurrió la rebelión Bóxer, donde ciudadanos chinos practicantes de artes marciales, oficiales y miembros del mismo gobierno Imperial, se lanzaron a una rebelión para expulsar a los occidentales de China, obligando a los ciudadanos extranjeros y chinos cristianos a encerrarse durante 55 días en Pekín, mientras que tropas del Imperio británico, del Imperio del Japón, del Imperio Ruso, de la Tercera República Francesa, el Imperio Alemán, Estados Unidos, el Imperio Austrohúngaro y el Reino de Italia, se organizaron para derrotar a estos grupos nacionalistas y abrieron el final de la China imperial, apenas una década después.

De esta época es recordada por los chinos el protocolo Bóxer, que estableció enormes reparaciones de China hacia Occidente, que terminaron de pagarse en 1940 y que llevó a la muerte, exilio o degradación a todos aquellos que se opusieron a los extranjeros, durante la rebelión. Fruto indirecto de esta guerra fue la creación de la Universidad Tsinghua, financiada con el dinero chino de las reparaciones, destinadas a los estadounidenses y que hoy en día está en el puesto 14° de las mejores universidades del mundo, según el Times Higher Education World Reputation Rankings.

La disolución del Imperio Chino y la aparición de la República de China (1912-1949) fue un período dramático, lleno de nuevas decepciones, humillaciones y arbitrariedades, que los países occidentales no midieron a largo plazo.

En primer lugar, permitieron que Japón como aliado de Gran Bretaña, ocupara militarmente las posesiones de Alemania en China y obligara a la nueva República a realizar concesiones humillantes, denominadas “veintiuna reclamaciones”, que derivaron en la mayor y total decepción de la clase política e intelectual china. Observo el fracaso total del presidente Wilson por imponer sus “14 puntos” que garantizaban la integridad territorial de todos los países y respetaba la soberanía y autogobierno de los mismos países.

Posteriormente, aparece un estado de fragmentación política denominado de “los señores de la guerra”, donde antiguos generales y burócratas, establecieron gobiernos que no respondían a la autoridad central y actuaban como señores feudales europeos o caudillos latinoamericanos. Estas situaciones, terminaron generando situaciones arbitrarias como la matanza de trabajadores chinos por un destacamento de soldados sij (ejército británico) en 1925, que generó manifestaciones en toda China.

Más grave aún fue la falta de solidaridad frente a las agresiones japonesas en la década de los años treinta, que llevaron a la guerra chino-japonesa (1937-1945) que destruyó por completo la ciudad de Nanking, donde durante 6 semanas se violó, pilló, asesinó y destruyó la ciudad, salvándose los ciudadanos occidentales, así como 200.000 chinos que lograron entrar a la zona de seguridad establecida por el diplomático alemán y gerente de la empresa Siemens Jonh Rabe, quien evitó la masacre en su zona de protección apelando a sus credenciales y contactos políticos y militares, para contener a las tropas japonesas.

Después de todos estos hechos, que han sensibilizado “in extremis” a la sociedad china contra los gobiernos occidentales y considerando que después de la creación de la República Popular China se presentó la guerra de Corea, donde el ejército chino se enfrentó de 1950 a 1953 a un ejército occidental, bajo la bandera de las Naciones Unidas, por lo cual se puede imaginar la hipersensibilidad social, política y hasta cultural que tiene para amplios sectores de la población china, los conflictos o desafíos de Occidente, lo cual se pudo detectar en la frustración nacional sufrida en los recientes Juegos Olímpicos de Tokio (2021), cuando Estados Unidos le ganó a China el medallero en el último día de competencias, a pesar de estar el equipo chino encabezando la competencia desde el primer día.

El desafío de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, recuerda a todos los fantasmas del pasado, que les causaron demasiadas humillaciones y penalidades, que serían conveniente algún día, admitir y reparar en forma simbólica, en aras de la paz y el entendimiento.

Después de esta larga introducción histórica, necesaria para el lector que no sea conocedor del tema, podemos pasar directamente al Documento Número 9, como se conoce un escrito interno confidencial ampliamente distribuido dentro del Partido Comunista de China en 2013 por la Oficina General de esa organización política y que supuestamente fue filtrado por la periodista disidente china Gao Yu, quien a su vez fue sentenciada a 7 años de prisión por «filtrar secretos de Estado».

Dicho documento establece 7 amenazas directas de Occidente hacia China, que se describen a continuación:

1) Promoción de la democracia constitucional occidental: un intento de socavar el liderazgo actual y el sistema de gobierno del «socialismo con características chinas», incluyendo la separación de poderes, el sistema multipartidista, las elecciones generales y los poderes judiciales independientes.

2) Promoción de los “valores universales” en un intento por debilitar los fundamentos teóricos de la dirección del Partido, cuestionando que «los valores de Occidente son la norma predominante para toda la civilización humana» y que «solo cuando China acepte los valores occidentales tendrá futuro».

3) Promoción de la sociedad civil en un intento de desmantelar la base social del partido gobernante. Es decir, que los derechos individuales son primordiales y deben ser inmunes a la obstrucción por parte del Estado.

4) Promoción del neoliberalismo, intentando cambiar el sistema económico básico de China en favor de liberalización económica sin restricciones, privatización completa y mercantilización total.

5) Promoción de la idea occidental del periodismo, desafiando el principio de China de que los medios y el sistema editorial deben estar sujetos a la disciplina del Partido.

6) Promoción del nihilismo histórico, intentando socavar la historia del PCCh y de la Nueva China. (Por ejemplo, negar el valor científico y rector del pensamiento de Mao Tse-tung).

7) Cuestionamiento de la Reforma y la Apertura y el carácter socialista del socialismo con características chinas. (Por ejemplo, decir «Nos hemos desviado de nuestra orientación socialista»).

Como se puede deducir, de su lectura, toda la arquitectura política e ideológica del sistema chino es la antítesis de muchos valores políticos occidentales, por lo cual no pueden tolerar la apertura política en Hong Kong, ni mucho menos seguir en un enfrentamiento perenne con una Taiwán que es el puesto de vanguardia de todas las alianzas de Estados Unidos contra China en Asia y el Pacífico.

Esperemos que no ocurra ningún tipo de incidente, como ocurrió en Cuba, con el Acorazado Maine, que llevó a la guerra entre España y Estados Unidos o el patrullero Panay, entre Japón y Estados Unidos, que sí fue resuelto por medios diplomáticos.

La sola idea de una guerra abierta entre ambas superpotencias económicas y militares harían parecer pequeño el conflicto de Ucrania y sería muy perjudicial para la economía mundial.


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