He insistido en que Colombia vive en una encrucijada histórica, en el 2022, se decidirá la suerte de la democracia, y hasta de la república, en esas elecciones se decidirá si se continua con la dictadura del farcsantismo, instaurándose definitivamente en el poder el narcoterrorismo comunista, implantándose el socialismo del siglo XXI, y convirtiéndose Colombia en una colonia cubana, como Venezuela, o si se reinstaura la democracia liberal en el país.

Celebro que el presidente Uribe haya alertado sobre este peligro y esté trabajando en la conformación de una coalición antifarcsantismo. Pero me temo que sus esfuerzos no serán lo suficiente, si no se atacan problemas estructurales que impedirían la restauración de la democracia liberal.

En primer lugar se debe estar claro que no se puede realizar una labor de paños tibios, es menester acabar con el acuerdo de entrega del país a las FARC, que ha instaurado la dictadura del farcsantismo, desobedeciendo el mandato popular en el plebiscito, por lo tanto ese acuerdo es ilegítimo de origen, pero además es nulo, por incumplimiento de las FARC a sus compromisos. Ya basta de benignidad con esos criminales de lesa humanidad, el gobierno constata el incumplimiento del acuerdo por parte de las FARC, pero en vez de actuar como debe, denunciando ese adefesio jurídico, se remite a los cabrones de la JEP, institución creada por el comunismo internacional para darle impunidad a los narcoterroristas de las FARC.

Mientras el farcsantismo cope la estructura fundamental del gobierno, será imposible luchar contra el narcotráfico. Es imprescindible desmantelar la toma del gobierno por conspicuos representantes del farcsantismo. Mientras el Congreso sea ilegítimo por la presencia de criminales de lesa humanidad en su seno, las Cortes sean dominadas por los carteles de la coca y la droga, repito, el gobierno esté en manos del círculo santista y las entidades de la sociedad civil no se levanten contra el yugo del narcotráfico, nada real contra el narcoterrorismo se podrá hacer.

Hay que dejar lo políticamente correcto y hablarle claro al país, la inmensa mayoría de los colombianos detestan el narcotráfico, aborrecen a las FARC y el ELN, quieren la prevalencia de los valores morales tradicionales, desprecian la justicia corrupta y politizada, defienden la vida y la familia, quieren la paz, pero con justicia y desea un gobierno honesto y eficiente.

Este debe ser el rumbo buscado por la coalición antifarcsantismo, pero mientras se siga en los cánones de una opinión pública manipulada por el sorismo y se camufle la entrega del país al narcoterrorismo comunista, bajo visos de una legalidad ilegitimas, el socialismo del siglo XXI tendrá la partida ganada.

Se necesita un líder outsider que, como Uribe en 2002, pase de una cifra mínima de apoyo a obtener la abrumadora mayoría del electorado, porque se identificó con el sentir popular y no tuvo miedo de ir contra la corriente dominante, que tradicionalmente miraba para otro lado ante el problema del narcoterrorismo.

Los partidos actuales necesitan pellizcarse y despertar ante la inminencia de la pérdida de la democracia, mientras sigamos en un gobierno tutelado por el farcsantismo , viviremos en un remedo de democracia, que bien ante la opción dura de Petro, o la light de Fajardo, que son lo mismo, dos caras del farcsantismo, terminará imponiendo el socialismo del siglo XXI en Colombia. Los gobiernos democráticos en el continente (Bush, Peña Nieto, Piñeres, Macri) han sido derrotados por el socialismo del siglo XXI, porque han sido moderados en su actuar, no ejecutando los cambios radicales prometidos. La población no ve diferencia entre los dos tipos de regímenes, y terminan seducidos por los cantos de sirena de la izquierda.

El falso dilema entre izquierda y derecha está caducado, pero no porque haya perdido vigencia ideológica sino porque ha mutado en un conflicto entre totalitarismo y democracia, acá no hay medias tintas o se está con el totalitarismo comunista o se defiende la democracia liberal. Ese “extremo centro” que se acobarda ante la izquierda pro narcoterrorismo comunista implementa sus políticas bajo el argumento de que está atado legalmente y llama “extrema derecha” a quienes defienden la democracia del narcoterrorismo comunista tiene la batalla perdida antes de pelearla. La extrema derecha defiende los siguientes postulados: regímenes totalitarios, violencia, racismo, homofobia, xenofobia, misoginia, no respeto de las reglas democráticas, intolerancia ante las ideas contrarias, recurriendo por lo tanto a la censura, eliminando la libertad de expresión. Reto a cualquiera a que señale un solo político colombiano del campo de la democracia liberal, que siga estos postulados, por lo tanto la tal “extrema derecha” no existe. La extrema izquierda, que quiere implantar el comunismo bajo el eufemismo del socialismo del siglo XXI, que admira a los regímenes cubano y venezolano , que no quieren la economía de mercado, ni las libertades civiles, que directa o solapadamente apoyan a las FARC en su combinación de las formas de lucha, si existe y es un peligro acechante en Colombia.

Consideramos pues que es vital para la defensa de la democracia, que se abandone el discurso de lo políticamente correcto, que se defienda sin ambigüedades la democracia, ojalá que un grupo como el de reconstrucción nacional, liderado por Luis Alfonso García Carmona sea oído y pase de su papel marginal a uno central en la conformación de una gran coalición antinarcoterrorismo comunista, pues apoyo cien por ciento su plataforma programática (https://www.lalinternaazul.info/2021/01/09/que-nos-motiva/ ).

Es vencer o morir en las próximas elecciones, así que de verdad y no como mero lema electoral ¡ojo con el 2022!


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