Foto EFE

La “diversión” en un bien conocido y frecuente recurso del arte de la guerra, desde tiempos inmemoriales los jefes militares lo han utilizado, para asegurar el invalorable “factor sorpresa”, sin necesidad de haber estudiado a Sun-Tzu o ha Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz. Como ocurre con muchos recursos de su género, su utilización es fácilmente trasplantable a otras disciplinas, como la política, y básicamente para cualquier actividad donde el “factor sorpresa” sea esencial.

Observando el confuso tablero de lo que en Venezuela llamamos -hoy en día- “política” la bizarra diversión puede ayudarnos a entender enroques y maniobras que por medios más académicos serían difícilmente descifrables.

El tablero nacional ha sido violentamente alterado desde que el pasado mes de octubre, después de tantos estira y encojes, se realizaron las llamadas “primarias” supuestas a determinar un candidato de oposición al régimen revolucionario, amparadas en el denominado Acuerdo o Protocolo de Barbados. El efecto, ya de por sí aplastante, de una ventaja numérica irreversible, que vimos materializarse en una verdadera unción popular de María Corina Machado, cuya magnitud y solidez sobrepasó ampliamente el mero término de mayoría, acercándose mucho más al gráfico land slide (avalancha) que utilizan los norteamericanos

Todos los recursos de que es capaz un tahúr experimentado fueron estudiados y ponderados, prácticamente ensayados, como lo hiciera en los años sesenta, del pasado siglo, el dictador quisqueyano Rafael Leonidas Trujillo Molina, al preparar el atentado contra Rómulo Betancourt. Tan minuciosa fue la implementación que el mismo Miguel de los Reyes, autor de uno de los primeros y más cuidados libros sobre  el hecho, lo subtituló “El último hermoso crimen”.

Mucho ha avanzado la tecnología, existen diminutos y discretos adminículos para prácticamente cualquier cosa, la nanotecnología en panoplia abierta se ofrecía al establishment ante la necesidad de conjurar el verdadero land slide de la victoria obtenida por María Corina Machado. No es precisamente el régimen actual el que iba a ensayar –con gran esfuerzo- gritos de vestal horrorizada o iba a hacer “ascos” ante cualquier heterodoxia, electoral, legal o formal del género que esta fuese. Todo estaba permitido.

Tanto que hasta se jugó con una hipótesis de guerra, risible si recordamos     que Hugo Chávez, casi se estrenó en el poder, en el amplio escenario de la política internacional, ignorando todo el acervo legal e histórico de títulos, derechos, antecedentes que avalan nuestra pretensión sobre el Esequibo y servilmente se plegó a la posición fidelista, abiertamente obsequiosa con el viejo proyecto carioca de la “Cala Norte” que cercenaba nuestro derecho natural en el Delta y destruía cualquier resabio –ya obsoleto– de pretensión sobre Trinidad.

La mitomanía oficial pretendió haber obtenido la mítica cifra de 10 millones de votos, en su referéndum de mentirijillas sobre el territorio en reclamación del Esequibo. Diez millones de votantes intangibles, inaudibles, invisibles, posibles ectoplasmas hijos de los “efectos especiales” de algún filme de ciencia ficción.

No obstante, ni siquiera enunciada esa enormidad, fue tal la carcajada universal de simples observadores o adversarios y aún de cómplices que resultaba imposible seguir aferrados al espejismo e insistir en venderlo como una realidad. Se fueron pues al obsequioso TSJ y ratificaron la inhabilitación de María Corina y de Henrique Capriles. Las “pancadas” de ahogado son vistas con comprensión y hasta benevolencia, el ridículo no.

El gran celestino o cabrón, si prefieren el vocablo, del régimen chavo-madurista en Europa, que ayer se llamaba José Luis Rodríguez Zapatero y hoy Pedro Sánchez Pérez Castejón, entregado, sin criterio ni vergüenza, a las ilegales exigencias de la caricatura de Roger de Flor que hoy pretende la “independencia” de Cataluña, el prófugo Carles Puigdemont, encuentra creciente resistencia de la UE, contrariada normativamente, jurídicamente, por el renacimiento de ultratumba de unos almogávares equivocados de siglo.

El panorama geopolítico se hace día a día mas confuso, Europa se les enreda, en Estados Unidos la situación –a juzgar por los aspirantes– me obliga a recordar aquel versito venezolano de 1814: entre Boves y Morales/ la diferencia no es más/ que el uno es Tomás José / y el otro es José Tomás. El inefable Putín (perdón por la travesura del acento) tiene asuntos más importantes que atender, Irán y Turquía juegan en otra liga, Petro si tiene una oposición que atender. ¡Gracias a Dios! Lula pule su bronce, Nicaragua lucha contra más de 2.000 años de historia.

La ofensiva general, se parece –cada día más– a una huida hacia adelante


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