diálogo UE Celac
Foto: Agenzia Nova

Después de contemplar durante 2 días las inocultables diferencias ideológicas, culturales, política y económicas entre los 60 países que se reunieron en Bruselas, para tratar de mejorar sus relaciones en todos los campos de la cooperación internacional, se hace necesario hacer las siguientes observaciones, soportadas sobre el documento final de 10 páginas y 41 puntos de la declaración final. Veamos:

  • El caso Ucrania, aunque solamente Nicaragua tuvo la firmeza de defender su posición de apoyo total a la invasión por parte de la Federación Rusa, hasta el punto de que rompió el consenso en torno a este punto, no es menos cierto que casi toda Latinoamérica se opuso a escuchar al presidente Volodimir Zelenski en la plenaria en desacuerdo con que juzgara esta guerra y no otras del pasado o incluso del presente. Un esfuerzo coordinado de casi todos los cancilleres de la Celac por no verse como enemigos de Vladimir Putin y sí de la OTAN y el mundo occidental.
  • En el punto 6 se refiere a unos valores comunes, que deben coexistir respetando unos sistemas políticos diferentes, lo cual no es el caso del 90% de los países de la Cumbre; pero si ese es el objetivo, no tiene caso colocar a Cuba, Nicaragua y Venezuela en el rincón de los gobiernos castigados, si se asume que hay aceptación de sus particulares sistemas políticos, como si fueran China o Arabia Saudita, donde nadie imagina grupos políticos pidiendo democracia interna, por lo cual se observa una inaceptable coherencia política en esta redacción.
  • En los puntos 7 al 9 se establecen todos los valores y mecanismos democráticos, que se cumplen en Europa pero que violan en muchos países de Latinoamérica, que no tienen la menor vergüenza y sí el mayor cinismo en firmar en público, compromisos que no piensan cumplir.
  • Sorprende el apoyo a la Declaración contra la Esclavitud de Durban, pues España, Portugal, Francia y los Países Bajos tendrán que estar de acuerdo en pagar compensación financiera a los descendientes de los esclavos e incluso a los países africanos subsaharianos afectados por el tráfico de esclavos, de varios siglos, discusión que no se conoce en los gobiernos de dichos países.
  • El caso de la República Socialista de Cuba es un punto común de la diplomacia de ambos bloques, tratando de acabar con el embargo económico de Estados Unidos, aunque no tiene ningún peso en la política exterior estadounidense hacia Cuba y que seguramente va a empeorar debido a las instalaciones de inteligencia electrónica de la República Popular China en territorio cubano.
  • Es un hecho grotesco que países europeos aprovechen que el Reino Unido se halla retirado de la Unión Europea para apoyar la posición política de la Celac, mientras gobiernos del Caribe que tienen una relación especial con la Corona británica firman igualmente este acuerdo contradictorio con sus posiciones nacionales.
  • La solicitud de reforma de las organizaciones internacionales es otro punto discordante, pues la reforma de la ONU y su Consejo de Seguridad Permanente no ha sido posible ni siquiera por países con el peso geopolítico de la India o Arabia Saudita. Es difícil imaginar que México o Brasil obtengan asientos permanentes y poder de veto, igualmente, la solicitud de colocar las organizaciones financieras internacionales a disposición de los países más débiles económicamente suena demasiado ingenuo o demencial para quienes aportan los recursos a dichos entes.
  • En materia climática (puntos 16 al 25), parece que los gobiernos europeos desconocen el divorcio de los gobiernos latinoamericanos con la agenda ambiental, en cuanto a prioridades políticas y electorales, por lo cual asumen compromisos que no se cumplirían jamás en este lado del mundo, considerado que los problemas políticos y económicos  copan la agenda pública de nuestros países.
  • Es importante el punto 26 sobre el derecho al agua, a la luz de lo que acontece en la República Oriental Uruguay, donde la severa escasez de recursos hidricos permite imaginar que podría pasar en metrópolis de muchos millones de habitantes como Lima, Bogotá, Sao Paulo, Ciudad de México o Caracas, lo cual debe ser un motivo de alerta y prevención para nuestros países.
  • En el punto 27, referente a la gestión de riesgos y administración de desastres, parece burlesco que gobiernos incapaces de gestionar su vida cotidiana puedan gestionar situaciones de desastre como un terremoto, un tsunami o huracanes.
  • En lo referente a la digitalización de las sociedades, es inconcebible pensar el cumplimiento de dicho objetivo en países obsesionados con el control político de sus ciudadanos, donde se limitan las libertades de expresión, comunicación y asociación para todos los sectores económicos y sociales.
  • La idea de crear un sistema regional de salud antes de mayo del próximo año, que aborde todas las variables que se aplicaron durante la pasada epidemia, implica un reconocimiento real de las debilidades de los sistemas nacionales de salud, lo cual es totalmente inaceptable para varios gobiernos de la región.
  • Es desconcertante el denominado apoyo al comercio abierto, basado en normas ambientales y de protección de propiedad intelectual que se violan descaradamente en Latinoamérica en mayor o menor medida; y que cuando se plantea crear cláusulas de castigo, ocurren reacciones nacionales como las del presidente de Brasil, Lula da Silva,  que se opone a las penalizaciones en los convenios internacionales,  independientemente de su violación o incumplimiento, por ser acuerdos entre países soberanos.
  • Apoyar la aplicación de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción es un tema que amenaza la naturaleza misma de varios gobiernos firmantes de este documento, pues su conducta política tradicional se basa en saquear los bienes del Estado y expoliar a los empresarios privados con fines de obtener beneficios particulares para sus intereses personales. Por esta razón,  es absurdo pensar que actúan seriamente en este punto.
  • En el caso de Haití, la obsesión de lograr un gobierno estable sin intervención foránea de ningún tipo es condenar a dicho país a vivir permanentemente en crisis, dada las debilidades de las instituciones haitianas para restaurar el orden público y encarrilar el desarrollo económico y social de dicha nación.
  • Es importante señalar que los buenos oficios de la Unión Europea ante las crisis políticas de Colombia y Venezuela no pueden ser calificados en este momento, por haber mucha información de carácter reservado en dichas discusiones.

En concreto, hay demasiadas diferencias económicas y culturales entre ambos bloques de países, que se reflejan en casi todos los términos y condiciones existentes, para acordar con éxito importantes temas de negociación.


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