Venezuela enfrenta una crisis económica, política, cultural y social que afecta a toda la población. La falta de políticas públicas efectivas y la corrupción extendida han sido, y son, factores importantes que se deben considerar. Sin embargo, a pesar de los desafíos, está la esperanza de superarla, la oportunidad si se actúa con inteligencia y se abordan adecuadamente los problemas que aquejan.

La principal preocupación es la inflación descontrolada que discapacita a la mayoría para sobrevivir, adquirir alimentos y medicinas. Para hacerle frente se requieren medidas audaces y sostenibles que fomenten la confianza, la inversión extranjera, que eliminen la corrupción, desechen la impunidad y optimicen el recurso humano y financiero. Para lograrlo, se deben adoptar políticas nítidas, puras, responsables y juiciosas en la gestión de los recursos públicos. También, garantizar la seguridad jurídica que permita a las empresas nacionales y extranjeras operar con tranquilidad y eficacia.

La guerra entre Rusia y Ucrania, que Putin calculó en días para un desfile triunfal, lleva más de un año de ferocidad, destrucción, muertos, heridos y descoyuntamiento económico, que afecta a Venezuela, sin importar lo que piense el castro-comunismo, que en su haber tiene un cuarto de siglo generando mártires, víctimas, ladrones e incompetentes, actuando con ahínco “del lado equivocado de la historia”, logrando contaminar a la oposición colaboradora, socia obediente y servicial.

Funcionarios tendrán inconvenientes con la justicia internacional -sus capitales no se pueden colocar, serían congelados- cuando la Corte Penal Internacional comience la investigación con base en las denuncias admitidas por la Fiscalía. La situación desatada por la guerra, inquieta, existen cantidades inmensas de dinero represado.

De las consecuencias por la torpeza rusa, igualmente por sanciones estadounidenses y europeas, la imposibilidad de derrotar a los ucranianos con miles de millones de dólares hechos chatarra en campos de batalla y casi 200.000 muertos o incapacitados, es la seria afectación de la economía mundial. Por ejemplo, Rusia y Ucrania, grandes productores mundiales de trigo, deben modificar su producción y exportaciones, llevando hambre adicional a países africanos y costos en crecimiento para América y Europa.

Las ventas de petróleo y gas de Rusia a Europa se han frenado y cambiado de dirección, con lo cual, países europeos, dinero en mano deben comprar a mayor costo. Por aquello de evadir sanciones; productos castigados, exigen precios con grandes descuentos; es decir, menos efectivo para quien ahora necesita cada dólar.

Como en crisis anteriores, Venezuela se beneficia si maniobra con inteligencia empresarial. El régimen castrista, con premeditación y alevosía, ha desmantelado la que fue de las grandes industrias petroleras del mundo, llevando a caer su producción de poco más de 3 millones de barriles diarios a bastante menos de 1 millón; destruyendo sus instalaciones, hoy corroídas y destartaladas, una producción con excusa de sancionada, restando lo que se les entrega a chulos cubanos, y enviado a China como abono a la deuda.

Pero esta guerra absurda del camarada castro-madurista hace que cada barril de petróleo y gas sea necesario, por lo cual Washington da excepciones a quien se lo pida para sacar crudo de Venezuela y venderlo afuera. Oportunidad aprovechada para llegar a acuerdos con la Casa Blanca, negociar la gradual suspensión de sanciones, como, por ejemplo, liberación de presos políticos, reajustes democráticos, respeto a los derechos humanos, etc.

Rusia demuestra su catadura dictatorial invasora, fuerza armada ineficaz, economía frágil y enfermiza, que no vale la pena seguir sus instrucciones -como tampoco de la fracasada cubana, con décadas sin lograr alimentar a su propio pueblo.

La crisis generalizada no tiene certidumbre ni dirección. El fraccionamiento impide tomar medidas serias, responsables y positivas que aborde la confusa situación, a veces, violenta y represiva. El restablecimiento democrático, la libertad de presos y exiliados políticos; la participación ciudadana, eliminación de restricciones a la libertad de expresión y asociación, fortalecer la independencia de poderes e instituciones, promover elecciones libres, verificables y justas.

Aprietos, trances y dificultades que dejan a la ciudadanía en situación precaria. Nunca, como ahora, se necesita girar hacia la democracia.

@ArmandoMartini


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