Todos los presos políticos son importantes para el país; debe dolernos el cautiverio de civiles y militares, su tortura y su muerte.

El asesinato del general Raúl Isaías Baduel es un puñal que se clava en el alma del pueblo venezolano y sobre todo en la muy deteriorada FANB. El contexto histórico en el que ha emergido su figura, su talante democrático y su pasión por la institucionalidad y la democracia en el país, es un concepto que lo eleva y proyecta hacia el futuro, con especial ahínco de respeto y de moralidad.

Su muerte constituye en lo adelante una pesada carga para la tiranía de Nicolás Maduro, pues el ejemplo de su resistencia y la entrega de su vida en las mazmorras del Sebin abre profundos cauces al ya transitado destino de la Corte Penal Internacional.

Un sector del país, envilecido por obra del propio Hugo Chávez y la descarga sistemática de odios, insiste en valorar negativamente la obra del general Baduel, negándole lo que a pulso y dignidad construyó. Insisten en cobrarle el rescate de Chávez el 13 de abril de 2002, en la operación para restituir el hilo democrático y la paz social, producto del golpe de Estado de Carmona Estanga, suceso enmarcado en grandes críticas y debilidades. No se puede contar esta historia sin mencionar que el general Baduel se negó a participar en los golpes de Estado del 4 de febrero de 1992, fecha insigne del chavismo en Venezuela, y  27 de noviembre de aquel mismo año.

Baduel, junto a Hugo Chávez, Jesús Urdaneta Hernández y Felipe Acosta Carlez, realizó aquel mítico juramento del Samán de Güere en Maracay, donde militares fundadores del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, de forma clandestina emulaban el juramento del Libertador Simón Bolívar en el Monte Sacro: “Juro por el Dios de mis padres, juro por mi patria, juro por mi honor que no daré descanso a mi brazo hasta no ver rotas las cadenas que oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos”.

A diferencia de Hugo Chávez, Raúl Isaías Baduel elevó su decoro e integridad. Su concepción de la institucionalidad y la democracia marcan un hito en la historia política y militar de Venezuela. Llegó a ser ministro de la Defensa y no se dejó seducir por el encanto del poder y de la revolución de Chávez, diseñada para corromper a los funcionarios a todos los niveles y alejarlos del compromiso institucional, acabando así con la independencia de poderes en el país.

Su apego a la institucionalidad tiene etapas significativas, partiendo del 5 de noviembre de 2007, cuando se manifestó en contra de la reforma constitucional y llamó al país a levantarse en lo que consideró era un momento crucial para todo el pueblo. Exigió al propio Hugo Chávez, por la paz y estabilidad de la nación, que retirara el proyecto de reforma constitucional.

La narrativa expresada por el general Baduel cuando entregó el Ministerio de la Defensa está ahora más vigente que nunca: “No podemos permitir que nuestro sistema se transforme en un capitalismo de Estado, donde sea el Estado el único dueño de los grandes medios de producción. Un país puede cometer el error de nominalmente llamarse socialista y en realidad practicar un capitalismo de Estado”.

El general expresó sus reservas acerca de la propuesta del modelo socialista, que convencidos debemos estar fue el quiebre definitivo con Chávez y el modelo cubano: “La construcción del socialismo del siglo XXI es una teoría científica de la talla de Marx y Engels, se corre el riesgo de colocar una humilde choza sobre los cimientos de un rascacielos, no se deben cometer los errores de los países que se identifican como socialistas como la extinta Unión Soviética. No se deben cometer los errores del Partido Comunista de la URSS, que se convirtió en una organización que desplazó a la sociedad civil, que al final terminó siendo manejada por el comité central del partido. El modelo venezolano debe ser profundamente democrático, la democracia participativa y protagónica, centrar todo en el pueblo y no al revés”.

Su determinación desató por completo, la ira y el odio de Hugo Chávez. La influencia de Baduel sobre la FANB era reconocida en todos los campos del chavismo. Permitir que su mensaje se extendiera constituía un riesgo que no podía permitirse. De allí en adelante decidieron su destino con 12 años de horrores, su muerte empezó con su fusilamiento, político, moral y sobre todo militar, enviando así un mensaje a la oficialidad, para acabar con todo intento de sublevación a un sistema que ha menoscabado la Constitución de la República Bolivariana sin límite alguno.

En 2018 cometieron la infamia de degradarlo militarmente y luego destituirlo, la mayor de las ofensas para un hombre de sus condiciones militares.

Hoy el general Baduel se ha convertido, luego de un peregrinar de torturas en las profundidades de La Tumba y El Helicoide, en el décimo preso político que muere bajo la cadena de custodia, víctima de una prisión injusta, tratos crueles e inhumanos, además de persecución constante contra su familia, todos crímenes tipificados en el artículo 7 del Estatuto de Roma que deben ser investigados por instancias internacionales de inmediato. Este crimen en particular del exministro de la Defensa del país se suma a un mar de irregularidades cometidas por jueces y fiscales militares, en complicidad plena con el Alto Mando Militar y el jefe del Estado de facto, Nicolás Maduro, quienes son los responsables de estas atrocidades que conmueven la conciencia humana y repercutirán por siempre en el país.

Quienes se muestran con odio al general Baduel no conocen su historia ni su lucha. Representan el odio que Hugo Chávez se encargó de sembrar para dividir a la nación. El papa Francisco en un profundo llamado a la cristiandad ha dicho que no se puede vivir con odios porque nos contamina. En sus palabras: “Es mejor ser ateo que ir a la iglesia y vivir odiando a todo el mundo, hay quienes solo rezan para ser admirados por los demás”.

Del general Baduel se debe valorar su lucha, su entrega, su respeto a la Constitución, a la institucionalidad y a la democracia. Por más que intenten ocultarlo, su muerte es una dolorosa herida a la FANB, que suspira por la libertad.

Para finalizar este artículo cito la despedida del general Raúlal Isaías Baduel, al momento de entregar el Ministerio de la Defensa; “Las palabras de un hombre son como sus huellas, puede seguirlas donde quiera que él vaya. Que Yahvé, Elohim de los Ejércitos, supremo hacedor de todas las cosas, bendiga y guarde por siempre a la República Bolivariana de Venezuela”.

Hoy más que nunca el pensamiento del general Baduel retumba en el pueblo y la Fuerza Armada, su lucha y entrega ha de ser reivindicada.

@jufraga12

 


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